Recientemente, nuestra educación fue homologada a nivel “chatarra” y para algunos, pasó por desapercibido. ¿Por qué los paradigmas arcaicos y el castigo siguen siendo las estrategias prevalecientes? Primeramente, el látigo virtual mediante la censura a Google no es la respuesta: el fenómeno electracy, acuñado por Gregory Ulmer, explica claramente la importancia de la era digital en la actualidad, posterior a la oralidad y a la alfabetización.
Definitivamente, privar a nuestros discentes y docentes de la información digital (tal como la que provee Google) es como quitarle las alas de la inmediatez y del carácter universal al ave virtual del conocimiento actualizado e interconectado.
Incluso la visión periferal del discente es trascendental: se requieren más estudios de necesidades (al igual que ejercicios de tipo participativo y de diálogo horizontal), más allá del avalúo y de la “compulsión a la repetición” por el rendimiento en las pruebas nacionales. Currículos actualizados con filmes, enlaces de la web, vídeos en YouTube, textos, revistas y artículos de periódicos que estén cercanos a la fecha de 2014 y ejercicios creativos en el aula son algunas de las herramientas imprescindibles, más allá de los textos “de siempre” y los exámenes que se repiten, tipo déjà vu. Incluso urgimos métodos de evaluación que adiestren a los futuros profesionales para los procesos requeridos de reválida y el ámbito laboral, más allá de un cierto o falso, un pareo o una pregunta abierta.
Asimismo, debemos promover la integración de distintas disciplinas, incluso en cursos específicos: ¿cómo podemos analizar este aspecto, desde el punto de vista económico? ¿Desde la Psicología? ¿Desde la Antropología? ¿Desde las teorías de medios y cultura contemporánea? ¿Desde la Biotecnología? En la medida que el profesor pueda ampliar el espectro de las distintas disciplinas en clase —o como lo concibo, la “hermandad” de las disciplinas— una gran ventana se abrirá para el estudiantado: aparecen nuevas interrogantes. Tan importante es referirnos a Sócrates como a Mark Zuckerberg: fomentemos una visión global, abierta al análisis en clase y atada a múltiples interpretaciones.
Por último, fomentemos la diversidad, en todas sus manifestaciones. Urgimos ver más allá de la realidad de Puerto Rico: “Gaza”, “Venezuela”, “Hawái”, “Colombia” y “China” deben ser temas cotidianos en nuestros cursos. La mirada desde el espectro de la diversidad supera a cualquier libro de texto, incluso, debemos fomentar los viajes estudiantiles y promover el aprendizaje fundamentado en la cultura contemporánea. Si usted domina este lenguaje de tipo “diverso” y “actualizado”, los estudiantes lo emularán. Igualmente, respete la “diversidad interior” de cada estudiante, sin etiquetas, ni absolutismos.
Ni currículos nulos, ni ocultos: ha llegado la hora de hacer clic a la apertura, darle delete a la mediocridad y desbloquear a la actualidad.
El autor es psicólogo y catedrático auxiliar de la Universidad de Puerto Rico en Humacao.