GARMSIR, Afganistán- Unos 4.000 marines estadounidenses se adentraron este jueves en un valle afgano dominado por las milicias talibán, lanzando así la mayor ofensiva militar de la presidencia de Barack Obama. Para los marines la “operación Khanjar” será decisiva y con ella se busca capturar virtualmente toda la sección inferior del valle de río Helmand, corazón de la insurgencia talibán y la mayor región productora de opio del mundo. A través de la rápida captura del valle, los comandantes estadounidenses esperan cumplir en horas lo que las exigidas tropas de la OTAN no han logrado en varios años, y con ello cambiar el curso de una guerra, estancada antes de la elección presidencial afgana que se llevará a cabo en agosto. “La intención es ir en grande, ir con fuerza e ir rápido, y al hacerlo estaremos salvando vidas en ambos bandos”, dijo a su personal antes de la operación el brigadier general Larry Nicholson, comandante de los marines en el sur de Afganistán. Con la violencia de los insurgentes encabezados por los talibanes en su máximo nivel desde que el estricto grupo islamista fue derrocado en el 2001, la operación marca la primera gran prueba de la nueva estrategia de Washington para derrotar a los talibanes y sus aliados y estabilizar el país. Con nuevas tácticas para ganarse a la población afgana y nuevos comandantes en el campo de batalla, el ejército estadounidense espera cambiar el curso de una guerra que algunos en Washington han admitido no están ganando. Para las 09.30 hora local (0500 hora GMT), unas ocho horas después del inicio de la operación, no habían reportes de víctimas y sólo se habían registrado choques menores que involucraron a insurgentes disparando contra marines para luego retroceder, dijo el portavoz de los marines capitán Bill Pelletier. Los talibanes dijeron más tarde en un comunicado que uno de sus combatientes habíá muerto y dos fueron heridos. Citando al portavoz Qari Mohammad Yousuf, el comunicado señalaba que “11 efectivos extranjeros murieron o sufrieron heridas”. Hay miles de combatientes talibanes en sus tradicionales bastiones en Helmand y la vecina Kandahar, desde dónde se ha extendido la insurgencia en meses recientes. Aunque hubo pocas escaramuzas iniciales, los talibanes se comprometieron a contraatacar. “Miles de muyaidines talibanes están listos para luchar contra las tropas estadounidenses en la operación en la provincia de Helmand”, dijo el mullá Hayat Khan, un alto comandante de los talibanes afganos, a Reuters por teléfono desde una ubicación no revelada. Oleada tras oleada de helicópteros transportaron marines en las primeras horas de la madrugada a través del valle, una medialuna caracterizada por plantaciones de trigo, campos de opio atravesado por canales, y salpicada por algunas viviendas de adobe. Desde allí, una resistencia arraigada desafió por años a las fuerzas de la OTAN. Cientos de marines más avanzaron por tierra en convoyes a través de un área desolada conocida como el Desierto de la Muerte. Unos 4.000 marines integraron la ofensiva de asalto y miles más fueron movilizados para asistirlos, en una operación de tropas extranjeras de una escala no vista en Afganistán desde la retirada soviética en 1989. Los marines esperan que al aparecer repentinamente y en cantidades abrumadoras, podrán capturar algunos de los bastiones más firmes de los talibanes con poca resistencia. “Localidades que eran el centro de operaciones de los talibanes caerán. Caerán rápido. Y esperamos que caigan sin disparar un tiro. Esa es nuestra intención”, dijo Nicholson. Los 10.000 marines en la provincia de Helmand, 8.500 de los cuales arribaron en los últimos dos meses, forman la mayor oleada en una escalada ordenada por Obama. El nuevo mandatario estadounidense ha declarado que la insurgencia de los talibanes en Afganistán y en el vecino Pakistán es la principal amenaza a la seguridad estadounidense. Grandes áreas de Helmand han estado fuera del control del Gobierno afgano. La provincia produce el mayor porcentaje de opio del país, lo que representa el 90 por ciento de la heroína mundial. La cosecha de drogas está estrechamente ligada a la insurgencia y los talibanes financian principalmente sus operaciones con el tráfico de opio.