El líder ambientalista Abdul Aziz bin Ali Rashid Al Nuami, conocido internacionalmente como el “Jeque Verde”, articuló su visión ecológica el pasado martes 6 de septiembre ante aproximadamente 130 estudiantes en la Universidad Metropolitana de Puerto Rico.
El Jeque, antes de apalabrar cualquier pensamiento, colocó sus manos sobre su pecho y soltó en el aire un “amo su país”, con admiración. A su gesto le siguió una invitación a creer y fomentar el uso de energía limpia, orgánica, esa que proviene del cielo, y no del suelo. Esa que llega en rayos, olas y ráfagas. Esa que ya está.
El conferenciante se pronunció a favor del sol, del mar y el viento como generadores de energía alterna. Desglosó los conceptos cuya escasez o precariedad , a su entender, constituyen actualmente el epicentro de las crisis humanitarias de mayor impacto: agua, bienestar, alimentación, energía, cambios climáticos y desperdicios.
Habló de reconectar energías, de cada día plantar una semilla en pos de la transformación social, de amar y cuidar al semejante y al no semejante también y de seguir en movimiento a pesar de los tantos retos cotidianos. Puntualizó cuánta vitalidad yace en un cuerpo cada vez que trasciende una noción discriminatoria y establece vínculos de humanidad con otro ser humano.
Al principio, escogió aleatoriamente un miembro de la audiencia, Miguel Zayas, y le regaló un ajuar parecido al suyo.
“Los procesos de cambio no son rápidos. Son graduales. Pero hoy, tomará solo unos minutos. Usted y yo somos iguales. Por fuera distintos, en el interior el mismo corazón”, afirmó el conferenciante, mientras el puertorriqueño de 50 años colocó sobre su cuerpo su nuevo atuendo.
Al Jeque le acompañó Abdul Aziz Al Hinai, asesor de desarrollo social de Osán. En minutos, resumió medio siglo de transformación económica y cultural de los Emiratos Árabes Unidos. Dirigió un recorrido visual por proyectos innovadores desarrollados en Dubái, así como otras formas de avance y modernización logradas en el mismo contexto; una cancha de tenis bajo el mar y un acuario en un centro comercial, por ejemplo.
“Esto no lo logramos estando asustados de PROMESA”, dijo en varias ocasiones, tras asegurar que el proyecto que le valdrá -o ya le vale- a Puerto Rico una junta de control fiscal que anula cualquier tipo de intento de autonomía por parte del país representa un área de oportunidad para la comunidad puertorriqueña.
Al final del evento, una voz surgió desde las filas del público. La pregunta, que no estuvo escrita en tarjetas, como las demás, sino apalabrada en voz alta con la puntual curiosidad que a veces solo se entiende con el oído, recibió respuesta por parte del Jeque. Primero, hubo una sonrisa. El ambientalista asintió, y en voz calma aseguró que regresaría con un plan, siempre y cuando los puertorriqueños comiencen a plantar una semilla de transformación ambiental -por tanto social- y hagan lo posible por hacerla germinar.