Tic-toc, tic-toc, las manecillas del reloj corren en mi contra, el tiempo se acaba. Cargo con muchas cosas, un bulto, una computadora, libros y libretas más la carga mental que no me deja dormir ante la posibilidad de no poder cumplir con los trabajos finales que tengo que entregar. Las manecillas del reloj torturan tal y como un látigo que marca mi sentencia de muerte. Caminaba algo desorientada y estresada cuando de repente encontré la solución a mis preocupaciones. Un boletín se expresaba a viva voz, aquel papel tamaño carta fue mi salvación cuando leí “se hacen trabajos universitarios”. El anuncio estaba hecho a la medida, exactamente describía lo que sentía, y desde ese momento supe que todo iba a estar bien. Un mensaje de correo electrónico me llevó a quien se convirtió en mi héroe. Para mi sorpresa recibí una respuesta en tan sólo cinco minutos junto con su número de teléfono y luego de varias llamadas acordamos que el “héroe” haría la reseña que necesitaba, sólo cinco páginas a doble espacio. En ese momento no pensé en reglamentos, ni consecuencias. La sociedad de la información Actualmente, nuestra sociedad está inmersa en un proceso de transición de una sociedad industrial (donde la producción era lo más importante) a una de la información y el conocimiento, donde el consumo cobra más relevancia. El consumo se funda en la era industrial pero se dispara en la actualidad. Este último concepto supone un reenfoque en la estructura de nuestra cultura. Se trata de un mega proyecto que utiliza la tecnología para masificar la información y hacerla asequible al común de la sociedad. Su propuesta pretende formar un público consumidor exigente y participante. Un ciudadano capaz de escoger qué desea consumir, minimizando la manipulación y promoviendo la negociación entre éste y el interlocutor. El consumidor utiliza sus marcos mentales constituidos por su bagaje cultural y conocimiento ya creado para procesar la información. Asimismo, esta ciber-sociedad, entre muchas otras prácticas, fomenta la interacción virtual, desplazando así las relaciones interpersonales convencionales. Este análisis tiene su base en el texto ¨La sociedad de la información¨ de Ricard Ruiz de Querol y Jordi Buira.
En el pasado existía orgullo de oficio dado que el proletariado sentía afinidad por el trabajo realizado. Hoy por hoy, con la transformación que está provocando la tecnología, lo importante es la obtención del bien deseado, el fin justifica los medios. La información y la producción de conocimiento se han convertido en bienes de consumo. Con la apertura que sugiere esta ciber-sociedad es más fácil y costo-efectivo comprar el conocimiento a la carta y venderlo como propio. El estudiante de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico, quien prefirió utilizar el seudónimo ¨Cheo¨ para la entrevista, sostiene, de primera intención, que la persona que recurre a comprar un trabajo académico es un estudiante mediocre y desconsiderado. ¨Cheo¨ se califica como perfeccionista y responsable. Sin embargo, cuando se le preguntó cuál sería su plan de acción ante una sobrecarga que imposibilite una satisfactoria ejecutoria de su parte, esto fue lo que respondió: ¨yo sé que está muy mal y yo no lo encuentro justo, pero me pongo en mi situación actual en el que trabajo, soy músico y tengo ensayos y conciertos, más los 20 mil trabajos de la universidad. Sé que por la desesperación y el ajoro de entregarlo todo a tiempo puedo llegar a hacerlo -comprar un trabajo-¨. Dicha cita constata que los humanos son seres duales con ideologías complejas, que más que identificarse con el color rojo o el azul, podrían optar por el verde, combinación de ambos. El que un estudiante sea aplicado y pretenda adquirir conocimiento en sus años de preparación intelectual, a juzgar por esta entrevista, no lo exime de cometer prácticas académicamente inapropiadas. Doris Vega Quiñones, estudiante de Educación, entiende que a cualquier estudiante que incurra en prácticas ilícitas por salir airoso en un curso medular para su bachillerato deber ser penalizado con todo el peso de la ley. Vega Quiñones dijo que es injusto y anti-ético permitir acciones como ésta. La estudiante de Pedagogía cuestionó cómo podría un estudiante de este tipo convertirse en un profesional si cuando se enfrente al mundo laboral no tendrá un vasto conocimiento para ejercer de manera apropiada. Cuando se le preguntó a Vega Quiñones que si ha percibido que profesores pasan por alto estas conductas de parte de los estudiantes, nos comento que ocurre todo el tiempo, que los profesores sí dan advertencias verbales mas no concretan la denuncia. Esta historia da pie a rescatar el cuestionamiento sobre cuán alejadas están las prácticas de las teorías en la sociedad contemporánea. Se supone hay un protocolo establecido par cuando se detecte plagio dentro de un aula, el cual culmina en la expulsión del alumno de la universidad. No obstante, si el profesor no tiene la consistencia y las agallas, la ecuación no será completada, y los profesionales mediocres seguirán siendo la orden del día. ¨ ¿Por qué no? Cuando tienes un profesor que quiere joder contigo y te satura de trabajo de un día para otro, hay que pagar por que te hagan el trabajo. Cuando yo estudiaba y trabajaba, lo hacía¨, éstas son las palabras que Noraica Durán, estudiante de Teatro, utilizó para responder a la pregunta que cuestiona los trabajos académicos pagados. Más adelante en la entrevista especificó que dicha acción es aceptable en clases que no sean de concentración para tu bachillerato, refiriéndose a las clases básicas de primer y segundo año académico. Para algunos estudiantes, entonces, estas prácticas son parte de la vida universitaria y deben ser aceptadas como parte de su tradición. Pero, y ¿dónde se ubica al estudiante que emplea y desarrolla a capacidad su intelecto para obtener una excelente calificación en determinado curso? ¿Éste no forma parte de la tradición? El estudiante de hoy día se cuestiona ¿cumplo o no cumplo? Las formas diarias de vivir, pensar, decidir, actuar y producir ya no son las mismas de hace diez años. La sociedad actual, cuya base es la tecnología y la producción de conocimiento, está cambiando de manera acelerada y con ésta sus miembros e instituciones. Una de las instituciones que se enfrenta a dicha transformación es la universidad. Tradicionalmente la función principal de la universidad consistía en desarrollar el intelecto individual de sus estudiantes, indica Rodolfo Popelnik, profesor de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. La universidad era centro de vida intelectual donde el tiempo completo se dedicaba a estudiar, a estar en la biblioteca y a participar de actividades culturales dentro del plantel universitario. “A la universidad se iba a hacerse una mejor persona, no ha aprender destrezas”, indicó el profesor, enfatizando que un individuo podía obtener una educación en filosofía y ser un exitoso banquero, pues un banco no sólo buscaba habilidades numéricas, éste buscaba a un individuo inteligente y accesible que supiese y pudiese abordar cualquier tema”. Atrás quedó la universidad en donde se estudiaba a tiempo completo mientras se aguardaba pacientemente por la recompensa que se sabía llegaría al terminar los estudios. La compleja sociedad actual tiene otros valores que, según el Profesor, impulsan al estudiante hacia el mundo laboral. Antes, el estudiante tomaba Corona porque “era la más barata”, recuerda Popelnik. Hoy, el estudiante toma Heineken y utiliza un celular con minutos ilimitados e Internet. Todo esto cuesta dinero. Por tal razón, cada vez son más los estudiantes que trabajan 20, 30 y hasta 40 horas por semana. Ya no basta con sobresalir, hoy hay que sobrevivir y para lograrlo el joven universitario debe ser capaz de realizar múltiples y complejas tareas mientras se ajusta a un mundo cambiante que exige cada vez más y más rapidez. Si la rapidez es sinónimo de triunfo, la gratificación instantánea se convertirá en el horizonte de muchos, indica la profesora Mirerza González, catedrática asociada del Departamento de Inglés de la Universidad de Puerto Rico. “Esta generación de estudiantes y las que van subiendo están más inclinadas a trabajar con y por el momento presente. El cómo me siento hoy con esto es más importante que nunca”. Al estudiante actual se le es difícil postergar la gratificación. Según la profesora todo se limita a “qué siento”, “cómo me siento”, y “yo soy lo que siento”. La “A” es sinónimo de “estoy bien”, y “si estoy bien, valgo”, añadió González. Para muchos el fin justifica los medios. González y Popelnik concuerdan en que la institución universitaria tiene la responsabilidad de generar individuos socialmente responsables que sean capaces de enfrentarse al escenario laboral de manera ética y responsable. Dichas instituciones deben estar comprometidas con la comunidad a la que sirven y garantizar que sus egresados no sólo cuentan con un diploma sino que también son profesionales capaces de razonar y generar conocimiento propio. Para lograr tan difícil meta, toda institución debe tener ciertas expectativas de lo que constituye una ejecución universitaria honesta. Para las instituciones educativas y sus miembros, esto constituye un gran reto pues un gran número de los estudiantes universitarios son producto de un sistema educativo defectuoso donde se aprende, desde temprana edad, a reproducir o repetir conocimiento, y no a generarlo. La práctica de copiar o atribuirse trabajos realizados por otros es algo común, indica Leila Ortíz, profesora de fotografía en la Universidad de Puerto Rico. Como madre, la profesora indica que ha observado en varias ocasiones que son los mismos padres los que promueven la práctica de hacer trampa en sus hijos. “En el colegio que asisten mis hijos, es usual el vender y comprar, no sólo los libros de texto sino también las libretas de apuntes”. El estudiante no sólo aprende que la práctica de utilizar información ajena es aceptada, éste, futuro universitario, también aprenderá a ver el conocimiento como un objeto de intercambio. La educación se convierte en un artículo más a la disposición de quien esté dispuesto a pagar por ella. La profesora Ortíz, añade que la práctica de hacer trampa no es nada nuevo pero la tecnología facilita dicho proceso. El estudiante llega a la universidad menos preparado intelectualmente, pero es más intuitivo en el uso de la tecnología. Su habilidad es mayor que la de previas generaciones y en ocasiones supera las habilidades tecnológicas de muchos profesores. Este conocimiento no es negativo, al contrario puede ser una importante herramienta para el estudiante universitario y futuro profesional siempre y cuando tenga la capacidad o madurez para discernir entre un comportamiento honesto y uno dudoso. Para muchos esta dualidad ética no es un problema pues han internalizado como algo normal el copiar material sin dar crédito a la fuente de origen. Para González quien también es investigadora, los estudiantes universitarios pasan por un proceso de desarrollo cognitivo. No es hasta que han madurado lo suficiente, que éstos pueden reconocer que hay algo no ético en el proceso de copypaste, en el entregar un trabajo que no es suyo, o en copiarse durante un examen. Muchos estudiantes no pueden discriminar pues sólo han aprendido a copiar y no a interpretar. Ante la inhabilidad de poder negociar, el estudiante se enfrenta a un sólo dilema, cumplo o no cumplo. ¿Y ahora, quién podrá rescatarme? Para muchos estudiantes el fin del semestre se resume en dos palabras, estrés y desesperación. Mientras unos se esfuerzan al realizar sus trabajos, otros recurren a prácticas que quizás no solicitarían si tuviesen el tiempo que necesitan para poder realizar los mismos y a la vez, estudiar para sus últimos exámenes. Entonces, ¿qué hacer ante la carencia de tiempo sumado al estrés y desesperación? La respuesta es simple, varios se refugian en la oferta de “se hacen trabajos a la carta”. “Nunca lo he hecho, yo sé que está mal, pero lo haría. Esto es algo que no está éticamente correcto, pero si en algún momento me encontrara pillado, entonces incurriría a hacerlo”, expresó Rafael Vélez, estudiante de Mercadeo que cursa su primer año, cuando se le preguntó si alguna vez había participado en la compra de trabajos realizados por terceras personas. En ocasiones, la desesperación y las tensiones invaden la mente de quiénes la poseen. Otras veces, el trabajo y demás responsabilidades o compromisos impiden que el estudiante cuente con el tiempo suficiente para cumplir con su agenda académica. Por estas y muchas razones, algunos se ven tentados o toman la decisión de aceptar el ofrecimiento que les hace un papel publicado en el boletín que por lo general siempre ignoran. La modalidad que a través de los años ha ido en ascenso es el único remedio para muchos. Probablemente se pregunte, ¿qué tengo que hacer para solicitar un trabajo universitario? ¿Qué nota obtendré? ¿Será confiable? ¿A qué riesgos estaré expuesto? ¿Cuál es el costo de estos trabajos? Esta y otras preguntas son válidas al solicitar un trabajo académico al agente de su preferencia. En un intento de atravesar dicho proceso y luego de recopilar diversas promociones, solicitamos una reseña de cinco páginas a doble espacio sobre una obra teatral. Como era de esperarse, la primera comunicación se produjo a través del correo electrónico a eso de las siete de la mañana. Luego de enviar el mensaje, recibí una respuesta en cinco minutos con el teléfono del “héroe”, hasta el momento, anónimo. Procedí a llamar y luego de varios intentos fallidos éste me devolvió la llamada al medio día, le indiqué lo que necesitaba y a la vez señalé las especificaciones que alegadamente había exigido la profesora. Al indicarle que la reseña tenía que ser redactada en base a una obra, éste me pidió que le enviara la misma a su correo electrónico para evaluarla antes de confirmar si podía cumplir con mi pedido ya que, me comuniqué una semana previa a la fecha de entrega. El libreto sólo tenía 66 páginas. En efecto, éste se dispuso a hacer su labor y prometió entregarme un CD con el trabajo grabado en caso de que quisiera hacerle alguna corrección. Dije, ¡Perfecto! Todo suena bien hasta el momento, ahora viene la pregunta que Luisito Vigoreaux hizo muy popular…sí, la de los 64,000 chavitos. ¿Cuál es el costo del trabajo? ¿Cuándo me lo puedes entregar? ¿Cuál es el punto de encuentro? Muy interesante, ¿no? Empecemos. Muy comprometido y atento dijo, “no te preocupes que el trabajo lo tengo hecho para el jueves”. A lo que respondí, “perfecto, me has sacado de apuros porque esto me tiene en estrés y sinceramente no puedo hacerlo por el trabajo, no porque realmente no quiera hacerlo”. Para mi consuelo, él comentó que no me preocupara porque hay muchos estudiantes que le habían dicho lo mismo al solicitar sus servicios. Ya el “héroe” comenzaba a convertirse en mi paño de lágrimas y quizás hasta en psicólogo. Ahora bien, ¿cuál sería el punto de entrega? Hubo un silencio total y luego de 30 segundos de tartamudeo indicó que “eso lo cuadramos cuando llegue el día”, situación que me pareció algo extraña y misteriosa. Luego de esto, prometió la obtención de una buena calificación ya que sus trabajos no se repiten debido a que siempre crea uno para cada persona que solicita sus servicios. La seguridad del héroe me convenció, podía inhalar y respirar profundamente, y en paz. En mi papel de estudiante estresada, atrás quedaron las tensiones, ya hasta se me había olvidado el significado de esa palabra a la cual todos huyen. Ahora viene lo mejor, el costo de tan ardua labor. El precio varía según los requisitos que exija el cliente, por ejemplo, cantidad de páginas, lectura de textos, alquiler de películas, visitas al teatro o algún evento que esté relacionado con el trabajo, compra de materiales, entre otros. Mis cinco páginas sumadas a la lectura de la obra costaron nada más y nada menos que 40 dólares. Rechazo lo antes dicho, volví a conocer el significado de la palabra tensión, ahora inhalo y exhalo como si me estuviese dando un ataque de asma, se fue la paz. Al cabo de unos días éste prometió entregarme el trabajo pero para mi sorpresa, falló en dos ocasiones. Alegadamente yo tenía que entregar el mismo un lunes y precisamente ese día fue entregado en el lugar en donde me situaba. Por fin conocí al héroe de los que padecen los síntomas de los finales. Un joven simpático, respetuoso, atento, amable y confiable me entregó la reseña de cinco páginas a doble espacio. Abrí el cartapacio y todo lucía muy bien a excepción de un pequeño detalle. En pleno siglo 21, la tecnología está en constante cambio, desarrollo y evolución. A consecuencia de esto, todo, incluyendo a los seres humanos se ha ajustado a las propuestas de ésta, reinventándose para cada día para optimizar los procesos del diario vivir. ¿Quién ha visto un floppy en el 2009? Al parecer soy muy privilegiada ya que tengo uno en mis manos. El CD que me había prometido nunca llegó. A falta de CD, el también estudiante optó por lo retro…un floppy. Luego de intercambiar unas palabras en donde confesó que la obra en cuestión fue la más interesante que le ha tocado leer en comparación con la de los demás, procedí a entregarle los 40 dólares y con una sonrisa y agradecimiento, nos despedimos. Trabajo en mano, todo listo. ¿Los 40 dólares se habrán pagado en vano? Para su sorpresa, sepa que sí. De las cinco páginas, cuatro fueron víctimas del plagio por medio del famoso copypaste. La sustancia del texto fue extraída del libro de José Luis Ramos Escobar el cual se titula, Teatro del Compromiso: Derecho a morir, Los silencios de la Historia. ¿Hasta qué punto el “héroe” realmente es un héroe? Más bien, ¿no será el verdugo que junto a las manecillas del reloj dicta la sentencia del estudiante que está en aprietos? La tecnología, ¿una herramienta o un arma letal? Día a día, las nuevas tecnologías evolucionan constantemente, transformando el estilo de vida de aquellos que tienen acceso a ellas. Con el paso del tiempo y el surgimiento de éstas, un grupo significativo de estudiantes se va alejando de los métodos tradicionales de estudio. Quizás usted se pregunte, ¿por qué? La respuesta es sencilla, esto se debe a que toda la información que el alumno necesita para realizar sus trabajos se encuentra al alcance de un simple movimiento hasta lograr hacer el famoso, “click”. Hace unos diez años atrás los libros eran la principal fuente de conocimiento y nadie duda que aún lo sigan siendo. Actualmente la magia que ofrece el libro se encuentra en línea a través de diversos servidores como Google, Yahoo o MSN a quienes parece sobrarle la información. Ahora bien, si prácticamente para los estudiantes de hoy día el libro es casi una reliquia, ¿dónde quedó la biblioteca? ¿Cuál es su rol? ¿Qué batallas han tenido que enfrentar? Es razonable plantearse dichas preguntas cuando la tecnología se ajusta al estilo de vida que lleve cada persona. Gladys Ruiz, bibliotecaria que labora hace 15 años en la Colección de Revistas y Referencias en la Biblioteca José M. Lázaro, plantea que la visita de los estudiantes “ha disminuido porque ahora tienen acceso a los recursos electrónicos que pueden utilizar desde su hogar”. De igual forma, señala que en un esfuerzo colectivo, los bibliotecarios de las diversas salas han propuesto un horario extendido con el fin de incrementar las visitas por parte del estudiantado. Por desgracia, aún varios han fallado en el intento a consecuencia de la reducción del presupuesto en la Universidad de Puerto Rico. Dicha acción ha repercutido en la reducción de un 14% de bibliotecarios desde el año 2001. Ahora bien, ¿qué función o rol cumple el Internet como posible herramienta principal de los estudiantes del siglo 21? Sólo existen dos respuestas. Para los estudiantes que sólo se dedican a sus estudios sin la necesidad de tener que cumplir con otras responsabilidades, el Internet simplemente puede ser una de sus opciones para la búsqueda de información y referencias que luego utilizará para proceder a redactar su trabajo. Contrario a este perfil de estudiante, se encuentra el alumno que trabaja y demanda una fuerte agenda académica. Es más probable que para dicho grupo el Internet sea visto como su salvación debido a que les facilita la vida hasta cierto punto. De una cordial comunicación personal, viajamos por la Red en busca de cómplices que escucharan el pedido de una voz que pide ayuda. ¡Emergencia! ¡Otro estudiante se enfrenta a la crisis! Y ahora, ¿quién vendrá a rescatarlo? ¡Adivine! ¿Una búsqueda en Google? No, nada más y nada menos que www.reportajesescolares.com, www.monografias.com y el famoso, www.rincondelvago.com. A través de la Web, usted podrá obtener acceso a diversas páginas que comparten el concepto de “internet shopping”, en este caso con una amplia y diversa oferta de escritos académicos según el área de estudios de quien solicita dichos servicios. Por ejemplo, el grupo de www.reportesescolares.com, lleva siete años ofreciendo sus servicios y es una de las compañías que redacta ensayos personalizados por medio de un precio anticipado. La página cuenta con información referente a los escritores que realizarán su trabajo, contacto vía web y telefónico con la compañía, y la facilidad de poder pagar su orden con tarjeta de crédito. El proceso para adquirir su trabajo es sumamente sencillo, sólo tiene que registrarse como usuario de la página, ordenar el ensayo o seleccionar uno de su biblioteca, pagar por el mismo y esperar a que llegue por correo electrónico. Éstas prácticas se han desarrollado a tal grado que www.reportajesescolares.com, ya ofrece el servicio de redacción de tesis y disertaciones. Por otra parte, existen opciones para aquellos que estén cortos de presupuesto, aún les salvarán la vida. Su salvación se encuentra en los siguientes enlaces: www.monografias.com y www.rincondelvago.com. Dichas páginas son muy populares ya que brindan sus servicios gratuitamente. Según el portal, www.alexa.com, en todo Puerto Rico, Rincón del Vago ocupa la posición número 108 entre las páginas más visitadas mientras que Monografías.com se posiciona en el lugar 122. Como era de esperarse, estas páginas ya forman parte de la jerga de los estudiantes y su notoriedad se debe a su accesibilidad y facilidad para encontrar el trabajo deseado. El usuario sólo se esfuerza en escribir el tema o nombre del trabajo que desea obtener para luego seleccionar entre una amplia variedad el más que le agrade y cumpla con sus exigencias. A través de las páginas citadas entre muchas otras que se dedican a realizar dicho tipo de labor, surgen nuevas modalidades de estudio que se van apropiando del sustantivo letargo. El plagio y sus consecuencias La venta de trabajos universitarios ha incrementado a través de los años. Sin embargo, dicha práctica es ignorada por la administración universitaria. Según el Artículo 6.2 del Reglamento General de Estudiantes enmendado el 9 de octubre de 2009, bajo deshonestidad académica se encuentran las siguientes sanciones disciplinarias: acciones fraudulentas, la obtención de notas o grados académicos valiéndose de falsas simulaciones, el plagio total o parcial del trabajo de otra persona, el copiarse de las respuestas del examen de otra persona (tanto la persona que lo permite como la que lo ejecuta), y el copiar información literalmente de algún material sin indicar la fuente. Tomando en consideración la práctica en debate, ¿qué dicta el Reglamento en relación a la entrega de trabajos realizados por terceras personas? Aparentemente esta práctica no figura como plagio académico, definido en el Reglamento General de Estudiantes de Puerto Rico como la reproducción no autorizada de una obra de un autor, independientemente de la vigencia de los derechos que ella contenga y de su naturaleza oral o material, y cuya autoría es, explícita o implícitamente, apropiada falsamente por quien plagia. “Para efectos del Recinto, el plagio es un pecado mortal. Esto ocurre porque muchos estudiantes desconocen cómo citar y hacer referencias”, expresó Hernán Rosado, Procurador Estudiantil de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Entre otras razones, la mayoría de los estudiantes que cometen plagio lo hacen porque sienten la presión de obtener buenas notas, porque consideran un examen o trabajo muy difícil o no tienen mucho tiempo para dedicárselo al estudio y les asignan muchos trabajos y exámenes a la vez. No obstante, no se puede dejar pasar por desapercibido que se han dado casos de plagio con profesores y personal docente del recinto. Según la oficina de Asesor Legal del recinto riopedrense, en los últimos cinco años sólo se han registrado cinco casos de plagio por parte de estudiantes, esto excluye al profesorado que en años anteriores ha cometido el mismo delito. Ante la sospecha de un caso de plagio lo que procede es someter una acusación. Luego, la persona acusada permanece inocente hasta que compruebe lo contrario. Esto forma parte de los principios fundamentales en el procedimiento de investigación, en los que también figuran para propósitos de casos de plagio: la protección de personas que informen sobre actos de falta de integridad académica, las garantías de una investigación abarcadora en la que se ofrecerán pruebas de hallazgos, oportunidades de contestar y contrainterrogar alegaciones, y la protección de la reputación de las personas investigadas. Es necesario tener presente que existe la posibilidad de conflictos de intereses por parte de los investigadores, lo cual no deberá intervenir en la adjudicación de alegadas violaciones, y si la institución lo permite, el acusado tiene el derecho de apelación. A diferencia del antiguo Reglamento General de Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, el cual se mantuvo vigente a partir del 1997 hasta octubre 2009, en el Nuevo Reglamento, el procedimiento a seguir para el proceso y adjudicación de acusaciones comienza con una notificación al profesor o su propio descubrimiento de un posible caso de deshonestidad académica y prefiere que se limite a este intelectual para la solución del problema. De estimarse necesario por el profesor que este asunto pase a manos de un oficial con mayor autoridad, se proseguiría a utilizar el protocolo descrito en la Política Institucional y Procedimientos del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico ante casos de falta de integridad intelectual conforme al antiguo Reglamento. “Esta política debe ser revisada para alinearla con el Nuevo Reglamento debido a que los procedimientos fueron modificados”, declaró Hernán Rosado. No obstante, el procedimiento a seguir del pasado Reglamento tendrá validez si el profesor recurre a la Administración con el objetivo de que éstos solucionen en caso. Ante dicha petición, el procedimiento a seguir propone que en primer lugar, los decanos evalúen las denuncias para luego remitirlas al Rector por un término no mayor de 20 días desde el momento en que fueron sometidas. Luego, el Rector evaluará las denuncias recibidas por el Decano y ordenará una investigación conforme al caso. La investigación tiene una duración de 60 días, pero de ser necesario, el foro investigativo podrá solicitar una extensión de tiempo al Rector. Una vez concluida la investigación, el foro investigativo tiene la responsabilidad de rendir un informe al Rector con los hallazgos de la pesquisa para que éste proceda con la formulación de cargos. Posición del profesorado ante un posible caso de plagio La venta y/o ofrecimiento de escritos representa un problema siempre y cuando los profesores lo permitan. “Yo creo que la Universidad como estructura y como organización no le ha dado a este asunto la importancia que tiene, porque no lo ve como un problema institucional”, indicó González añadiendo que la Universidad ve este problema como uno de actitud estudiantil. Los incidentes se manejan como un comportamiento estudiantil pero, es responsabilidad del profesorado alertar o llamar la atención hacia alguna situación que pueda generar deshonestidad pues éstos tienden a darse cuenta cuando un estudiante intenta hacer trampa. Es una tarea difícil, pero no por eso debe ser ignorada. En fin, ¿qué precio tiene el plagio? Son muchas las repercusiones negativas a las que se expone el estudiante que comete dicha acción. En términos generales, es probable que en algún momento toda persona se haya visto tentada a recurrir a unos servicios que pueden representar un dolor de cabeza o viceversa. Por otra parte, en ocasiones la tecnología se convierte en un arma letal en lugar de ser una fuente de conocimiento. Cuando esto sucede, automáticamente se degrada el enriquecimiento y desarrollo de la intelectualidad y el propio individuo se dirige hacia un camino desconocido. El plagio no es una conducta aprendida, sino una conducta aplicada que no conoce sus límites si sus avances permanecen ignorados y desatendidos por la administración universitaria. Al igual que los padres deben cuidar de sus hijos y estar presentes para adiestrarlos y convertirlos en ciudadanos del bien, es el deber de la comunidad universitaria velar por el estudiantado y guiarlo durante su trayecto académico para crear futuros profesionales que puedan valerse por sus propios méritos, alcanzando el éxito a través del esfuerzo y la dedicación. La solución ante esta problemática puede ser una que jamás encuentre su fin, pero si se fomenta el apetito por el saber y se educa al estudiante a crecer y desarrollarse intelectualmente a través de la lectura y la práctica, se estará contribuyendo a forjar una disciplina de altos estándares de honestidad académica e intelectualidad personal. Es por esto que las consecuencias que dicta el Reglamento General de Estudiantes sobre el plagio no pueden permanecer impunes, sino ejecutadas, para que el estudiantado aprenda a retar el ingenio que todos poseen y abandonan porque se les hace más fácil que otros piensen por nosotros. El mundo profesional no perdona trampas, ¿por qué debe la Universidad permitirle al estudiante que desafíe su capacidad educativa? Estudiante, sólo tú decides lo que quieres. ¿Son el plagio y la deshonestidad académica tus únicas alternativas? Taller de Diálogo