El reloj marcaba las cinco de la tarde y el sol comenzaba a cubrir sus cálidos destellos entre los antiguos edificios del Viejo San Juan. Trayendo hundidas sus manos dentro de los bolsillos del pantalón y la mirada puesta al suelo, camina entre los adoquines al famoso periodista cultural puertorriqueño Héctor Feliciano. Con pasos apresurados, el autor del libro El museo desaparecido arribó al lugar donde lo esperaba Diálogo, un restaurante con un ambiente europeo que caía perfecto con el estilo de intelectual parisino que proyecta el escritor.
Con unos visibles deseos de dar a conocer su historia, Feliciano tomó asiento y empezó a explicar detalladamente cómo se adentró en el desconocido mundo del expolio alemán. Contó que todo comenzó con una entrevista al periodista francés, Alain Vernay, especialista en el tema del arte. Recordó que luego de la sección de preguntas, decidieron quedarse a charlar y Vernay, al parecer ya un poco confiado, le preguntó, “¿usted sabe que aquí [Francia] hay muchas obras de arte robadas por los nazis que han desaparecido?” Con esa pregunta bastó para que al otro día el autor puertorriqueño estuviera sumergido por ocho años en una exahustiva investigación sobre el tema.
La búsqueda fallida de referencias literarias que lo ayudaran a indagar más sobre el saqueo de obras de arte en Europa para 1930 intrigó aún más al periodista, que trabajó durante un tiempo como corresponsal europeo para los prestigiosos diarios The Washington Post y Los Angeles Times.
El expolio nazi
Mientras buscaba en sus recuerdos información sobre el despojo de los nazis, le pedimos su opinión respecto al ‘Arte degenerado’, concepto adoptado por el régimen de la Alemania nazi, para describir todo lo que aludía al arte moderno. Feliciano comenzó narrando la llegada de Hitler al poder en la década del 1930 y su propuesta de “purificar” los museos alemanes del ‘Arte degenerado’, para que sólo permaneciese el arte clásico y el arte heroico, que exaltaba los valores de la pureza racial, el militarismo y la obediencia. Como parte de este movimiento, argumenta el escritor, se creó una campaña para que todos los museos se deshicieran de las obras ‘degeneradas’, logrando recogerse 16,000 obras de arte que se vendieron luego al mercado internacional.
De hecho, tan reciente, como el mes de noviembre de este año, la revista alemana Focus denunció el hallazgo de cerca de 1,500 piezas de arte de la década de 1930 (varias de ellas del mal llamado “Arte Degenerado”), ocultas en el apartamento del hijo de un conocido coleccionista de arte alemán que Feliciano menciona en su libro. Esta persona fue sorprendida vendiendo alguna de estas obras.
Hitler era un apasionado del arte. De acuerdo con un artículo publicado este año en el portal de BBC, el caudillo alemán había sido artista antes de convertirse en político.
“Hitler es el único que se interesa realmente en el arte desde el principio. Inclusive, cuando era adolescente intentó ingresar dos veces a la Escuela de Bellas Artes en Viena”, expuso el escritor.
Feliciano explicó que durante la Segunda Guerra Mundial los nazis, recorrieron varios países en toda Europa, husmeando dentro de las residencias de los coleccionistas (usualmente judíos) y los museos para robar y apropiarse de una grandísima cantidad de obras de arte.
Acabada la guerra, la pista de muchas obras artísticas de autores como Rembrandt, Goya, Van Gogh, Renoir, Picasso, Matisse y Bonard, se perdieron.
Para este periodista puertorriqueño, siempre fue su principal objetivo dar con el paradero de las obras desaparecidas. Explicó que logró indentificar miles de las obras que habían sido robadas bajo el mandato de Hitler. De hecho, aseguró que algunas de estas obras formaban parte de las galerías dentro del Palacio Presidencial y del Palacio de Versalles en Francia.
Suministrada
La publicación del libro El Museo Desaparecido en el 2004 en Francia, causó grandes revuelos en el plano internacional. “La conmoción fue a tan grandes escalas que consiguió convertirse en un escándalo que mantuvo alerta a muchos países de Europa. Tanto así que el Presidente de la República tuvo que tomar medidas y crear una comisión de restitución y la jurisprudencia cambió”, señaló el autor. Actualmente, tras el hallazgo de las 1,500 obras en Munich, el trabajo de Feliciano ha vuelto a ser noticia.
El museo desaparecido fue publicado primeramente en francés debido a que las casas editoras españolas no mostraron interés en el tema. Igual sucedió en América, donde Feliciano obtuvo la negativa de sobre 13 editoras americanas. En estos momentos el libro ha sido pubicado en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Alemania y Japón.
En ocasiones, la ausencia de referencias sobre el saqueo nazi puso en aprietos al autor. Feliciano confesó, mientras se acomodaba en la misma silla donde se colocó al inicio, que era fácil que las personas lo tildaran de farsante y no creyeran en él. De hecho, muchos de los museos franceses querían mostrar que el rescate de estas obras era idea propia. Inclusive, destacó que cuando en Francia organizan la exposición nacional de las obras que él encuentra, un colega suyo se tomó el atrevimiento de preguntarles a los encargados del evento sobre El museo desaparecido, pero contestaron que no tenían conocimiento del mismo.
El saqueo de obras en Puerto Rico
En Puerto Rico también se han reportado robos de piezas y obras de arte. Este delito se ha registrado en residencias, la Galería Nacional en el Viejo San Juan y en el Museo las Américas. Inclusive, la licenciada Frances Santiago Cruz argumentó en El Nuevo Día que entre el 2000 y el 2011, el robo de artes se posicionó en el sexto lugar, entre los negocios ilegales que más prospera en Puerto Rico.
Al mencionarle este dato a Feliciano, indicó que en todos los países funciona el mercado ilegal de artes debido a que esa actividad cae dentro de los mercados internacionales sin regular como ocurre con las armas y las drogas. “Al no estar regulados quiere decir que muchos de los contratos, arreglos y venta y compra se hace por medio de la palabra. No hay contrato, el dinero cambia de mano a mano y eso permite muchas cosas como el robo y el lavado de dinero”, anotó.
Al finalizar la entrevista, Feliciano salió relajado por la puerta del restaurante, como complacido de saber que dio a conocer una vez más su extraordinaria historia.