Desde que se aisló por primera vez el virus causante del Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) en 1983, se han registrado muchos avances en calidad de tratamientos y medicamentos. Sin embargo, para la doctora Francoise Barré-Sinoussi, Premio Nobel de Medicina 2008, aún queda mucho por hacer para encontrar la cura. O, por lo menos una prolongada vida en remisión para los pacientes.
Ese fue uno de los aspectos que se destacaron durante la Conferencia Magistral From the Discovery of HIV to the end of Aids: Past Achievements and Future Challenges que ofreció ayer Barré-Sinoussi en el Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Según la experta, una de las actuales prioridades en la carrera para combatir el SIDA es promover una ciencia multidisciplinaria internacional, a través de la creación de una alianza de investigadores involucrados en el desarrollo de una estrategia igualmente internacional.
Entre otras cosas, Barré-Sinoussi, explicó que "la variabilidad genética del VIH y la forma en que el virus se almacena en «reservorios» y no se ve afectado por la respuesta inmunitaria constituyen parte de los aspectos que dificultan la erradicación del virus del SIDA".
"Si se puede comprender mejor de qué manera evoluciona la infección en el huésped, entonces se podrá trabajar en la obtención de vacunas terapéuticas", detalló.
La vacuna debe tener por finalidad bloquear la transmisión de una célula a otra. Aunque no está disponible, el extenso conocimiento de las interacciones entre el virus y su hospedero, que ya se tienen, han generado ideas que nos permiten soñar con recursos vacunales.
La carrera de Francoise Barré-Sinoussi se inició en ciencias. Luego, se especializó en bioquímica y posteriormente obtuvo un doctorado en virología. Realizó un post doctorado en virología de los retrovirus. Este campo, poco explorado entonces, fue el ambiente en que codescubrió, junto al virólogo Luc Montagnier, el virus responsable del VIH-SIDA en 1983.
Actualmente, es directora de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales del Instituto Pasteur, en Francia, al que se unió en el 1978. Su descubrimiento del HIV-1 y HIV-2, le merecieron el Premio Nobel de Medicina de 2008, galardón que compartió con Luc Montagnier.
La noticia del premio la recibió mientras trabajaba en Camboya como lo ha hecho, por más tres décadas, en otros países en desarrollo como África y Asia. Desde 1985, dedica grandes esfuerzos a la colaboración multidisciplinaria, en diferentes regiones del mundo, para conocer a profundidad los estudios clínicos y conectar sus resultados con la investigación básica. De este modo, ha adiestrado a múltiples investigadores jóvenes e impulsado mejoras en la prevención, el cuidado clínico y tratamiento del VIH-SIDA.