Estos tuits son de terror: se trata de chamaquitas israelitas deseándole la muerte a árabes, bajo el lema #ZionStandUp. De inmediato colgué el enlace en mi muro de Facebook para compartir mi indignación. Al día siguiente, leí este status de un contacto: “No entiendo por qué Israel intensifica su bombardeo a Gaza si yo pegué mas de 20 letreritos en mi muro que decían que no estaba de acuerdo y discutí con un señor en la panadería cuando fui a comprar quesitos”. Se trata de una amiga cantándola como las ve. Y tiene razón.
Se ha escrito muchísimo en las redes acerca de la inutilidad de las redes en materia de activismo político. Y sin embargo, #DejenDeBombardear. Ahí está, mi granito de arena. Según Emmanuel Lévinas, el insomnio es una de las maneras en que manifestamos nuestra preocupación por el dolor que experimentan desconocidos y desconocidas en el mundo, así como de mantenemos alerta ante las catástrofes que tronchan sus vidas. La mayoría de mis contactos en Facebook no duermen. Postean la variedad de cosas a deshora. “Variedad” es una exageración. Más bien se trata de variaciones de un mismo dolor. Como en el jazz, tomas alternas del mismo tema. Ver El perseguidor, de Cortázar, donde el saxofonista Johnny Carter regresa de vagar por un campo lleno de urnas para tocar un tema titulado Amorous.
Yo no conozco a la mayoría de mis contactos en Facebook, pero intuyo que le duelen una gran variedad de cosas. Entre ellas, las imágenes de niños víctimas de bombardeos en Gaza, contrapuestas a las fotos de perfil de adolescentes israelitas en trajes de baño, exigiendo y/o celebrando su muerte. A uno le dan ganas de matar y/o de crear y/o de no posar más nunca en traje de baño, pero transa por no dormir y colgar más fotos y artículos sobre el mismo tema, rehusando variar el motivo para el dolor, seguido quizá por una canción como ésta.
De veras que no entiendo por qué Israel intensifica su bombardeo a Gaza [o sea, sí lo entiendo en tanto sé algo de política e ideología. No obstante,] pegué más de 20 letreritos en mi muro que decían que no estaba de acuerdo [porque qué más hacer, si no tengo misiles y no sé tocar el saxo] y discutí con un señor en la panadería [al cual estaba dispuesto a matar por razón de un extraño dolor que no comparto, pero me preocupa y quizá por ello, paso la noche despierto escuchando a Louis Armstrong, cuyo dolor tampoco comprendo del todo, y eso me preocupa también].
Hay días en que mirar mi newsfeed es como mirar un campo lleno de urnas, sin saber que son urnas, pero no importa, porque uno no las puede tocar. Y sin embargo, #DejenDeBombardear.
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital. A continuación, su más reciente colaboración.