GUWAHATI, India (Reuters) – Millones de indios, incluyendo al primer ministro Manmohan Singh, votaron pacíficamente en la segunda vuelta de las elecciones generales -proceso que tendrá un mes de duración- y que podría arrojar como resultado una débil coalición. Cientos de miles de policías vigilaban la seguridad de unos 200 millones de personas que pueden votar a lo largo de zonas del centro y el sur de India. Hace una semana, 16 personas murieron en incidentes generados por la violencia maoísta en la primera vuelta de la votación. La coalición que cuenta con mayoría en el Congreso parece tener ventaja frente a la alianza dirigida por el nacionalista Bharatiya Janata Party (BJP), pero ambos pueden necesitar el apoyo de una serie de partidos regionales menores para llegar al poder. Bajo vigilancia armada, Singh, votó en Guwahati, la principal ciudad del estado de Asam, que se ha visto sacudido por una cadena de atentados con bomba previos a las elecciones. Singh es el candidato a primer ministro del Partido del Congreso, que ha visto un boom económico desde que llegó al poder el 2004. Pero el panorama para el próximo Gobierno es menos agradable debido a un profundo déficit fiscal justo cuando la economía sufre una recesión. También hay especulación de que un grupo de partidos menores conocidos como el “Tercer Frente”, que a menudo son vistos como oportunistas, pueda arruinar las oportunidades del BJP o el Partido del Congreso. Al menos el 55 por ciento de las personas habilitadas para votar emitieron sus sufragios el jueves, dijeron funcionarios electorales, en comparación al 62 por ciento en la primera ronda la semana pasada. La nueva vuelta de las elecciones, la mayor de las cinco fases, llevará a las urnas al corazón rural del país, pero también a Bangalore, el centro tecnológico indio, y a algunos estados donde los rebeldes maoístas son fuertes. Mientras la lluvia caía, se formaban largas filas de personas en las estaciones de votación en Guwahati. La votación se realiza por etapas, es por eso la larga duración del proceso, pues así permite a las fuerzas de seguridad moverse a lo largo del país para frustrar cualquier intento por coaccionar a un electorado de más del doble de la población de Estados Unidos. “No hay motivo para tener miedo y he venido aquí a depositar mi voto”, dijo Biren Barua, de unos 30 años, que esperaba para votar en Guwahati. Los rebeldes volaron una estación ferroviaria y derribaron árboles para bloquear carreteras en el estado oriental de Jharjand el jueves a primera hora. También secuestraron un tren brevemente el miércoles en una muestra de fuerza antes de dejar en libertad a los pasajeros, sanos y salvos. Durante las últimas horas del jueves, los rebeldes maoístas accionaron una mina terrestre en el estado de Bihar, ubicado al este, matando a cinco policías que escoltaban la votación y dejando heridos a otros seis policías, informaron funcionarios. En el sureño estado de Andhra Pradesh, una persona murió y al menos una docena resultaron heridas en enfrentamientos políticos separados, dijo la policía. En el estado Tamil Nadu, el gobernante Dravida Munnetra Kazhagam, aliado de la coalición gobernante de India, instó a una huelga de 12 horas. Los expertos dicen que fue un intento para ganar votos con una muestra de simpatía hacia los golpeados Tigres para la Liberación del Eelam Tamil en Sri Lanka. El resultado se conocerá el 16 de mayo. Las elecciones indias son especialmente difíciles de predecir y los sondeos han arrojado resultados no correctos en el pasado. Los sondeos a pie de urna están prohibidos. La diversidad de castas, religiones y etnias comprenden a 714 millones de votantes en el mayor ejercicio de democracia del mundo, donde los antiguos lazos aún juegan un papel importante en las urnas. No hay un único tema nacional en estos comicios y la campaña ha estado marcada por ataques personales y retórica. Los partidos prometen a los votantes medidas populistas como subsidios alimenticios y la promesa de mejor gobierno y seguridad.