La distancia se acorta entre el calor que genera ese cuerpo impactado por el virus del VIH y uno mismo al entrar a la exposición artística “Te invito a un café: inclusiones en el VIH”. Allí, las piezas te exigen un abrazo.
Telas blancas bordean las instalaciones, sensación de adentrarse a ese espacio intimo. El recorrido por el Museo Centro Musical Criollo de Caguas, devela los relatos de lucha y supervivencia no sólo biológica, también espiritual. El prejuicio se desgrana al enfrentarse cara a cara con el objeto de su rechazo. Desde hace 30 años -cuando se desbocó en los cuerpos este virus- los ataques han sido consecuentes hacia quienes padecen la enfermedad.
Con esto en mente, los artistas Sofía Cáceres Nazario, Jorge Pérez Ratcliffe y Diana Rodríguez Ortiz reúnen ecos de testimonios verídicos tras intervenciones con pacientes voluntarios de VIH y reinterpretan con sus piezas esas experiencias reveladas en las dinámicas. El espectador es el invitado, debe integrarse a las piezas. La interacción lo convierte en cómplice de los relatos.
La exposición se compone de cuatro instalaciones: Atlas es un nene chiquito, Objetividades, Libro abierto y ¿Deseas tomarte un café conmigo? La exposición confronta los estigmas. Y, a pesar que, las piezas son anónimas, las vivencias ante grandes interrogantes como qué hacer luego de diagnosticada la enfermedad quedan al descubierto.
Los artistas fueron los primeros en escuchar. Jorge Pérez Ratcliffe presenta la taza de café como un espacio en común, beber despacio mientras se conversa. Diana Rodríguez explora la dinámica en grupo y la voz de los pacientes es el material de reinterpretación. Mientras que, Sofía Cáceres lleva a los pacientes al libro en blanco donde las paginas comienzan a llenarse de la vida antes y después del diagnostico.
Esta propuesta de galería creativa es en gran medida didáctica. Y, al mismo tiempo, aporta a la promoción y prevención de los servicios en salud. La perspectiva educativa tiene que ver con la educación emocional y la práctica de la compasión. En ese sentido, no sólo están involucrados los testimonios de los pacientes, sino que se involucran las esperanzas de generar cambios en una sociedad utópicamente tolerante. El resultado son obras efímeras.
A este tipo de batallas, se une la lucha en contra el discrimen. En esta ocasión armada de arte; estrategia expresiva y poderosa. Por eso, la educadora en salud Zilkya Camacho, conoce la fuerza terapéutica de las artes plásticas, razón que la llevó a aventurarse a organizar esta iniciativa con el programa de Servicios Integrales VIH para Individuos y Familiares (SIVIF).
Mientras que, la doctora Rosa Castro, directora ejecutiva de Gurabo Community Health Center, resalta la labor de difundir información a traves de la cultura con el fin de sensibilizar.
Por lo que, se deprende el saber de que este padecimiento sin duda trasciende lo biológico. Quizás el programa pretende que esa relación simbiótica que surge entre el artista y el paciente -en la que se desarrolla la empatía, la compasión y se fortalece el respeto- se fomente en el País. Y, por ende, que nos sentemos a tomar café donde la taza forma parte de ese sentido invitacional y sobre todo el reto de conocer al otro.