De marinero pasó a ser buzo, luego pescador y, finalmente, escritor. Nicholas “Nick” Zinkowski, de 86 años y residente en Culebra, lleva 44 años viviendo en la isla municipio, a la que describe como “lo más cercano al paraíso que puedo tener”.
“Lo mejor que hice fue mudarme a Culebra. Han sido los mejores años de mi vida, y probablemente los de Sue [su esposa] también”, expresa Nick, quien le permitió a Diálogo conocer sus vivencias antes y después de llegar a la isla.
Nick nació el 31 de mayo de 1929 en Boston, Massachusetts. La mayor parte de su vida, se crió en Roxbury, una comunidad en la capital del estado, que él mismo admite que “era un lugar muy difícil” para crecer. “Yo era un muchacho muy desobediente, y no comencé a enderezarme hasta que entré a la Marina”, recordó.
Sin haber terminado sus estudios de escuela superior, Nick ingresó en la Marina de Guerra de los Estados Unidos en el año 1946, a la edad de 17 años. Allí, estuvo asignado al submarino USS Torsk, donde era uno de los encargados de manejar los torpedos.
Pero su sueño realmente era ser buzo. Luego de dos años en la Marina, que para ese tiempo era el periodo mínimo de servicio que debía prestar, Nick fue a una escuela de buceo, para luego ejercer como buzo comercial por 25 años.
Durante su carrera como buzo, Nick escribió el libro Commercial Oilfield Diving, que “fue utilizado en todas las escuelas de buceo en los Estados Unidos y Gran Bretaña” durante muchos años. También fue publicado en Rusia.
Nick relató que bucear se volvió peligroso cuando comenzaron a construirse plataformas petroleras para los yacimientos localizados en los océanos. “Muchos buzos sufrieron heridas o murieron”, afirmó.
Confesó que decidió abandonar su carrera de buceo tras un incidente en el que sus empleadores pretendían obligarlo a bucear de una forma irresponsable y poca segura para su vida. Contó que mientras trabajaba en una petrolera cerca de Nueva Orleans, sus supervisores rehusaron su solicitud para que se contrataran más buzos para hacer trabajos de reparación, y les ordenaron a los que ya estaban que realizaran la peligrosa práctica de zambullirse de forma repetitiva.
Al negarse a esto, Nick fue despedido. Cuando llegó a la costa en un barco de tripulación, se enteró que los buzos que accedieron a realizar el trabajo sufrieron un accidente grave: uno murió y el otro tuvo daño cerebral permanente.
“Así que llegué a casa y le dije a Sue ‘nos vamos de aquí. No vuelvo a bucear. No soporto esto ya’”, recordó.
Llegada al paraíso culebrense
Mientras fue buzo, un amigo de Nick le había hablado sobre Culebra; inicialmente, él pensaba que la isla era una base naval y que no vivían personas ahí. Así que junto a su esposa tomó un ferry de Vieques hasta Culebra. Declaró que cuando llegaron: “simplemente nos enamoramos”.
La pareja se mudó a la isla en el año 1971. Poco tiempo después, Nick compró un bote de pesca pequeño para comenzar su carrera como pescador comercial, que ejerció por 25 años.
Para el año en que el Nick llegó a la isla municipio, los culebrenses estaban en medio de sus protestas hacia las prácticas de la Marina. Comentó que los bombardeos afectaban particularmente a los pescadores, ya que tenían que ajustarse a los horarios y límites establecidos por la Marina.
“Recuerdo que, al estar en el negocio de pesca, era muy difícil llegar a los sitios de pescar, ya que la Marina tenía las aguas obstruidas por las maniobras”, narró. A pesar de no haberse involucrado en las protestas, aseguró que “al igual que todos, estaba feliz de ver a la Marina irse”.
No obstante, Nick apuntó que no todo sobre la presencia de la Marina fue negativo. Por ejemplo, la Marina le suplía gasolina diesel para su bote de pesca y así evitaba viajar a Saint Thomas para comprar el combustible una vez al mes. Añadió que también ofrecían servicios médicos a los residentes. “Ese es un lado de la Marina del cual nadie habla”, anotó.
Los recuerdos de Culebra
En los primeros años que vivieron en Culebra, Sue estuvo en un accidente de avión que la dejó recluida en el Hospital Presbiteriano Ashford en San Juan, con heridas de gravedad. Durante este tiempo, Nick continuó pescando para poder pagar los gastos médicos de su esposa.
El marino relató que cuando regresó de pescar, una mujer llamada Charlie vino a su casa y le entregó una bolsa de papel con dinero que habían recolectado los culebrenses para poder sufragar los costos médicos de Sue. “No pude contener las lágrimas. Eso es algo sumamente hermoso para alguien hacer”, confesó.
“Ese es el tipo de isla que era Culebra. La gente se ayudaba. Si alguien necesitaba algo, nos conocíamos unos a otros”, manifestó aludiendo a quienes habitaban Culebra en ese entonces.
Nick declaró que Culebra no es igual a cuando llegó hace 44 años porque “hay mucho turismo, y no tenemos las instalaciones para manejarlo”. Asimismo, indicó que muchas de las personas que conoció originalmente han muerto y ahora a penas conoce a los locales.
“Culebra está orientado hacia el turismo, así que es bien difícil y costoso vivir aquí”, apuntó. Además, fue crítico de algunos proyectos turísticos cercanos a su comunidad por entender que “son personas que están intentando hacer dinero en Culebra. No les importa Culebra, solo les importa hacer dinero”.
Lo que es Culebra para un estadounidense
En los últimos cinco años, Nick se ha dedicado a escribir las memorias sobre su vida, incluyendo su tiempo en la Marina y la primera mitad de su carrera como buzo. In Over My Head es la primera parte de sus memorias y tiene planificado hacer una segunda publicación sobre su trabajo en las plataformas petroleras, entre otras vivencias. Actualmente, está buscando una casa publicadora para entregarles el borrador.
“Mi carrera de buceo fue muy emocionante”, destacó Nick, recordando que se sumergió 600 pies en el Golfo de México hace unos 50 o 60 años atrás. Además, tuvo una compañía llamada Submarine Specialists, Inc., donde hacía labores de buceo en diferentes partes del mundo.
Mientras el proyecto de su libro se concreta Nick pasa sus días en su hogar, desde donde se divisa gran parte del paisaje culebrense, rodeado por libros y pinturas, hechas por su esposa.
“¡Culebra!”, exclamó Nick. “Es imposible decirte lo hermoso que es”, concluyó.