Un hombre solo es mucho para un hombre solo, escribió Antonio Porchia. Y no se equivocó. Porque son muchos los que maldicen este estado del uno con uno mismo. Los que lo condenan. También son muchos los que no se soportan cuando no hay más nadie. Que su silencio les deprime. Están los que ante el miedo al aislamiento recurren a cualquier vía para aplacar eso que es la soledad. Prenden la radio para no oírse respirar. En una sociedad, sola y atemorizada con el mutis, entonces cobra sentido la búsqueda de otra persona o de la “media naranja”. Los medios de comunicación han tomado protagonismo. Han servido como facilitadores de compañía. De esta forma nacen los encuentros de solteros a ciegas, las líneas calientes, las páginas electrónicas como eHarmony y más recientemente las redes sociales. Específicamente, Twitter, un sitio de microbloging o mensajes instantáneos de 140 caracteres, ahora se sumó a la batalla anti-soledad. Primero fue en Australia, pero ya viajó hasta el continente norteamericano la iniciativa de “Flitter”. La que se trata de un juego de citas, cuyo nombre está formado por una combinación de palabras: Twitter y flirteo. El ideólogo de este “enredo” social fue Justin Parfitt, fundador y consejero delegado de Fastlife, este proveedor canadiense del servicio de citas, creó las fiestas de solteros de Flitter en Australia y más tarde las llevó hasta Norteamérica. Para participar de esta actividad, que se llevó acabo hace unas semanas en Toronto, Canadá, cada invitado cargó un cartel blanco enumerado y a su vez sostenía el celular con Internet. Todos los “jugadores” aguardaban en una habitación tenuemente iluminada. Se observaban bajo la poca luz. Y los que se gustaban, los que con sólo mirarse lograban empatía-visual- se enviaban mensajes a través de la página de Twitter. Como publicó el periódico El País, todos los remitentes tenían que acabar su mensaje con la palabra ‘Flitterme’. El que escribió en Twitter pudo elegir firmar con su nombre, el número asignado o enviar un mensaje anónimo o un cumplido. El destinatario podía responder y quedar con el primero si estaba interesado, o tan sólo leer el cumplido anónimo e ir a otra cosa. Algunos mensajes decían: “Número 129, estás tan bien, pero número 152, no estás mal tampoco. Hombre, ¿qué hará el número 72”. Según reveló este diario español casi todos los que participaron del encuentro pillaron su cita de la noche. Así las cosas vemos que el ser humano no deja de sorprendernos. Busca mil y una forma para liquidar la ausencia de otro. Mata ese uno mismo que nos acompaña en la tranquilidad o el revolú callado. Pues como dijo Mario Bennedetti “y en esa sola manera de estar solos ni siquiera uno se apiada de uno mismo”. Vea y escuche estas reflexiones relacionadas Tengo una soledad tan concurrida tan llena de nostalgias y de rostros de vos de adioses hace tiempo y besos bienvenidos de primeras de cambio y de último vagón… RO S T R O D E V O S – MA R I O BE N E D E T T I