Para Liana Castillo su trabajo también es su pasatiempo. Entre moldes y bizcochos en la cocina de su establecimiento en el pueblo de Morovis la repostera le contó a Diálogo cómo paso de ser dueña de una farmacia a ser dueña de una repostería.
“La realidad es que esto comenzó como un juego. Es un pasatiempo para mí”, indicó Castillo. Antes de abrir El Castillo de la Repostería, la propietaria era dueña de una farmacia en el pueblo de Morovis. Al decidir cerrarla, tomó talleres de repostería y encontró una pasión nueva.
Buscando afinar sus destrezas, Castillo estudió durante un año en la Escuela Hotelera de San Juan. Allí tuvo la oportunidad de realizar un sinnúmero de labores desde confección hasta decoración.
El Castillo de la Repostería, que lleva 11 años en el pueblo de Morovis, es un negocio familiar que vende postres y materiales de repostería al detal.
En el establecimiento se ofrecen talleres de confección de repostería y entremeses. Los talleres se dan trimestralmente y sus temas varían según la demanda. Hace dos años inauguraron una barra de café y “cupcakes” dentro del local.
En las temporadas festivas, la repostera recibe ayuda de sus hijas Nany y Lisandra Marrero. Además de realizar postres por encargo y arreglos de flores, fresas y “cupcakes”, la tienda mantiene bizcochos para la venta inmediata. El local también ofrece servicios de coordinación y decoración de eventos.
Castillo es dueña de otro negocio con el mismo nombre en el pueblo de Orocovis que se dedica, exclusivamente, a la venta de decoraciones para fiestas y materiales de repostería. Este establecimiento es administrado por su hija, Nany Marrero.
Para más información pueden visitar sus páginas de Facebook e Instagram:
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