Pregunta inocente, ¿Wanda Rolón sabe que su billboard en Bayamón fácilmente contribuye al 85% de la contaminación lumínica que hay en Puerto Rico?
Una vez vi un tiburón ballena de frente. “It was awesome! (Impresionante)”, como dicen en la película Mean Girls. “Todos los días debes hacer algo que te asuste”, como dijo Eleanor Roosevelt.
El tiburón ballena se considera el pez más grande del mundo, llegando a medir hasta 12 metros de longitud. Se alimenta de agua y de peces pequeños.
Más que eso, creo que me aterra la mencionada apóstol y el manejo a sus seguidores, utilizándolos como marionetas para transmitir sus creencias. Wanda Rolón es una pastora, tal vez de las más influyentes del País, se alimenta de la fe y del diezmo de sus miles de feligreses.
Al momento del encuentro, el animal estaba lejos de mí. Nos separaba una reja submarina que, ahora recordándola, bien pudo ser derribada por el mamífero. Según los expertos, este tipo de animal no representa un peligro para los humanos. Al contrario, es muy cariñoso. No obstante, pienso que, al no sentirse amenazado por mi presencia, no tomó acción alguna en mi contra y por eso continuó su nado con elegancia.
Rolón también está lejos de mí. Nos separa una barrera cuasi palpable en la que nuestras creencias y finanzas juegan un papel principal. Ella no ha actuado en mi contra de manera directa y no dudo que sea una persona cariñosa con sus seres queridos. Sin embargo, sí ha atentado contra esa barrera en las innumerables ocasiones que ha utilizado su poder para manifestaciones a modo de resistencia ante el surgimiento de temas como la perspectiva de género y de los derechos de la comunidad LGBTTQ, entre otras cosas.
Asumo que debo defenderme de las ofensas que he recibido de su parte.
Un tiburón supone ser de lo más temido en el mar, tanto para seres humanos como para los animales. Rubén Blades cantó sobre los tiburones una vez, refiriéndose a la política estadounidense sobre América Latina y el Caribe. La letra dice así:
Pobre del que caiga prisionero
Hoy no habrá perdón para su vida
Es el tiburón que va buscando
Es el tiburón que nunca duerme
Es el tiburón que va asechando
Es el tiburón de mala suerte
Sobre las primeras dos líneas puedo dar mis condolencias para los fanáticos de la apóstol. La segunda estrofa la describe perfectamente. ¿Sabían que el billboard del que hablaba antes nunca se apaga? Mala suerte tiene el país de contar con tan fuerte oposición hacia el progreso.
Las marchas convocadas por la apóstol y otros religiosos son muy concurridas, ya que rentan guaguas escolares y se organizan para llevar su mensaje por medio de cánticos y argumentos lógicos, bajo su propia racionalidad. Algunos de sus mensajes, los imprimen en camisetas, pancartas o sobre la bandera de Puerto Rico, como presenta una foto de la marcha en la que unas manos agarran firmemente nuestra bandera con la frase “Puerto Rico para Cristo” escrita en ella.
Según el artículo 27 del “Reglamento sobre el uso de la bandera de Puerto Rico del Estado Libre Asociado (5282)”, inciso D, las siguientes prácticas quedan prohibidas:
Estampar, imprimir o en alguna forma hacer figurar alguna palabra o palabras, número, marca, grabado, diseño, o anuncio de cualquier índole sobre la bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
Desplegar, o hacer desplegar a la vista del público una bandera del Estado Libre Asociado sobre la cual se hubiere impreso, estampado o agregado alguna palabra, número, marca, grabado, diseño, pintura, o anuncio de cualquier índole.
Así como el expresidente del Partido Nuevo Progresista Carlos Pesquera se ofendió por no ver la bandera de Estados Unidos en la Serie del Caribe, yo me agravo por este tipo de conducta que deja mucho que desear sobre la separación de Iglesia y Estado.
Escribir mensajes sobre mi bandera es tan ofensivo como pasársela entre las piernas (véase a Madonna en el estadio Juan Ramón Loubriel, 1993) o para algunos a quienes no comprendo, plantarla en el expreso Las Américas.
Asumo que puedo resumir mi defensa de la siguiente manera:
Tiburón, respeta mi bandera.