Los estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico disfrutaron anoche del contagioso ritmo de la orquesta La Sonora Ponceña que se presentó frente a la icónica Torre de la institución.
Vueltas, meneos de cadera y piernas que marcan los pasos al ritmo de la percusión arroparon la calle frente a la Torre. La Ponceña cantó el tema “Acere ko” mientras repetía “la salsa buena la traigo yo”. “Esa canción la cantaba Luigi Texidor”, comentó un hombre a mi lado.
Los cantantes levantaron los brazos, mientras el público imitaba su gesto. Repicó el tambor. “¿Tú has escuchado esa canción: ´con los colores de mi tierra´? Esa la canta él, Darvel”, el hombre a mi lado, que luego conocería como el bibliotecario Roberto Raldiris Aguayo, señaló a Darvel García, quien destacó por su voz, energía e histrionismo.
Entre la marea del público, había mujeres y hombres, de edades jóvenes y maduras. También había estudiantes aprendiendo a bailar salsa con andar tosco. Algunas voces cantaban al unísono los estribillos de las canciones.
“Son un clásico. Nos transmiten todo el sabor viejo de la salsa”, aseguró Darlyz Dávila Fournier, una exalumna del Recinto de Río Piedras y percusionista de Josy Latorre. La músico contempló el escenario en silencio. “Escucha el juego de percusión con las voces y las trompetas, todo en total armonía. Es como si las trompetas cantaran”, sonríe. Señaló al integrante más nuevo del grupo, Roberto Ortiz, un joven que toca el violín y canta con un timbre que parece salir de otro cuerpo. “Me gusta que se le dé oportunidad a gente joven”, observó.
Destacó también el juego de voces, el piano “alucinante” de Papo Lucca y su solo “majestuoso”. “Es una orquesta bien familiar, eso es lo que le gusta al pueblo porque se siente identificado”, resaltó. “Ahí es donde te das cuenta que la salsa continúa… ahí está nuestra isla”, añadió antes de marcharse para seguir bailando.
La Sonora Ponceña nació en 1954. También nació tres años antes, cuando un niño prodigio llamado Enrique "Papo" Lucca, a la edad de cinco años, se coló en un ensayo del conjunto musical de su padre y en una tumbadora a la que apenas alcanzaba, tocó con precisión las notas de "Ran Kan Kan" de Tito Puente. También nació diez años antes, cuando Enrique "Quique" Lucca decidió formar un sueño, su primera agrupación "El Conjunto Internacional", conformado por una tumbadora, un bongó, un tres, una guitarra, y dos voces.
Quique Lucca bailó en el escenario. Sus brazos se movían vivarachamente con la música. Vestía una misma camisa a cuadros y el pantalón oscuro al igual que el resto de los integrantes de la orquesta. Aunque es de baja estatura, se percibía gigante en la tarima. El músico de 101 años, se mecía en el escenario, como hipnotizado por la música de la agrupación que formó hace 60 años.
Papo, quien a la edad de 12 años ingresó en un estudio de grabación por primera vez para grabar el primer disco de la Ponceña, y, ante la mirada incrédula de los productores, se adueñó del piano de "Smoke Mambo". Era el único que vestía diferente, con una guayabera blanca, pantalones caqui y boina azul. De vez en cuando, Papo Lucca miraba al público de reojo. Lo que vía era una marea de jóvenes y adultos bailando, marcando el compás con el chasquido de los dedos, secándose el sudor. Regresó a las partituras, a las negras y blancas. El teclado parecía una de sus extremidades.
La orquesta cerró con su popular tema “Fuego en el 23”. La estudiante de segundo año Yarelis González Centena, quien ha bailado muchísimo, expresó que desea que actividades como éstas se repitan. Conoce a la Ponceña. Su papá es ´cocolo´ y desde pequeña escuchó las canciones de las principales agrupaciones de salsa del país.
No todos los presentes conocían la orquesta. El alumno de segundo año Roberto Lefranc Fortuño, admitió que no sabía sobre la Sonora Ponceña previo a la actividad, y temía que no asistiera mucha gente por la antigüedad del grupo. “Me di cuenta que estaba en lo incorrecto. Vino gente de toda la comunidad, de todas las edades, de sectores alrededor de la Universidad… y la música muy buena”, compartió con entusiasmo.
En un aparte con Diálogo, Papo Lucca calificó al público de la Universidad como “siempre insuperable”, al igual que las audiencias de todos los países que han surcado. “Es bien reconfortante porque pensamos que la juventud, como tenemos 60 años, quizás no nos conoce, pero yo creo que sí. En las casas de ellos se oyó la música y todavía la aceptan”, reflexionó.
Tomando como ejemplo a su padre, quien después de romper con su primera agrupación decidió resurgir con la Ponceña, aconsejó a los estudiantes a perseguir sus metas, ya que “en todo, no en la música nada más, lo que queramos hacer, lo primero es la voluntad, el deseo y la perseverancia. Aquí estamos después de 60 años, y esperamos estar un poquito más”.
A Papo le parece importante que las nuevas generaciones creen un vínculo directo con la cultural de la salsa y la música popular. “Tal como la música jíbara, la bomba y la plena, esta música es de aquí también. Digan lo que digan, nosotros nos hemos encargado de que este ritmo se mueva por todo el mundo y ese mérito es de nosotros, de los músicos de Nueva York y Puerto Rico”, puntualizó.