
SOBRE EL AUTOR
En paz. ¡Parece mentira! A pesar de la Junta de Control Fiscal, de las decisiones del gobernador Ricardo Rosselló, de la incultura de este Puerto Rico amado, pero sufrido.
La noche está bella y me siento en paz.
Poblado de paz, me puse las alas y volé hasta el borde de la Luna. Me gusta jugar aquí arriba. Me siento como los cuerpos celestes; mi alma es una estrella trasformada. En plena noche suelo sembrar estrellas, suelo contar estrellas.
Hace luna y me siento romántico. ¡Es increíble, y hasta una vergüenza, que alguien pueda sentirse romántico en estos días! Pero las estrellas me sonríen y hace un viento suave y gentil. ¿Qué se puede hacer? Si nací así… Y, lo que es peor, no me avergüenzo de ser así.
Saboreo, a bocados dulces y tiernos, la poesía de la noche. La noche es sagrada porque representa un descanso, una tregua. Ay, cuán exquisito olvidarse uno del gobierno, de los trajines sociales, y embriagarse con la belleza que nos brinda a esta hora este mundo lleno de misterios. Ante tanto encanto, empiezo a aflojar rencores y a apretar amores.
Saben, la noche es buena conmigo. Es la única que me consuela de esta amarga y pesada vida. Mi novia la Noche me hace olvidar que soy un ciudadano de Puerto Rico: condenado a que una Julia Keleher me enseñe y a que una AEE me ilumine.
Gracias, Noche, por darme alivio de los legisladores, que amenazan con subirme los impuestos y matarme de hambre. Por darme un respiro de la radio, que amenaza con matarme de tedio.
No seguiré mencionando desdichas. No quiero arruinar la gracia de la noche. Venga mi innato romanticismo a tender un velo de poesía en todas las cosas. El cielo está despejado y claro, los jardines nocturnos esparcen olores agradables. La noche está tranquila y convida a cantarle versos a todo lo que es bello, y es amable y es alado.
Es algo que podría parecer una tontería, pero que yo no quisiera perderlo jamás. Porque si lo perdiera, le cobraría un odio tan grande a la vida. Por eso, al final de cada día, me quedo embelesado mirando la bóveda celeste. Mirando la Luna, esa gran flor nocturna. ¡Oh, la plata encantada de la Luna, que me da luz, y me llena de muchos, muchos besos!