El pasado 19 de julio del 2018, el parlamento israelí, el Knesset, aprobó legislación que denomina a Israel como el “Estado Nación del pueblo judío”. ¿Por qué se vio Israel en la necesidad de autodeclarar y oficializar su identidad judía? De paso, ¿cómo se define quién es y quién no es judío? ¿Cuál es la esencia de una identidad judía? ¿Es el estado de Israel un estado judío? ¿Debe existir Israel? Estas son algunas de las preguntas que continúan siendo tema de debate en la sociedad israelí.
Uno de los problemas en responder a estas preguntas es que la identidad judía no esta determinada exclusivamente por la fe y las prácticas religiosas. Es una cultura con tradiciones antiguas y una larga historia. Entre estas tradiciones se encuentran los idiomas del hebreo y el yidis, la comida kosher y el Yom Kippur, entre otros.
La comunidad judía en Israel está sumamente dividida no solo sobre cómo contestar las preguntas antes mencionadas, sino sobre cómo practicar el judaísmo apropiadamente.
Cabe destacar que no todos los judíos que viven en Israel son sionistas. Algunos se oponen a la existencia de un estado judío, principalmente los judíos ultraortodoxos o jaredíes.
Por otro lado, existen también los judíos religiosos ultranacionalistas que apoyan firmemente la ocupación israelí de los territorios palestinos porque creen que estos forman parte de la tierra prometida de los judíos.
Ambos grupos tienen sus desacuerdos con las decisiones del Estado. Claramente, la tensión es más fuerte entre los jaredíes y el gobierno debido a que estos primeros se rehúsan a participar del servicio militar obligatorio.
Para los ultranacionalistas, las tensiones se producen más bien cuando las acciones del gobierno no encajan con su visión. Cuando el Estado israelí aparenta ser débil y no proteger los intereses israelíes adecuadamente, este grupo reclama que se deberá pagar un precio.
Estas represalias usualmente toman la forma de ataques hacia las comunidades de árabes, tanto de los que son ciudadanos de Israel como lo que viven en los territorios de Palestina. Estas acciones han sido denunciadas como “actos terroristas”, incluso por muchos israelíes.
Hay dos grupos importantes adicionales en Israel: las comunidades árabes y los judíos seculares.
En el artículo “Religion, state, and the Jewish identity crisis in Israel”, Yedidia Z. Stern señala que el grupo más grande es el de los judíos seculares, que constituye alrededor de un tercio de la población. Este sector poblacional cree que un judío es aquel que, independientemente de su nacimiento, se identifica con la historia, la cultura y el futuro del pueblo judío. Además, aspiran a tener un estado democrático modelado según el estilo Occidental.
No obstante, se espera que las poblaciones ultraortodoxas y árabes alcancen a ser, cada uno, una cuarta parte de la población, debido a que su tasa de fertilidad es más alta que la de los otros dos grupos. A estos cuatro grupos también se les conoce como las “cuatro tribus”, como les llamó el actual presidente, Reuven Rivlin, en discurso pronunciado en junio del 2015, según Stern.
Una división institucionalizada
La fragmentación social en Israel es reforzada por su sistema escolar. Los niños en Israel son divididos en cuatro grupos desde la escuela primaria: estado-secular, estado-religioso, religioso independiente y árabe.
En esencia, el Estado de Israel, al igual que la comunidad de judíos jaredíes de Brooklyn expuesta en el documental One of Us fueron construidas por los sobrevivientes del Holocausto. ¿Son reflejos del dolor y el miedo de esta experiencia las reglas y el estatus quo que permanecen hasta el presente?
Aunque la realidad de Israel ahora mismo es muy complicada y sus lazos con el Occidente mucho más cercanos, pienso que aún se puede argumentar que estos aún sienten la necesidad de utilizar medidas proteccionistas frente a los enemigos que parecen rodearlos. Estas mismas medidas y su entorno, en parte producto de las decisiones del estado israelí, ¿no siguen perpetuando la misma situación?
Las fricciones en Israel son situaciones cotidianas y evidentes. Las acciones de algunas de las “sectas” más extremistas del sector ultraortodoxo han creado mucha controversia y conflicto dentro de la sociedad israelí. Una de las más prominentes es Neturei Karta.
Una de sus acciones más controversiales fue escribir “Gracias Hitler por el maravilloso Holocausto que organizaste para nosotros” en la pared de un monumento, llamado Yad Vashem, dedicado a los judíos que murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Los integrantes de Neturei Karta piensan que el Holocausto fue una especie de retribución divina.
También este grupo asistió a una conferencia en Teherán titulada “El Mundo sin el Sionismo” donde dialogaron con el entonces presidente, Ahmadinejad; quemaron la bandera israelí; y visitaron la tumba de un líder de Hezbollah, además de dejarle una ofrenda.
Otro de los problemas más visibles con la comunidad ultraortodoxa es que los hombres deben dedicarse al estudio del Tora. Como consecuencia, su doctrina religiosa les prohíbe trabajar y participar en la actividad militar.
La otra razón, más importante, es que no quieren formar parte del Estado de Israel ni participar en este porque no lo reconocen como un estado judío legítimo. Argumenta Paul Danahar en su libro The New Middle East: The World After the Arab Spring que la comunidad ultraortodoxa entiende que el estado judío real será creado por Dios.
Piensan que el Estado de Israel, por ser un proyecto del ser humano, es una blasfemia contra esta creencia. Por otro lado, al no trabajar y no servir en la milicia, muchos israelíes que sí trabajan y sí cumplen con el servicio militar los consideran miembros inútiles de la sociedad que no aportan más que problemas.
Otro tema de mucha controversia en Israel es el de las guerras constantes en las que se ve envuelto el Estado y la ocupación de los territorios palestinos. Ambas causas son abanderadas por el grupo religioso sionista y cualquier concesión de parte del Estado, ya sea a Palestina u otro país, es visto como un momento de debilidad y una traición al sionismo y la identidad judía que debe ser intrínseca al Estado.
La diversidad en la sociedad israelí también se ve reflejada en la política partidista. Hay partidos sionistas, con sus variaciones, partidos seculares liberales y partidos anti-sionistas.
El primer ministro de Israel desde el 2009, Benjamin Netanyahu, pertenece al partido Likud, que se identifica como un partido sionista. Netanyahu, en varias ocasiones, ha señalado el “peligro” que representa el programa nuclear de Irán y se ha mostrado reacio a cambiar la situación en los territorios ocupados de Palestina.
Un artículo de Vox publicado en el 2015 titulado “The ideas that define Benjamin Netanyahu” describe la ideología guía del primer ministro y la de su partido como sionismo revisionista vinculándolo a Ze’ev Jabotinsky, quien parece ser la figura emblemática de esta corriente.
Este critica que el gobierno israelí haya optado por la dominación en vez de la cooperación y negociación, lo que obliga a ese país a estar constantemente involucrado en guerras regionales y disputas por territorios. En efecto, Israel se encuentra en un estado permanente de emergencia y mantiene el sistema de servicio militar obligatorio, tanto para hombres como para mujeres.
La fragmentación de la sociedad israel, que impide contestar las preguntas que inicialmente postulé en este ensayo, entre otras interrogantes, jugará un papel importante en el futuro de Israel en el ámbito doméstico e internacional.
Igual que Yedidia Z. Stern, pienso que Israel debe buscar mecanismos que conduzcan a superar la discordia doméstica cuanto antes posible. Sin embargo, ¿es la discusión abierta que esta plantea una alternativa efectiva dadas las proporciones del problema? ¿Podrá revertirse lo que Stern identifica como “self-segregation” en la sociedad israelí? Y, ¿cómo se podrán canalizar los desacuerdos entre las cuatro tribus para fomentar la inclusión y la aceptación?
Según un reportaje de El País, luego de la declaración oficial del pasado julio 19, la comunidad árabe de Israel se unió en protesta. La Lista Conjunta Árabe salió del parlamento clamando que esto era un “apartheid” y la muerte de la democracia en Israel era inminente al alzar una bandera israelí negra.
Mientras, un artículo de la BBC documentó manifestaciones de algunos israelíes judíos en contra de la medida. Con estos ejemplos, queda evidente que la llamada búsqueda de la identidad del estado israelí, y la de sus ciudadanos, no está consolidada y sigue siendo disputada en la vida diaria en sociedad.
La autora es estudiante del Departamento de Sociología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Este texto fue sometido como requisito del curso CIPO 5015-0U1: “Seminario Comparado de Religión y Política”, ofrecido por el Departamento de Ciencias Políticas.