Hegemonía industrial, no sustentabilidad ecológica
La hegemonía británica, más que la ecología, estaban en la base de las preocupaciones de Jevons. A pesar del énfasis que puso en la escasez de recursos y su importancia para la economía ecológica, sería un error ver a La cuestión del carbón como un libro de carácter predominantemente ecológico. Jevons no estaba preocupado por los problemas ambientales asociados al agotamiento de las reservas energéticas en Gran Bretaña o el resto del mundo. Inclusive falló al señalar la contaminación de aire, tierra y agua que acompañó a la producción de carbón. Charles Dickens, décadas después, describió la ciudades industriales, con sus concentraciones de quema de carbón, como caracterizadas por una “plaga de humo, [que] oscurecía la luz y viciaba el aire de melancolía” en una progresión sin pausa de “vómito negro, destruyendo todas las cosas vivas o inanimadas, dejando fuera la cara del día, y encerrando todos esos horrores con una densa nube oscura”.[24] De esto no hay ni una pista en Jevons. De la misma forma, las enfermedades de trabajo y las amenazas a la salud que enfrentaban los trabajadores en las minas y las fábricas alimentadas con carbón no entraban en su análisis, a pesar de que esas preocupaciones eran evidentes en el trabajo de otros analistas del siglo XIX, como testimonia Federico Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra.[25]
En consecuencia, no había en Jevons una preocupación por la naturaleza en sí misma. Él simplemente asumía que la disrupción y la degradación masiva de la Tierra era un proceso natural. A pesar de que la escasez de carbón, como fuente energética, generó interrogantes en sus análisis respecto de si el crecimiento podría sostenerse, el tema de la sustentabilidad ecológica en sí mismo nunca fue abordado. Dado que la economía debe mantenerse en constante movimiento, Jevons desestimó fuentes sustentables de energía como el agua y el viento, como poco confiables, limitadas a un momento y un lugar particulares.[26] El carbón ofrecía al capital una fuente de energía universal para operar la producción, sin disrupción de los patrones de negocios.
Jevons entonces no tenía una respuesta certera para la paradoja que él mismo planteó. Gran Bretaña podía agotar rápidamente su fuente de energía barata -el carbón sobre el que se erigía su industrialización- o podía utilizarla más lentamente. Al final, él eligió utilizarla rápidamente: “Si avanzamos profusa y audazmente en la generación de nuestras riquezas, tanto materiales e intelectuales, es difícil sobreestimar el grado de beneficiosa influencia a la que nos atendremos en el presente. Pero el mantenimiento de esta posición es físicamente imposible. Debemos tomar la trascendental elección entre una breve pero verdadera grandeza y una más larga pero continuada mediocridad”.[27]
Expresado en esos términos, el sendero que debía tomarse era claro: perseguir la gloria en el presente y aceptar la perspectiva de una posición drásticamente degradada para las generaciones futuras. Dado que Jevons no tenía respuesta para lo que él consideraba como el inevitable y fugaz agotamiento de las reservas de carbón de Gran Bretaña -y el capital y gobierno británicos no vislumbraba ningún otro curso más que seguir “como de costumbre”- la respuesta al libro de Jevons tomó la forma, aunque parezca mentira, de una justificación adicional para la reducción de la deuda nacional. Esto fue presentado como una medida preventiva ante una eventual ralentización de la industria. Como escribió Keynes, “la proposición de que estábamos viviendo de nuestro capital natural” dio lugar a la respuesta irracional de que era necesario efectuar “una rápida reducción del peso muerto de la deuda”.[28]
De hecho, casi la totalidad del impacto político del libro de Jevons se limitó, irónicamente, a su penúltimo capítulo, “Impuestos y deuda nacional”. Jevons y otras figuras, como Mill y Gladstone, quien retomó su argumentación, nunca propusieron seriamente la idea de la conservación del carbón. No había mención en ninguna parte del análisis de Jevons a lo señalado por Engels en una carta a Marx, en la que el capitalismo industrial era caracterizado como un “despilfarrador de calor solar pasado” como evidencia su “despilfarro [de] nuestras reservas de energía, nuestro carbón, hierro, bosques, etc.”[29] Para Jevons, la idea de una alternativa a la normalidad nunca fue discutida, y sin lugar a dudas nunca pasó por su cabeza. Nada estaba más lejos de su visión económica general que la transformación de las relaciones sociales de producción en la dirección de una sociedad gobernada, no por la búsqueda de ganancias, sino por las genuinas necesidades de la gente y los requerimientos de la sustentabilidad socio-ecológica. Al final, los problemas que avizoró fueron retrasados en el real curso histórico de los acontecimientos por la expansión de la utilización de otros combustibles fósiles -petróleo y gas natural- así como también energía hidroeléctrica, y la continua explotación de recursos de todo el globo. Todo esto, no obstante, ha generado las condiciones para nuestro dilema planetario vigente y el retorno de la paradoja de Jevons.
Nota del editor: Este texto es una mirada investigativa -desde las posturas de la economía política- realizado a la compañía Jevons de Estados Unidos y publicado en www.ecoportal.netDiálogo comparte los resultados de la investigación en una serie especial.