Acto en tres partes
Ayer pudimos ver de nuevo un ejemplo del silencio que muchas veces niega la existencia de la comunidad LGBT y nos hace invisibles dentro de la sociedad Puertorriqueña a la que pertenecemos, en la que vivimos y a la que contribuimos. Desde temprano se comenzó a denunciar al Presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz acusandole de que recurrió a "ataques indecorosos" contra la prensa del país, específicamente contra Israel Rodríguez Sánchez de El Nuevo Día. Israel Rodríguez Sánchez es un compañero a quien respeto por su trabajo periodístico. Sin embargo, me tomó varias horas de investigación y busqueda descubrir cual fue el contenido del "ataque indecoroso", lo cual por supuesto me hizo aún mas curioso y sospechoso. De hecho, hasta escuché un programa en Bonita Radio donde Manolo Coss (creo que representando a la ASPPRO) se retuerce evadiendo precisar cual fue el ataque indecoroso. Pudo el señor Coss en la entrevista de radio mencionar que Rivera Schatz le dijo a una compañera rata, mencionó otros ataques verbales de Rivera Schatz, pero a pesar de que pudo nombrar esos otros ataques, evitó contestar la pregunta de su entrevistadora: ¿Qué le dijo Rivera Schatz a Israel Rodríguez? Debe ser algo terrible, pensé. Luego en 80grados, de nuevo la ASPPRO se pronuncia en apoyo a Israel Rodríguez denominando a Rivera Schatz patético (a lo que yo añado charlatán,) sin embargo, nuevamente, continúa el silencio cómplice respecto al "ataque indecoroso". ¿Es ésta una manera responsable de hacer prensa, denunciar un ataque del que no se puede hablar? ¿Cuál es el mensaje que este silencio comunica? No es hasta que leo en el estatus en Facebook de Víctor Alicea, ya tarde en la noche, que por fín descubro lo que sospechaba (porque ese silencio cómplice lo conozco bien). Víctor comenta que Rivera Schatz acusó al compañero Israel Rodríguez de tener una agenda gay. Vamos a coger esto por partes.
1. Rivera Schatz es un macharrán de canto, un guapetón de barrio que no merece ningún respeto de mi parte ni de nadie en Puerto Rico. Rivera Schatz simplemente es incapaz de fungir con el decoro que su puesto demanda, nunca lo ha hecho. Descubierto el chanchullo del contrato a un criminal, trató de asustar a la prensa con una distracción y aparentemente lo logró, porque el ataque parece ser tan indecoroso "that it does not dare speak its name". Este silencio irresponsable y cómplice de la prensa prácticamente le da el triunfo a Rivera Schatz porque la denuncia de la prensa no tiene dientes, está incompleta. La otra agraviada que la prensa no menciona, es la Comunidad LGBT. De este silencio (ya hoy 5/19/11 irresponsable) se hace cómplice El Nuevo Día quien en su editorial se refiere al “virulento ataque”, “insultos”, “mancha de reputación” sin tan siquiera mencionar una sola vez cuál fue tal insulto y cuál es la mancha a la reputación.
2. La prensa pierde la oportunidad (si no tiene el deber) de educar y responder siendo más asertiva. Conectar los puntos. Reportar cómo este gobierno ha sido un gobierno de violencia machista, trazar cómo el patrón de arrestar mujeres por pintar murales en sitios públicos, denegar la protección de órdenes de protección a un gran por ciento de mujeres (lesbianas, adúlteras y tal vez violadas) y hombres gay en el país, la demonización y criminalización de las comunidades LGBT desde el estrado, espetar el tubo del gasoducto a un pueblo que lo rechaza, la celebración de todo lo que es "macho"y el amedrentar a legisladoras a gritos y en público a la hora de votar si difieren de su posición, y ahora la insinuación de que un reportero pudiera ser gay para deslegitimizar su trabajo, como si ser gay deslegitimara el trabajo profesional de cualquier ser humano. Pero la prensa no hizo eso, hace una denuncia, vaga e imprecisa. Incómoda con el tema todavía en el 2011, la prensa se autocensura, se come ella misma su propia lengua.
En lo que la prensa cree que protege a uno de los suyos, lo que realmente hace es faltar al respeto a toda una comunidad. Y en ese afán torpe de defender a uno de los suyos, con su silencio y falta de precisión la prensa parece sugerir que el insinuar que alguien es gay es un "ataque indecoroso". Lo que no es cierto y de paso, con su silencio tímido (casi bochornoso) le da peso y validez a la estrategia de Rivera Schatz.
Lo que es inmoral y no se debe permitir es que tal insinuación no se denuncie como lo que es: un intento desesperado, del machismo ese agónico que reside en el Capitolio, de deslegitimar el trabajo de un compañero basado en el mismo patrón de violencia verbal, legal, y legislativa machista al que esta administración nos ha sometido a todas y a todos en este país. La ASPPRO si quiere ser efectiva y contundente tiene que coger este toro por sus cuernos y no con timidez o con incomodidad, eso se lo deben a todas y todos los que les apoyamos y leemos constantemente.
3. Por último, Israel Rodríguez es mi amigo de Facebook, aprecio y respeto su trabajo y no conozco, ni quiero conocer su orientación sexual, no me interesa y no es en absoluto relevante para el punto que quiero hacer en este ensayo.
*El autor del artículo es activista queer, radicado en Nueya York. Publica en su blog: Cyborg Yoryie. Esta columna se publicó previemente en la red social Facebook bajo el título Rivera Schatz (el charlatán)
Israel Rodriguez (El corresponsal responsable) y La Prensa (y su silencio cómplice).