Por: Luis Alejandro Grande
Puerto Rico se encuentra en este momento, en medio de una batalla mediática en la que se debate un proyecto de que en las escuelas se ofrezca una educación sobre perspectiva de género. Por un lado, algunos miembros de la sociedad civil (feministas y aquellos que creen en la equidad entre hombres y mujeres) defienden la idea, mientras que en contra se postula otro grupo de personas (muchos de ellos conservadores y sobre todo, miembros de iglesias fundamentalistas). El problema parece ser que, tanto aquellos que critican la idea, como muchos de los que quieren defenderla, no entienden en lo absoluto de qué trata la educación sobre perspectiva de género.
El problema se intensificó cuando algún insensato, ya sea por ganas de echar leña al fuego, por pura ignorancia o buscando precisamente demonizar el proyecto, decidió compartir una serie de imágenes falsas que mostraban unos supuestos libros que serían usados para impartir esta educación. En las imágenes se veía la portada de un cómic erótico homosexual, popular en Europa, así como libros sobre sexualidad humana para niños. Esto provocó que, aún cuando el Departamento de Educación no ha seleccionado libro alguno (el proyecto ni siquiera está aprobado, así que no se ha llegado a la etapa de selección de material), los conservadores y fundamentalistas comenzaron a compartir estas imágenes falsas, generando un efecto de “bola de nieve”, dando como resultado una inmensa desinformación en la población general puertorriqueña. Gracias a esta situación, se ha repetido hasta el hastío que la educación sobre perspectiva de género va a promover la sexualidad entre niños o incluso convertir a los niños en homosexuales. Nada más alejado de la realidad.
Organizaciones como Puerto Rico por la Familia han utilizado promociones erróneas e hipotéticas sobre la perspectiva de género. El Departamento de Educación ha aclarado que no se utilizarán materiales de este tipo. (Facebook)
Comencemos explicando ¿qué es la perspectiva de género? Citando a Wikipedia, “La perspectiva de género es una categoría analítica que acoge a todas aquellas metodologías y mecanismos destinados al ‘estudio de las construcciones culturales y sociales propias para los hombres y las mujeres, lo que identifica lo femenino y lo masculino’ que supone la existencia de una desigual distribución de poder entre géneros en todas las clases sociales.” Aclarando, la perspectiva de género es un estudio o análisis de todo lo que significa masculino y todo lo que significa femenino, con miras a reconocer una desigualdad entre hombres y mujeres dentro de nuestra sociedad (y por ende, buscar eliminarla para alcanzar una situación de justicia e igualdad para los géneros).
En el primer ejemplar de la serie de publicaciones “Género y Trabajo Social” de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México -UNAM- (titulado “Perspectiva de Género”), la ingeniera Patricia Silva Rosales, oficial del Instituto de la Mujer del Gobierno del Distrito Federal mexicano; expone “la necesidad de incorporar en la sociedad, a través de nuestro actuar cotidiano, la perspectiva de equidad de género como una herramienta para el entendimiento y solución de la compleja problemática de la sociedad actual”. Cómo explica Silva Rosales en su texto, el género es un concepto producto de un conjunto de ideas, creencias y representaciones culturales. Esto es la explicación de que en Puerto Rico, por ejemplo, es extraño o incluso malo que un hombre use falda, mientras que en Escocia, existe una falda llamada “Kilt” que es un símbolo de masculinidad y sólo es usado por hombres.
Las características masculinas y femeninas son convenciones culturales que varían según cada país o incluso cada tribu o subcultura. Dentro de una misma nación, aquello que es considerado masculino o femenino por un individuo, puede variar dependiendo de la clase social a la que este pertenece. Ahora bien, algo que es común para todos los estratos sociales, países y culturas es la inmensa inequidad entre hombres y mujeres. No debería ser necesario ahondar en este punto, pero nuestros convencionalismos sobre masculinidad y feminidad son tan injustos que mucha gente es incapaz de ver con claridad esta situación. Vivimos en un mundo en el que una de cada seis mujeres sufre de abuso, por lo menos una vez en su vida, Vivimos en una sociedad en la que existen mujeres que ganan menos dinero que un hombre, por realizar el mismo trabajo. Una sociedad en la que frases como “juegas como una niña” son formas despectivas de calificar el desempeño de una persona; o en la que un niño que llora o expresa sentimientos de tristeza es catalogado como menos hombre porque “los niños (según nuestras erradas y disparatadas convenciones) no lloran”.
Esta desigualdad no solamente es injusta, sino que es fuente de bullying y acoso en escuelas, universidades e incluso entre adultos. En la más reciente entrega de la famosa saga de Mario Bros, el popular personaje de Nintendo, uno tiene la opción de jugar con cuatro personajes, de los cuales, uno es una princesa. Este personaje tiene una habilidad que los otros no poseen, que le permite volar. Tristemente, como los niños no juegan con princesas (según los convencionalismos), si un chico decide seleccionar a la princesa color rosa, porque entiende que la capacidad de flotar por los aires es una ventaja en el juego, será ridiculizado por sus compañeritos, por usar “un personaje de niña”.
Del mismo modo, un chico que decide llevar una camisa o una mochila de “My little Pony”, un dibujo animado que promueve valores de amistad, honestidad, trabajo en equipo, justicia, entre otros muy buenos valores, será víctima de burlas porque es “una caricatura de niñas”. Esto no sólo es terrible para los niños víctima de bullying, sino que la premisa debajo de toda esta burla es que “ser niña” es algo inferior o burla. Es la misma premisa al insulto de que haces tal cosa “como niña”.
Más aún, las construcciones que tenemos sobre la masculinidad, no sólo enseñan que los niños no lloran y no pueden ni deben mostrar sentimientos, ni ser demasiado afectuosos. Deben ser valientes, aguerridos y defenderse. No en vano los chicos juegan a golpearse, a pelear, a las armas, mientras que consideran que las niñas juegan cosas aburridas como las muñecas, las labores domésticas y otras actividades reservadas para las féminas y que por tanto, no promueven en niños el aprendizaje de ocuparse de sus hijos ni ayudar en el cuidado del hogar. Siguiendo en la línea de construcciones sobre la masculinidad que son sumamente dañinas, a los niños se les enseña que deben tener novias (y no una sino varias), por lo que un hombre que no tiene pareja, es menos hombre. Esto es uno de los principios detrás del hecho de que los hombres se sientan presionados a usar a las mujeres e incluso maltratarlas. Más aún, gran parte de lo que ocasiona que los hombres busquen tener sexo con mujeres, incluso a la fuerza, es que su masculinidad está en entredicho si no lo logran.
Muchos de los detractores de esta propuesta educativa esgrimen el argumento de que “es potestad de los padres la educación de sus hijos”. Este argumento no sólo es una falacia pues (en la mayoría de los casos y generalmente) los padres no les enseñan Matemáticas, Geografía, Español, Biología, Estudios Sociales ni ninguna materia a sus hijos, sino que si bien un niño aprende muchísimo de sus padres, aprende muchísimo también de sus maestros, sus amigos, los videojuegos, la Internet y los medios. Lamentablemente, estos últimos cuatro, suelen ser los más influyentes y al mismo tiempo, las fuentes más grande de aprendizaje de constructos sociales de género, muy dañinos y perjudiciales.
Por ejemplo, cuando era niño solía ver unos dibujos animados en el que un monstruo atacaba semanalmente una ciudad. El único personaje femenino de la serie intentaba detener al monstruo, al menos el tiempo suficiente para que el protagonista (el personaje masculino) llegara y acabara con la amenaza. La chica sabía que ella era incapaz de derrotar al enemigo, pero lo único que tenía que lograr era detener su avance hasta que el hombre llegara a salvarla a ella y a la ciudad. Al final la chica agradecía siempre al héroe con un beso. Fórmulas como esta se repiten sin cesar en series, películas, cómics, juegos de video, entre otros materiales, promoviendo la idea de que las mujeres son realmente débiles e incapaces de resolver el problema, sin la ayuda del hombre. Esto forma generaciones de mujeres dependientes y hombres que creen que merecen que la mujer los bese (o aún más) porque éste les ha ayudado (económicamente o de algún otro modo).
Si a esto le sumamos la influencia de la radio, la música (el reguetón es uno de los peores formadores de constructos nocivos de género, pero hay letras igualmente machistas y misóginas en otros géneros), la Internet y las amistades de nuestros hijos, lo poco que podemos enseñarles como padres, sobre todo cuando nuestro tiempo está comprometido gracias a nuestras profesiones, no es suficiente para contrarrestar el efecto que tienen estas fuentes. Por lo tanto, el que se les imparta una educación con perspectiva de género, durante las (por lo menos) ocho horas que pasan en la escuela, tendría un efecto maravilloso para remediar toda la influencia negativa que reciben a diario nuestros hijos.
Patricia Silva Rosales dice en su texto que “es evidente que en la actualidad vivimos una ola antifeminista (entendiendo el feminismo como la búsqueda de equidad entre géneros), empujada por sectores conservadores de todo el planeta y desde luego por grandes intereses económicos, para los que resulta más costoso permitir que la mujer deje a un lado los estereotipos tradicionales de la mujer, y con esto preservar el dominio masculino del poder.” No es de extrañar entonces que la idea de una educación que promueva la equidad en nuestras escuelas, sea visto como una amenaza por dichos sectores y que esta campaña de desinformación sea una carta jugada para demonizar este proyecto, que podría ser de un beneficio inmenso para nuestra sociedad. Si lo que queremos es un mundo más justo, con menos bullying, menos violencia doméstica, más padres responsables y mejor entendimiento entre hombres y mujeres, entonces tenemos que apoyar la educación sobre perspectiva de género.