La aviación francesa lleva a cabo ataques en Malí desde hace tres días contra grupos armados tuareg, a los que cataloga de “terroristas” e “islamistas radicales”.
Tras una reunión en el palacio del Elíseo, el ministro galo de Defensa, Jean-Yves Le Drian, explicó que aunque los ataques contra los grupos armados han dado “resultados extremadamente tangibles” en el norte y la situación avanza “favorablemente”, está aún lejos de ser controlada.
“Esta mañana tomaron Diabali después de un combate importante y de la resistencia del Ejército de Mali, que estaba insuficientemente dotado en ese momento”, añadió en una entrevista concedida posteriormente a la cadena BFM, donde recordó que los ataques aéreos persisten con el objetivo de recuperarla.
Según fuentes francesas, la llamada “Operación Cerval” ha logrado ya la recuperación de la ciudad de Konna, en el centro del país, y la destrucción de campos de entrenamiento y depósitos cerca de Gao, en la zona norte, bajo control rebelde desde mediados de 2012.
Unos 500 militares se suman al despliegue francés en todos los frentes abiertos, que según las fuentes se reforzará “en función de la situación”, y que medios como el periódico “Le Monde” avanzan que podría llegar a los 2,500 soldados en los próximos días.
Francia se ha colocado en la primera línea de fuego de un conflicto en el que hasta la fecha el apoyo de occidente es logístico y político.
El uranio, el verdadero motivo
Resulta incorrecto hablar sobre los insurgentes como un grupo homogéneo. Hay distintos grupos e intereses. Entre los grupos armados que luchan por el control de la región están los tuareg, los islamistas radicales y grupos vinculados a Al Qaeda.
Los tuareg no son simplemente una tribu nómada, entre ellos hay hasta 6,000 personas que lucharon en Libia apoyando al coronel Muammar Al Gaddafi en 2011 durante la intervención militar occidental en ese país.
El conflicto en Malí de hecho es una consecuencia de los acontecimientos libios, cuando Occidente, y sobre todo Francia, acabaron con el frágil equilibrio en la región y ahora están “cosechando los frutos”.
Un hecho de suma importancia es que en las zonas tuareg de Malí, Níger y Libia existen importantes reservas de uranio.
En el norte de Níger, país vecino de Malí, transnacionales francesas operan en dos grandes minas de uranio (Arlit y Akouta) situadas a los alrededores de la ciudad industrial de Arlit, situada en la región de Agadez.
Los yacimientos estratégicos de uranio en Malí son un elemento importante en el conflicto y explican en parte el interés de las fuerzas occidentales en la región.
Estados Unidos está preocupado por la posibilidad de que los tuareg accedan a este metal radiactivo.
Si los rebeldes establecen su control sobre los yacimientos, empezarán a buscar maneras de vender uranio, en primer lugar a Irán. Esa evolución de la situación no le gustaría a EEUU ni a sus socios de la OTAN.
Por ello, los próximos pasos que dará occidente será el despliegue, a través de Naciones Unidas, de tropas de la OTAN para un supuesto mantenimiento de la paz.