Algunas veces, cuando vamos al cine, lo hacemos con gran expectativa. Sobre todo cuando la película cuenta con un elenco de grandes figuras, un trailer que muestra una alta tecnología en materia de efectos especiales, un maquillaje impresionante y el aval de ser un “remake” de un clásico de la cinematografía de horror. Esto es lo que me pasó cuando fui a ver The Wolfman, llegué con la esperanza de ver un film de calidad histriónica, artística y técnica. Lamentablemente, ninguna de mis expectativas quedó satisfecha. The Wolfman es una de esas películas que lo dejan a uno con la duda de si el producto final fue lo que sus realizadores tenían en mente. En primer lugar tiene un guión flojo con un argumento arbitrario y hasta tonto, me atrevo a decir. Es una de esas tramas cuya complicación tiene una solución bastante obvia y simple, pero que por razones arbitrarias los protagonistas deciden evitar. Lo peor es que finalizando la película, optan por esta salida, haciendo que la redundante e innecesaria historia sea aún más imperdonable. Además tiene escenas que buscan ser sangrientas al estilo del cine gore o visceral, pero que rayan en lo ridículo cuando contrastan con la seriedad adoptada en el resto del tratamiento del director. El segundo problema de este filme es la actuación. A pesar de su impresionante elenco, los personajes son planos, insípidos y en algunos casos hasta caricaturescos. Hugo Weaving es el que menos desagrada, aunque su personaje a veces parece el Agente Smith de Matrix, transportado a la Inglaterra victoriana. Emily Blunt tiene un personaje que debiera ser más importante pero abandonado por la trama y la dirección, hasta el punto en que su única función es la de verse bella (cosa que no le cuesta a la actriz pero que no es de gran mérito). Anthony Hopkins tiene el peor personaje. No sólo es caricaturesco sino que, a pesar de haber sido interpretado por este legendario y gran actor, no convence pues es demasiado superficial. En mi opinión, el ver a estos experimentados y talentosos actores incumpliendo tan gravemente, es evidencia de una severa falta de dirección. La actuación de Benicio del Toro, por su parte, no sólo es parte del segundo problema sino que genera en sí misma un tercer elemento negativo del film. Su participación es terrible. Del Toro pasa toda la película con el mismo rostro, la misma emoción y con una caracterización plana y para nada convincente. Pero el problema mayor es el hecho de que pareciera que fue escogido para el papel protagónico dado su puesto de productor de la cinta. Analicemos con calma el casting de la película: Anthony Hopkins, un inglés de familia noble, tiene dos hijos. El primero representado por Simon Merrells, quien es un rubio de cabello liso, ojos y tez clara, y el segundo interpretado por Benicio del Toro, quien es un latino de cabello oscuro y grueso. No es que el actor puertorriqueño no pudiera hacer el papel, pero pudiendo conseguir a cualquier actor con la nacionalidad y el fenotipo requeridos para el personaje, ¿Por qué se escogió a Del Toro? La última característica negativa de este film es, sin lugar a dudas, el precedente de la película The Wolfman de 1941, en cuyo guión se basa esta nueva versión. La cinta original en la que el gran Lon Chaney interpreta al hombre lobo es un clásico del cine de horror. La historia y las actuaciones son maravillosas, congruentes y sólidas. Un claro contraste cuando se compara con la nueva puesta en pantalla de la historia del hombre lobo. Lamentablemente esta nueva versión no hace honor a la película original. Uno espera que cuando se rehace un clásico, uno disfrute de la genialidad del mismo con la tecnología contemporánea. The Wolfman es un claro ejemplo de que hay ocasiones en las que la tecnología no es suficiente para hacer una buena película y que no hay por qué buscarle la quinta pata al gato, o en esta ocasión, al lobo.