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Un total abuso de poder. Eso fue lo que ocurrió el pasado miércoles 30 de junio cuando, a son de insultos y golpes sazonados con gas pimienta, la Policía de Puerto Rico despejó a un grupo de manifestantes que intentaba presenciar el último día de la sesión legislativa en el Capitolio.
Y en momentos en que la mayoría del pueblo puertorriqueño mostraba indignación por este incidente, el gobernador Luis Fortuño se encontraba poniendo la primera piedra representativa del inicio de la construcción de otro supermercado. No obstante, el Primer Mandatario pareció estar preparado y dio un breve mensaje referente al encontronazo entre la Uniformada y los manifestantes.
“Este no es el Puerto Rico que yo conozco, y no es el Puerto Rico en el cual yo quiero que mis hijos vivan”, expresó Fortuño. Según el gobernador, lo que ocurrió en la tarde del miércoles “fueron eventos que fueron provocados y tenemos que buscar la manera de evitarlos en el futuro”.
El gobernador hizo énfasis en que cuando no hay diálogo y se recurre a cualquier acto de violencia, perdemos todos. “Aquí no ha ganado nadie y el que piensa que alguien gana está equivocado”, añadió.
Y ciertamente nadie ha ganado. Por el contrario, el pueblo puertorriqueño -junto a sus “líderes” políticos y “defensores de la sociedad” (policías)- cada día se va hundiendo. ¿Cómo se puede cuestionar el Gobernador de Puerto Rico que en eventos como éstos podría existir un ganador? Nunca lo podría haber, ¡en lo absoluto!
En definitivas todos perdemos porque nos vemos sometidos al abuso de un poder “democrático”, que ni siquiera le permite presenciar a los votantes la toma de decisiones de quienes los “representan” en la llamada Casa de las Leyes. Pero, habría más perdedores si ni siquiera se atrevieran alzar sus voces para luchar por una verdadera Democracia, justa y limpia.
El pasado miércoles un grupo decidió alzar su voz. El caos comenzó poco antes de las 3:00pm cuando la Unidad de Operaciones Tácticas intentaba despejar la plazoleta norte frente al Capitolio y sus alrededores.
Entre empujones, macanazos, gases lacrimógenos, y otras barbaridades más es que lograron su objetivo: impedirle la entrada a la sesión legislativa en el Capitolio. En esta sesión se discutía el presupuesto para el nuevo año fiscal, junto con otras medidas más.
Todo este caos se formó luego de que estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) convocaran una manifestación “para retomar la Legislatura”. Esta manifestación se proponía mostrar su rechazo a las acciones del presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, quien cerró las gradas del hemiciclo a la prensa por tres días, y al público por varios meses.
El primer incidente se dio cuando se le negó el acceso al Capitolio a varios jóvenes identificados como miembros de la prensa estudiantil y alternativa, como son Radio Huelga, Indymedia, Onda Alterna y Rumbo Alterno.
Pero a éstos no fueron los únicos que se les negó la entrada a la sesión legislativa. Una hora y media más tarde, se les prohibió el acceso a ciudadanos que mostraban sus identificaciones para tratar de entrar. Mientras tanto, en señal de protesta, “cinco miembros de la prensa alternativa se sentaron en el área donde ubica el detector de metales”, resaltó El Nuevo Día.
El caos no había comenzado hasta que se escuchó un fuerte sonido de algo que cayó al suelo. En aquel momento es que empezó la Policía a sacar a los manifestantes –entre éstos habían estudiantes y miembros de la sociedad civil- usando sus macanas y empujando a todo el que se cruzara en su camino.
Los miembros de la prensa y medios de comunicación no sólo fueron testigos del abuso de poder que ponderó en el interior –y más adelante en las afueras- del Capitolio. Varios periodistas se vieron involucrados en los empujones y nubes de gas pimienta.
De esta forma, la multitud que rodeaba el edificio salía corriendo, buscando aire fresco que respirar y un lugar seguro donde resguardarse de la violencia policiaca.
Pero, esto no debería de sorprender. Ésto es lo que pasa cuando se tiene poder. El mismo Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, lo dijo: “aquí nadie va a tomar el Capitolio”. Y lo cumplió, pero de una manera atropellante.
Los macanazos iban a diestra y siniestra. Jóvenes que le daban la espalda a los policías eran golpeados y tirados al suelo como si fueran animales –o peor-. Sólo basta con ver las imágenes que fotoperiodistas y algunos ciudadanos tomaron en aquel momento. Pero, según Fortuño “las autoridades tienen sus límites y deben ser respetadas”.
¿Qué límites? ¿Los límites de su paciencia? Puede ser, ya que cuando actúan parecen no pensar y menos escuchar. Así consta un video, que muestra cuando unas personas que viajaban en auto le vociferan “abusadores” -y otras palabras más- a los policías y uno de éstos le rompe un cristal del auto.
Y aún así, Figueroa Sancha insiste en que los manifestantes fueron los insurgentes.
Por su parte, el Primer Ejecutivo hizo un llamado a todos los sectores de Puerto Rico a “que nos unamos para continuar tomando las decisiones que debemos tomar para echar a Puerto Rico adelante”.
Pero yo me cuestiono si estoy es genuino. ¿Ahora el Gobernador quiere la unión? Y, ¿con quién, o quiénes? Si esto es legítimo pues sería conveniente permitirles el acceso a los ciudadanos que son los que votan y escogen a aquellos senadores y legisladores que se sientan a discutir el presupuesto del pueblo.
Para echar a Puerto Rico adelante se necesita mucho más que un discurso generalizado, en el que siempre se invita a la “unión” y “a poner todos de su parte”.