“Babun, hemos viajado lejos
Hemos establecido colonias donde el sol nunca se erige
Hemos visto los muertos hacer fila cerca de los almacenes en los muelles
pero escucho siempre
una mano tocando la puerta”
(texto de Alan Brunton que inspira parte de la obra)
Por más lejos que se viaje, nunca será lo suficiente como para escaparse de uno mismo y de la memoria que nos hace. En La Gris y Babun: subterráneo , la veterana titiritera Deborah Hunt nos abre la puerta a un universo pos-apocalíptico, oscuro y misterioso en el cual sus personajes evocan y tratan de darle sentido a los recuerdos que los han llevado a donde están.
Con los primeros toques de una maquinilla, la historia que se escribe, cobra vida propia. El sonido mecánico de las letras, se une al aire de desolación que llena el escenario, todo claroscuro. Una casa de techos dorados brilla y pronto desaparece, al igual que la vida en la superficie. Esto da inicio a una recreación de ensueño de diversos episodios en los que intervienen, dialogan y luchan entre sí una decena de roedores gigantes, así como La Gris, Babun, la Rata, y Homo sacer.
Las campanadas de un séquito de ratas presagian la hecatombe. El fuego, el mar, y el mismo ser humano, han arrasado con todo y los seres que quedan buscan cómo sobrevivir en el subsuelo. Queda la imagen de una casita pequeña con la estampa de una explosión nuclear adentro…
Abajo, unos viven de arrancarle la cabeza a los otros. Otros se dedican a lo suyo y no se inmutan ante lo que pasa alrededor. Y siempre un grupo de ratas será capaz de hacerse a la vida subterránea y encontrar, a pesar de todo, razones para festejar.
En medio de la resignación, solo uno conserva ánimo para la reconciliación con los hechos y con los demás… para escalar hacia otra realidad.
Deborah Hunt usa sus máscaras para descubrirse y revelarnos sus más profundas pasiones, angustias y ansiedades. No se esconde, ni aunque quisiera, al igual que tampoco el resto de los mascareros, un total de 15, que le dieron vida a La Gris y Babun: subterráneo el pasado fin de semana en la Sala Experimental Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes de Santurce. Vestidos de negro, estos artistas se hacen invisibles y a la vez se convierten en los personajes de sus máscaras, en sus títeres, llevándonos a un mundo que puede ser espejo de nuestra realidad.
Con esta presentación la artista neozelandesa nos presenta el último ciclo de una obra que presentó por primera vez en 2011 en formato pequeño. Es también la culminación del proyecto de Deborah Hunt como parte del Programa de Residencia de Artistas y Compañías Alternativas del Centro de Bellas Artes.