Entre los años 2009 y 2010 el mundo presenció una de las pandemias más devastadoras que se haya visto en el último siglo. Una variación del virus que causa la influenza dejó un saldo de al menos 43 millones de personas infectadas y sobre 16 mil personas muertas en más de 200 países.
La propagación del virus H1N1, causante de la influenza porcina, pudo ser controlada gracias a la acción de agencias gubernamentales que promovieron hábitos higiénicos para reducir los contagios entre la población e impulsaron el desarrollo, en tiempo récord, de una vacuna capaz de prevenirlo.
Por temor a contagiarse, muchos boricuas desarrollaron un uso y dependencia excesiva de los llamados geles sanitizantes, conocidos popularmente por su nombre en inglés: “hand sanitizers”. Previo a esta pandemia el “hand sanitizer” era para muchos un producto desconocido o de uso esporádico.
Durante la pandemia la demanda por “hand sanitizer” se disparó en toda la Isla, al nivel de que muchos detallistas racionaron la venta del producto y la gente tuvo que hacer largas filas en farmacias sólo para adquirirlo. Luego de la pandemia, para muchos el uso de “hand sanitizer” se volvió cotidiano, y un tanto obsesivo. Hoy día este producto en el típico hogar puertorriqueño es tan ubicuo como los analgésicos para el dolor o el agua oxigenada para desinfectar heridas.
No es substituto para agua y jabón
El uso desmedido de “hand sanitizer” puede parecer inofensivo, especialmente si se le considera una herramienta para proteger la salud del usuario. Sin embargo, abusar de este producto puede tener serias repercusiones que se agravan por la confianza excesiva y el uso incorrecto que se le da a este.
El uso incorrecto más común y perjudicial del “hand sanitizer” es como substituto del limpiador de manos por excelencia: agua y jabón. Varias agencias federales, tales como el Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), advierten que el “hand sanitizer” sólo debe utilizarse como suplemento para agua y jabón y nunca como substituto. El “hand sanitizer” no tiene la capacidad de limpiar las manos, sólo puede matar microbios que están en la superficie. A medida que el grado de suciedad de las manos aumenta, la efectividad del “hand sanitizer” disminuye.
El 99.9 por ciento de efectividad que reclaman los fabricantes disminuye aun más si se considera que no todos los microbios responden igual a su efecto. De hecho, varios estudios científicos han comprobado que el “hand sanitizer” no es tan efectivo minimizando infecciones virales (ej. influenza) como lo es con infecciones bacterianas. Además, datos del CDC señalan que personas que prefieren “hand sanitizer” sobre agua y jabón son más propensas a contagiarse y propagar infecciones virales.
Más no siempre es mejor
Un problema emergente, y a la vez controversial, que se ha ligado al uso excesivo de “hand sanitizer” y otros productos antimicrobiales (ej. antibióticos) es la selección y proliferación de microbios resistentes, también conocidos como “súper microbios”. Hoy día el CDC clasifica este fenómeno como una de las peores amenazas a la salud pública a nivel mundial.
Cuando se utilizan agentes antimicrobiales lo que se busca es matar microbios que pueden causar enfermedades. Sin embargo, el abuso y uso incorrecto de estos productos, en vez de erradicar estos microbios dañinos, puede propiciar la selección indirecta y la proliferación de los organismos que son resistentes a su efecto germicida. Peor aún, esta capacidad de resistencia puede transferirse entre distintos microbios, lo que puede resultar en súper microbios resistentes a múltiples agentes antimicrobiales.
En otras palabras, abusar de agentes antimicrobiales más que proteger a al usuario de infecciones, podría a largo plazo crear un problema de salud pública mayor y más difícil de combatir.
La higiene puede doler
Un asunto aún más complejo que va de la mano con el abuso de productos antimicrobiales como el “hand sanitizer” es que limitar excesivamente la exposición de una persona a microbios del ambiente puede perjudicar su capacidad para combatir enfermedades. Esto es especialmente cierto durante etapas tempranas de crecimiento, cuando el sistema inmunológico está en pleno desarrollo. Para que este sistema del cuerpo se desarrolle correctamente, la exposición a microbios del ambiente es absolutamente necesaria. O sea, sobreproteger a un niño de exponerse a microbios puede resultar en un adulto menos saludable.
Utilizar “hand sanitizer” puede ser beneficioso sólo si se hace con moderación y de la forma correcta. Expertos recomiendan minimizar su uso en cuanto sea posible, siempre lavar las manos con agua y jabón antes de utilizarlo, y nunca usar “hand sanitizer” con menos de 60 por ciento de alcohol.
El autor es candidato doctoral de microbiología ambiental en la Universidad de Arizona y miembro de Ciencia Puerto Rico.