TEGUCIGALPA- Fuerzas de seguridad hondureñas chocan con cientos de seguidores del derrocado presidente Manuel Zelaya que desafiaron un toque de queda frente a la embajada de Brasil, donde el líder se refugió tras escabullirse en el país para intentar volver al poder. Policía y militares dispersaron con gases lacrimógenos, carros lanza agua y una antena que emitía un sonido ensordecesor a los manifestantes, que se defendieron con piedras en una batalla campal que dejó dos muertes sin confirmar, decenas de heridos y varios detenidos. Durante los enfrentamientos, dos bombas lacrimógenas cayeron dentro de la sede diplomática, según testigos. El portavoz de Hospital Escuela, Octavio Alvarenga, dijo a Reuters: “hemos atendido 20 heridos con fracturas en brazos, piernas, contusiones y lesiones en el cráneo, ninguno está herido de gravedad”. Un portavoz de la policía agregó que hay varios detenidos, pero no precisó la cantidad. Dijo que continúan los operativos para dispersar focos de manifestantes que hay en algunas zonas de la ciudad en apoyo a Zelaya. Se ha criticado por parte de los medios de comunicación internacionales que cubren los incidentes, un supuesto “ataque mediático”, que está dificultando las transmisiones desde el país. Entre tanto, la señal del canal 36 de Honduras fue interrumpida porque según el presidente de facto la cadena cuenta con “terroristas mediáticos” y difundió la “información falsa” de que Zelaya se encontraba en Honduras, sostuvo el noticiero Telesur. Asimismo, las cadenas en favor de las actuales autoridades emiten programas religiosos y dibujos animados. “Vine pacíficamente y desarmado, como usted lo ha visto, y hemos sido recibidos prácticamente a balazos, los he invitado al diálogo y nos contestan con metralletas, nos contestan tirando gas a la embajada para dispersar al pueblo, afectando, hiriendo con disparos”, indicó el despuesto presidente. Pero, Zelaya convocó a sus seguidores a la embajada de Brasil para protestar y pidió a las Fuerzas Armadas que no ataquen al pueblo. Las fuerzas de seguridad se habían desplegado en la madrugada alrededor de la sede diplomática a donde Zelaya llegó el lunes por sorpresa, agudizando la peor crisis política en América Central en décadas. Luego de ser dispersados en la embajada, seguidores del derrocado mandatario comenzaron a congregarse en otros puntos de Tegucigalpa pese al toque de queda dictado por el Gobierno de facto hasta la noche del martes por temor a una ola de violencia. Las autoridades hondureñas, además, cerraron los cuatro aeropuertos comerciales de la empobrecida nación. En la sede diplomática no había electricidad, aunque en otras partes de Tegucigalpa el servicio eléctrico funcionaba con normalidad. LLAMAN AL DIÁLOGO En Nueva York, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que espera que las autoridades de facto respeten la inviolabilidad de la sede diplomática de su país, al tiempo que aseguró que garantizará el derecho de Zelaya a refugiarse en la sede diplomática. La Organización de Estados Americanos (OEA) condenó en un comunicado los hechos de violencia y volvió a llamar al diálogo. El presidente de facto, Roberto Micheletti, aseguró que la policía arrestará al líder derrocado si abandona la embajada brasileña por la supuesta violación a la Constitución y una serie de acusaciones de corrupción. El Gobierno de facto pidió a Brasil que entregara al derrocado presidente para su arresto o le dieran asilo diplomático para que abandone el país. También advirtió que culparía al país sudamericano de cualquier hecho de violencia dentro y fuera de la sede diplomática. “Brasil está garantizando que él (por Zelaya) permanezca allí, lo cual es un derecho internacional y no esperamos que los líderes golpistas toquen la embajada brasileña. Los esperamos para negociar”, dijo Lula, quien está en Nueva York para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En Brasilia, la jefa de Gabinete de Lula, Dilma Rousseff, aseguró que su país no incentivó el ingreso de Zelaya a la embajada, pero justificó su refugio al afirmar que es un derecho humano. Washington alertó sobre las pasiones inflamadas en Honduras, un aliado de Washington en los conflictos en Centroamérica durante la Guerra Fría, y pidió a las partes esforzarse para llegar a un acuerdo. En otro llamado a evitar la violencia, el secretario general de la OEA propuso retomar el diálogo. “No caben muchas alternativas sino entrar en una negociación”, dijo José Miguel Insulza a una radio chilena. “Ojalá, para evitar que la tensión cunda, se pueda conversar más claramente sobre la aprobación del acuerdo de San José, la propuesta del presidente (costarricense Oscar) Arias”, agregó. Pero, Micheletti aseguró que no renovará las conversaciones presididas por Arias, que apuntaban a permitir el regreso de Zelaya al poder hasta entregar el poder en enero, y dejó claro que el presidente costarricense ya “no tiene que hacer absolutamente nada en este conflicto”. El derrocamiento de Zelaya fue condenado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la Unión Europea, y los gobiernos de Latinoamérica, que prometieron desconocer al Gobierno que surja de las elecciones presidenciales convocadas en Honduras para noviembre. El único país que hasta el momento se ha mostrado anuente con el resultado de estas elecciones es Panamá. QUÉ PASÓ Con apoyo de los sectores políticos más conservadores, el Congreso y la justicia, militares derrocaron a punta de pistola a Zelaya a fines de junio y lo expulsaron a Costa Rica por supuestamente violar la Constitución para tratar de allanar el camino a la elección presidencial. El líder político, que crispó a la clase política conservadora con su acercamiento al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, había intentado desde su derrocamiento volver a su país a través de negociaciones diplomáticas que naufragaron, incluso cruzando brevemente la frontera desde Nicaragua. Según analistas, un eventual arresto de Zelaya por parte de las autoridades de facto podría llevar a un mayor aislamiento del país, que ha sido marginado por la comunidad internacional y por organismos multilaterales, que recortaron ayuda financiera clave para el segundo país más pobre del continente. Honduras es un importante exportador de café, pero hasta el momento sus exportaciones del grano no han sido afectadas por la crisis política.