“Don’t forget this fact, you can’t get it back; cocaine
She don’t lie, she don’t lie, she don’t lie; cocaine”
– Eric Clapton, Cocaine (1977)
Imagine que usted estuvo a punto de morir asesinado a manos de sicarios dedicados al narcotráfico por ser un agente federal de la división de Aduanas de los Estados Unidos que se desempeñó en una misión contra las drogas en el aeropuerto de Ciudad de México. Mientras se visualiza en ese escenario, sepa que está imaginando parte de la vida de Ramón, un inspector federal puertorriqueño que en tres meses de colaboración con las autoridades mexicanas, incautó cargamentos valorados en poco más de 35 millones de dólares.
Hace poco tiempo que Ramón (seudónimo para proteger su identidad) completó cuatro décadas de servicio para el Gobierno Federal de Estados Unidos. Al día de hoy, tiene alrededor de 70 años y conserva fresca en la memoria su última estadía en territorio azteca.
“En aquel aeropuerto de Ciudad de México habían dos jefes de Aduana; un director del área de pasajeros y otro director del área de carga. Yo me reunía con el director de la Aduana del área de pasajeros. El primer mes confiscamos 15 millones de dólares americanos. Toda la droga provenía de Guadalajara […] Estuve dos meses afuera y regresé. Confiscamos otros ocho millones de dólares en dos semanas. La cosa se puso caliente y el jefe de la embajada me comunicó que me cuidara, porque confiscamos 13 millones más”, relata.
“Cuando llegó el día de regresar a Puerto Rico el jefe de la Aduana mexicana del área de pasajeros me dijo: ‘nos invitaron a comer’. La invitación venía del jefe de Aduana del área de carga, pero cuando cayó la noche tomé la decisión de irme para Puerto Rico. Llegué a mi casa y vi a mi esposa llorando; mataron al compañero de la Aduana mexicana“, recuerda.
No habla mucho de sus años de juventud, pero asegura que se hizo en la calle, “sobreviviendo entre las gangas de Chicago y buscando escapar de la vida dura”. Luego de sus aventuras en territorio americano, Ramón comenzó a laborar para el Gobierno Federal a finales de la década del 70, cuando un amigo lo invitó a formar parte de un proyecto experimental con agentes de la Policía de Puerto Rico.
Durante sus inicios en la división de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) Ramón se destacó en el aeropuerto Luis Muñoz Marín identificando e interrogando sospechosos de tráfico ilegal. También trabajó en los puertos de San Juan, Ponce y Fajardo como buzo y patrullero costero.
Mientras trabajaba como patrullero de la CBP, protagonizó un sinnúmero de operativos a nivel Isla, entre los que se destacan varias incautaciones de cargamentos de marihuana, cocaína y heroína procedentes de Colombia, Venezuela, Islas Vírgenes y República Dominicana. Estos países, según el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas del Departamento de Justicia de los Estados Unidos (NDIC, por sus siglas en inglés) son los principales centros de producción y/o distribución del narcotráfico en el Caribe, zona categorizada por el Gobierno Federal como Áreas de Alta Intensidad de Tráfico de Drogas.
Mientras conversa con Diálogo, Ramón revisa documentos clasificados en sus archivos y cuenta que en agosto de 1981 llegó información a la agencia de un cargamento aéreo de cocaína valorado en miles de dólares y que tenía como destino el complejo Palmas del Mar en Humacao. De acuerdo al veterano agente, muchas veces en este tipo de trabajo la corrupción es un elemento que influye en el éxito de las organizaciones criminales. En el caso específico de este operativo, según él, la seguridad del exclusivo complejo humacaeño estaba fuertemente involucrada en la transacción ilegal.
“Esa noche estaba lloviendo muchísimo. Recuerdo que para llegar a la pista donde iba a aterrizar el (avión) Aero Commander tuvimos que cruzar una quebrada crecida por la lluvia, porque los guardias de Palmas del Mar estaban sucios (involucrados) y para no levantar sospechas no entramos por la entrada principal. En lo que ellos (el avión) llegaban, nosotros nos mantuvimos escondidos en el borde de la pista, entre los arbustos. Justo cuando aterrizó el Aero Commander uno de los sargentos de la seguridad de Palmas del Mar llegó a la pista en su vehículo y con su arma de reglamento en mano comenzó a bajar la droga del avión y a meterla en el carro. Antes de que amaneciera nos tiramos, los desarmamos y en la mañana los arrestamos a todos, incluyendo al dueño del cargamento que era del estado de la Florida”, rememora al tiempo que revive la historia entre fotos viejas y unas cuantas piezas de colección.
Pero Ramón reconoce que “ese tipo de maromas han cambiado un poco, porque el narcotráfico ha evolucionado”. Y es que según él, al presente las organizaciones que operan en el Caribe trazan distintas rutas marítimas para complementar nuevas estrategias con los métodos antiguos.
“En el caso de Puerto Rico, la mayoría de las veces las organizaciones transportan la mercancía en lanchas desde Venezuela y Colombia. Hay dos rutas: las Islas Vírgenes o la República Dominicana. De esos dos puentes la droga llega a Puerto Rico y aquí se queda una parte, y eventualmente el resto se distribuye a través de los puertos y los aeropuertos de la costa este de los Estados Unidos”, asegura.

Diagrama de las rutas más utilizadas por las principales organizaciones dedicadas al narcotráfico en el Caribe para llegar a Puerto Rico. (Diseño/Ronald Ávila)
Asimismo, confiesa que precisar la cantidad de droga que entra a los Estados Unidos cada año todavía es motivo de investigación para las autoridades. Datos del NDIC muestran que el año pasado la suma de material incautado por el Gobierno Federal en el Caribe –entre cocaína, heroína, crack y marihuana procedente de Venezuela y Colombia– fue de 21 toneladas métricas; unas 46,300 libras de material ilícito, aproximadamente.
“A Puerto Rico entra muchísima droga. Nos atacan por todos los puntos cardinales. Por eso es que esta gente se puede dar el lujo de perder algunos cargamentos, porque luego de un tumbe te meten el doble y el triple del material que nosotros incautamos. El narcotráfico es un monstruo que se regenera. Lo más difícil ahora mismo es enfrentar la mafia que hay en los puertos y evitar que sigan fortaleciéndose”, afirma.
México, “mina de crímenes violentos y corrupción”
Cuando hablamos de narcotráfico, crimen organizado, drogas, armas y corrupción no podemos dejar de mencionar la situación por la que atraviesa México, país que nuestro entrevistado describe como “una mina de crímenes violentos y corrupción que lamentablemente se ha convertido en una zona de guerra donde las principales organizaciones del narcotráfico (Cartel de Sinaloa, Cartel Jalisco Nueva Generación y Cartel de los Zetas, entre otros) protagonizan diariamente sangrientas batallas para continuar fortaleciendo sus respectivos proyectos”.
“En México la cosa es diferente, porque las organizaciones están mucho más desarrolladas. Además, están mucho más cerca de los Estados Unidos y la movilización es mucho más costo-efectiva, más cómoda en ese sentido”, detalla.
Ramón, además de patrullero costero e inspector de Aduanas en los principales puertos del País y en México, colaboró con las Aduanas de Panamá, Colombia, Costa Rica y Honduras.
En su estadía en México, por la naturaleza de su profesión -que muchas veces se convierte en un estilo de vida-,Ramón tenía que moverse por distintas rutas para llegar a su área de trabajo y al hotel donde se hospedaba para evitar ser identificado o perseguido. La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) reporta que en México son ocho los cárteles operantes en control del mercado subterráneo y “por esa razón allí no podía confiar en nadie”, asegura el experimentado oficial, quien durante la entrevista estuvo acompañado de su esposa.
“Fue difícil. No es fácil recibir amenazas de muerte constantemente, que te saquen de tu casa porque hay sospechas de que algo va a pasar. Mucho más difícil es que tengas a tu esposo, al padre de tus hijos, arriesgando minuto a minuto su vida en otro país. Pero aquí estamos, aprendimos a aplicar todas las experiencias a nuestras vidas”, confiesa la esposa fijando la mirada en su marido.
Cazando mulas en Puerto Rico
En sus mejores años con el Gobierno Federal, Ramón se dedicó a identificar e interrogar a las famosas mulas, personas utilizadas por las organizaciones de narcotráfico para transportar material de una forma mucho más barata. Esa tarea lo hizo convertirse en blanco de muchos criminales en Puerto Rico y en el exterior. Esto lo obligó a diseñar planes diarios para escapar día tras día de las garras del crimen organizado.

‘Mula’ detenida transportando cocaína en su ropa. (Suministrada)
“De diez personas que yo separaba e identificaba como sospechosos, ocho cargaban con algo. Por eso viajé y colaboré con las autoridades federales mexicanas y con el resto de las aduanas. Para darte un ejemplo, una vez identifiqué un tipo que llegó al Luis Muñoz Marín en un vuelo de Colombia. Llegó solo, se veía medio enfermo y cojeaba. Lo separé del grupo y me lo llevé a un cuarto para interrogarlo. Cuando le pedí que se quitara varias piezas de ropa resultó que al hombre le habían abierto los muslos y que le habían metido bolsitas de cocaína a sangre fría para que las entregara en España. Otras veces cosían la droga a la ropa y la cosa era más técnica”, puntualiza.
Si bien el tema del narcotráfico en Puerto Rico se discute de forma pasajera en la prensa y genera pasiones mediáticas en la sociedad, lo cierto es que pocos comprenden la magnitud del fenómeno al que agentes como Ramón se enfrentan día tras día. Los datos demuestran que el poder económico de estas organizaciones criminales, como por ejemplo el Cartel de Sinaloa, es comparable al de imperios económicos como Netflix, Facebook, Amazon y UPS.
A pesar de varias décadas de guerra contra las drogas, la misión de impedir –o al menos reducir- la entrada ilegal de cargamentos de narcóticos continúa siendo un ejercicio titánico.
La economía subterránea en Puerto Rico
Un estudio preparado en el 2010 y presentado en febrero del 2012 por la Cámara de Comercio de Puerto Rico estimó que la economía subterránea en la Isla genera unos 14 billones de dólares al año. Asimismo, el informe resaltó que de los 14 billones, aproximadamente cinco pudieron ser resultado del narcotráfico u otras actividades ilegales.
*A continuación, los precios de las drogas en Puerto Rico y en el Caribe:

Diseño/Ronald Ávila

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*Datos provistos por el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.