Los recientes eventos sísmicos en Ecuador y la secuela de destrucción y muertes en ese país, nos llevan ha reflexionar sobre la posibilidad de que un evento similar afecte nuestra isla.
Puerto Rico se encuentra localizado en una región de alta sismicidad, rodeada por una gran cantidad de fallas geológicas activas que han producido severos terremotos capaces de producir movimientos sísmicos mayores en el futuro.
Los terremotos que ocurrieron en la Isla en 1670, 1787, 1867 y 1918, y que han sido considerados como eventos sísmicos severos, son fiel testimonio de esta realidad. Estudiando el patrón de incidencias de terremotos en Puerto Rico se señala la posibilidad de un terremoto severo en intervalo de 51 a 117 años. Esto apuntaba a la posibilidad de que ocurriera uno entre los años 1970 al 80, ya que experimentamos en el 1918 el último terremoto mayor.
La vulnerabilidad de nuestras estructuras es en gran medida menor que en Ecuador pero no es menos cierto que en un evento similar tendríamos consecuencias severas en la infraestructura y centenas de personas heridas y fallecidas. Además, se afectará la infraestructura vital de servicios esenciales como la electricidad, el agua potable, la transportación en muelles y los aeropuertos localizados en áreas de alto peligro sísmico.
En Puerto Rico existen estructuras informales construidas obviando el Código de Edificación originado en el 1987, viviendas sobre columnas en pendientes de las montañas y a la orilla de carreteras negligentemente cimentadas. Esta realidad aumenta la vulnerabilidad ante las vibraciones y movimientos laterales fuertes de un sismo mayor.
Por todo esto y para responder si Puerto Rico está preparado para un terremoto debemos examinar la preparación de la unidad básica de la sociedad, la familia.
En una zona sísmica como la nuestra, el Plan Doméstico Familiar es determinante. Nos prepara para responder efectivamente antes, durante y después de cualquier emergencia. Dicho plan establece la respuesta inicial ante cualquier emergencia es individual y familiar. Este plan debidamente confeccionado, evaluado con ejercicios prácticos (simulacros) en el hogar y la comunidad garantiza la posibilidad de sobrevivir protegiendo vida y propiedad efectivamente. También evita confusión, improvisación o crisis emocionales que tanto daño causan y prepara al ciudadano para un manejo de emergencias efectivo. Existen oficiales para ayudar en la confección de planes a nivel municipal, estatal e interagenciales.
Es muy importante para una respuesta efectiva eliminar mitos y falacias: los terremotos no se pueden predecir, no se hunde la isla, un tsunami no barrería a todo Puerto Rico, Puerto Rico no está al tope de un volcán, el calor no antecede o anuncia un terremoto entre otros mitos y falacias.
Durante un terremoto las vibraciones y movimientos horizontales y verticales dificultan el permanecer de pie, por lo tanto, agáchate, cúbrete y agárrate protegiendo los signos vitales (cabeza) hasta los avisos e instrucciones de líderes y oficiales de manejo de emergencias.
Lamentablemente, solo comenzamos a preocuparnos cuando en otros lugares, como ahora en Ecuador, ocurre un terremoto.
El que fracasa en la planificación, lamentablemente, planifica para el fracaso.