Cuando el sol comenzaba a asomarse por el cielo borincano, ya las guaguas que participarían del “First Food Truck Summer Fest” y del encuentro de exalumnos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) se encontraban estacionadas en el Jardín Botánico de Río Piedras.
Los empleados de los “food trucks”, como de costumbre, sabían que les esperaba un día caluroso y ajetreado, pero la cantidad de platos que tendrían que servir de 11:00 a.m. a 8:00 p.m. era un misterio. En ese momento solo tenían una idea de la cantidad de personas que asistirían al festival dejándose llevar por el evento creado en Facebook.
Así las cosas, a las mismas 11:00 a.m. comenzaron a llegar las primeras personas. Muchos cargaban con sillitas de playa, con sombreros para taparse del sol y con vestimenta playera, mientras que otros llegaban con la familia completa. Niños corrían por las áreas verdes del Jardín Botánico, mientras que pequeños grupos de amigos y familiares se acomodaban bajo la sombra de los frondosos árboles y palmas.
En el ambiente había una fusión de aromas. Desde café y limones, hasta salsa de barbacoa y de soya, se sentían en el aire y atraían a los estómagos hambrientos de los presentes como si estuvieran hechizados. Las filas para ordenar comida en las guaguas comenzaron a crecer poco a poco y de manera uniforme. Era difícil identificar cuál era el “food truck” más querido porque todos parecían tener la misma cantidad de personas en las filas.
Los pequeños disfrutaron de juegos y del Circo Nacional, mientras que los adultos bailaron al son de BaturiKen y corearon canciones de rock de la Tufflemire Band, compuesta por egresados del Recinto de Ciencias Médicas.
A eso de las 4:00 p.m. ya algunas guaguas habían vendido todo la comida que llevaron. Los empleados escribían “sold out” en sus menús. De los presentes, hubo quienes se reían y, aunque admitían haber estado alrededor de una hora haciendo la fila, se ubicaban en otra sin protestar. Igualmente, hubo algunos que se molestaron y hasta se fueron del lugar.
La realidad es que tanto la Oficina de Exalumnos de la UPR -que organizó la actividad- como los propietarios de los food trucks no esperaban la gran cantidad de personas que se dieron cita a la actividad.
Según Gretchen Krans, directora de la Oficina de Exalumnos, el que haya asistido tanta gente significa que las personas están comprometidas con la Universidad.
“Vino muchísima más gente de la que esperábamos. Contaron cuatro mil doscientos, pero entraron personas que no se contaron. Yo entiendo que hay un estimado de cuatro mil quinientos a casi cinco mil personas. Obviamente rompimos todas nuestras expectativas, esto era un evento para tres mil personas, así que eso es bueno. Eso quiere decir que el pueblo está respondiendo a nuestro llamado, están contentos con la Universidad”, compartió Krans.
Asimismo, el presidente de la UPR, Uroyoán R. Walker Ramos, admitió que la actividad y la asistencia de las personas sobrepasó sus expectativas.
“Pensábamos que de cuatro mil y tantas personas que habían dicho en Facebook que iban a venir, solo dos mil llegaban, pero sobrepasaron la cantidad de personas que esperábamos e hicieron suyo este espacio privilegiado que tenemos en el área metropolitana”, dijo satisfecho el presidente.
Aunque ya como a las 5:00 p.m. muchas personas se habían ido, todavía unos pocos continuaban llegando. Visitaban el Mercado Agrícola o Artesanal, disfrutaban de unas bebidas refrescantes o bailaban al ritmo de la Tuna Bardos. En fin, buscaban cualquier cosa para disfrutar de los predios del Jardín Botánico o saludar aquel amigo de la universidad que hacía tiempo no veía.
A pesar de que para muchos conseguir un plato de comida fue una misión, Walker y Krans consideran que la actividad cumplió con su propósito inicial, recaudar dinero para el Fondo de Becas de la UPR.
“Yo creo que lo que hizo la diferencia de este evento versus otros eventos de “food trucks” fue el propósito, que era para beneficio de nuestros estudiantes. Creo que cumplimos con nuestra misión, la gente ha sido muy cooperadora aun cuando pasaron largas horas en fila. Sin embargo, todo el mundo se mantuvo en calma. Nos hubiera gustado que eso no pasara, pero pasó y pasó por algo positivo. Es la primera vez y recibimos más personas de las que esperábamos”, añadió Krans.
Walker Ramos añadió que con el simple hecho de asistir a la actividad, las personas ayudaron a la UPR a recaudar fondos para poder ofrecer becas a los estudiantes más necesitados a través del Fondo Dotal.
Después de ver el respaldo que la comunidad de exalumnos le brindó a la actividad, el equipo organizador confirmó a Diálogo que el festival regresará el año próximo.
“Este es el primero de lo que esperamos se convierta en un evento anual. La idea es hacer dos, uno que sea para el encendido de la Navidad del Jardín Botánico y otro para el cierre del año académico”, aseguró Krans.
Cuando el sol comenzó a despedirse, la cantidad de personas era menos. Algunos de los “food trucks” reabrieron y aquellos persistentes volvieron a la fila con muchas ansias de poder alcanzar un plato. En tanto, otros decidieron quedarse en su silla disfrutando de la brisa y del atardecer, a la vez que escuchaban a Manolo Mongil interpretando algunos de los éxitos de los años ’70 u ’80.