Como sociedad, nos falta camino por recorrer para erradicar la intolerancia y el discrimen por orientación sexual, específicamente en su modalidad de bullying, casos que preponderan alrededor del mundo. Parte de la apuesta del cine queer ha sido atacar estas desafortunadas situaciones y prejuicios sociales, abriendo mentes un guión a la vez.
La quinta edición del Puerto Rico Queer Film Festival (PRQFF), que se presentó el fin de semana pasado, contó con una selección de cortometrajes internacionales que incluyó cinco filmes con guiones que presentaron historias de adolescentes homosexuales viviendo en una cuasi utopía de tolerancia o valores pro-gay.
Yeah Kowalski!
El corto estadounidense dirigido por Evan Roberts cuenta la historia de Gabe Kowalski, un joven homosexual que busca ganar la atención del rubio que lo enamoró. Usando el exceso de su pelo recién cortado para seducir, el personaje se pega varios mechones en sus axilas para enfrentar a su crush en una fiesta de piscina.
Dentro de la escuela pública ficticia de Yeah Kowalski!, todo es aceptable. El bullying no existe para el personaje principal, interpretado por Cameron Wofford, como para su infatuación, Shane, representado por Connor Donnelly.
La dirección de Roberts, llena de un mundo colorido y de aceptación, nos regala un trabajo fílmico de excelencia. En conjunto con los actores y la comedia adolescente, el director no comete falla con Yeah Kowalski! La tolerancia como mensaje escondido y los visuales estilo pop art realista, elevan al cortometraje como uno de los mejores de la selección internacional.
Jackpot
Jackpot presenta a Jack, un chico homosexual de 14 años, en su aventura para buscar una colección de pornografía gay que se rumora estar escondida en un zafacón de la comunidad.
Al encontrar el paquete, el personaje principal, interpretado por Ethan Navarro, es perseguido por tres bullies que “pensaban que [Jack] era gay, pero no pensaban que era gay gay”. El modelo varón de una de las portadas del tesoro, representado por Adam Felming, se le aparece a Jack, llenándolo de valentía para enfrentarse a sus enemigos.
Como película, el corto no pasa de la raya de “entretenido”, mejor conocido como el comfort zone. La dirección no va más allá del guión peculiarmente gracioso que mantiene el cortometraje.
Las actuaciones son un poco exageradas, resultando en que lo mejor del elenco sea una aparición de 30 segundos, relegando los trabajos de Navarro y Fleming al plano trillado.
No obstante, el filme dirigido por Adam Baran, le da el empujón de valentía que necesita aquel discriminado, ya sea por pornografía o por la cinematografía
Gender freak
En el tercer cortometraje estadounidense de la selección se encuentra Rachel y su polémica, no con la tolerancia (sus mejores amigas son lesbianas) sino con la aceptación al momento de caer por los coqueteos de Sammy, estudiante nueva con mente abierta sobre la preferencia sexual y la identidad de género.
El corto se completa con el trabajo actoral de Lauryn Whitney quien interpretó a Sammy. Mientras que Halle Charlton no hizo el mejor trabajo actuando como la protagonista, Whitney deja boquiabierto al espectador con una ejecución intimidante de Sammy.
El corto, dirigido por Rebecca Louisell, no pudo terminar su proyección por conflictos técnicos en la sala de cine, pero el mensaje ciertamente llegó. Al igual que Jackpot, es esta moraleja de aceptación personal lo que alza al corto, ya que los problemas de cinematografía y sincronización musical opacaron los demás elementos del filme.
Kus me zachtjes
Traducido a “Bésame lentamente”, Kus me zachtjes es un corto bélga en donde el conflicto primordial es la aceptación de los padres de la relación gay del hijo. Jasper, interpretado por Ezra Fieremans, es un estudiante pintor acosado en la escuela mientras tiene una relación con un compañero de clases.
Manteniendo un tono más dramático y crudamente real, Kus me zachtjes termina con un final abierto donde la aceptación del padre, Luk, cogerá su rumbo en las conversaciones futuras y conclusiones mentales del público.
Desde el padre hasta la madre, y desde el protagonista hasta el secundario, el elenco genial completa el corto en una melodía cinematográfica preciosa y nostálgica. Las actuaciones prueban que ninguna parte es muy pequeña al presenciar el trabajo de Marijka Pinoy, actriz que encarna a la madre de Jasper, Martine.
Anthony Schatemann en la dirección creó un corto de tonalidad seria, de valor realista alto y con una cinematografía de excelencia. El ambiente frío y etéreo de Kus me zachtjes plantea la tensión que se crea ante la intolerancia hacia la comunidad homosexual. De esta manera, el corto culmina con una pregunta dirigida hacia la audiencia sobre la aceptación de la comunidad queer adolecente.
For Dorian
Para finalizar la selección, el PRQFF presentó For Dorian, filme de quince minutos que toca la homosexualidad mezclado con las discapacidades mentales de manera preciosa y genial.
Oliver es el padre de Dorian, joven que sufre de síndrome de Down. Durante el cortometraje, se revela que Dorian es gay y mantiene una relación extraoficial con su compañero de clase, también con de síndrome de Down.
Al igual que Kus me zachtjes, For Dorian entra al lado dramático de la selección, lidiando con la misma temática de aceptación paternal.
El corto es una muestra genial y preciosa de la tolerancia. No sólo tratamos con la comunidad LGBTT en For Dorian, sino que vemos la presencia fílmica de los discapacitados. Aquí se expande la meta de “todos los homosexuales tienen derechos” a “todos tienen derechos”.
Dirigido por Rocco Barriuso, el cortometraje británico es excelente en todos los aspectos, presentando actuaciones brillantes por parte de Dylan Harman (Dorian) y Ron Lea (Oliver). Simplemente, For Dorian mantiene un gran valor cinematográfico y emocional como para convertirlo en el mejor cortometraje de la selección.
Del cine queer hacia el futuro
Siendo realista, estos cortometrajes pequeños cimientos en la ruta hacia la tolerancia por orientación sexual y un detente al bullying.
Bravo a todos los cineastas seleccionados por el PRQFF. Van por el mejor de los caminos. Cortometrajes de cinco minutos se pueden convertir en largometrajes de dos horas que ayuden a la comunidad gay joven a entender que hay esperanza en el mundo y la solución no es la desesperanza sino el orgullo.