Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) contamos con una amplia gama de posibilidades y oportunidades para crecer académica y emocionalmente. Durante los tres años que llevo estudiando Periodismo y Arqueología en el Recinto de Río Piedras, he sido apoyada por varios profesores que siempre han motivado s sus estudiantes a salir de sus zonas de comodidad.
Este fue el caso que vivimos los estudiantes subgraduados del Departamento de Sociología y Antropología, Gelenia Trinidad Rivera, Luis Quintana Ortiz, Jan Pérez Rosario y quien les escribe, cuando decidimos inscribirnos para deponer en el congreso de arqueólogos más grande del mundo: la octogésima tercera reunión anual de la Sociedad de Arqueología Americana (SAA), celebrada en abril en la meca de los museos en Estados Unidos, Washington D.C.
Aunque no era la primera vez que algunos de mis compañeros presentaban en una conferencia de esta magnitud, en la que se contaría con la presencia de figuras extremadamente reconocidas en nuestro campo, los nervios imperaban al momento que inició nuestro panel titulado Archaeological Research in the Hispanic Caribbean.
En la conferencia, hablamos sobre las investigaciones comenzadas justo después del paso de los devastadores huracanes Irma y María. Pusimos todo nuestro esfuerzo para aportar al conocimiento histórico y arqueológico en relación a los conceptos urbanos de los siglos XIX y XX en lo que hoy conocemos como Viejo San Juan.
Para ello, estudiamos variados aspectos de hoteles, casas, fachadas de edificios, lugares de producción y desarrollos urbanos a partir de documentos históricos como el censo poblacional de 1910, fotografías, mapas y planos de distintas áreas de San Juan, y su potencial arqueológico.
Cuando completamos la exposición de nuestros hallazgos, el curador para las Américas del Museo Británico, Jago Cooper, y la directora del Centro para la Arqueología Histórica en la Universidad de Leicester en Inglaterra, Alice Samson, se mostraron muy entusiasmados con los proyectos que habíamos presentado.
Incluso, nos exhortaron a continuar nuestro trabajo en otras áreas de Puerto Rico lo que, como mencionaron, aportará al conocimiento del periodo colonial de nuestra Isla.
Las investigaciones fueron apoyadas por la mentoría de la arqueóloga y profesora Paola Schiappacasse, quien incentiva la participación de los estudiantes en congresos, actividades e internados.
La doctora Schiappacasse proveyó, además, cruciales herramientas investigativas que nos ayudaron a completar nuestro trabajo porque el paso de los huracanes imposibilitó el acceso a fuentes documentales del Archivo General de Puerto Rico, que se encontraba cerrado luego del paso de los ciclones.
La oportunidad de representar a la UPR en un congreso internacional no solo fue provechosa para nuestro desarrollo académico, sino que permitió que expandiéramos nuestra perspectiva arqueológica al estar presentes en conferencias y presentaciones de profesionales.
Asimismo, tuvimos la oportunidad de visitar el sitio arqueológico de un navío descubierto en la comunidad colonial estadounidense de Old Town, Alexandria, en Virginia. También, logramos crear conexiones con profesionales de la Arqueología, y explorar diferentes opciones de ofertas de estudios graduados alrededor del mundo.
La participación en estas actividades no solo auspicia nuestro crecimiento académico, sino que incrementa las posibilidades de ser admitidos en programas laborales o educativos de instituciones competitivas.
Desde un punto de vista más personal, mis compañeros y yo coincidimos en que la participación en eventos de esta envergadura resulta en el deseo de seguir investigando y siendo parte, tan temprano como en el nivel subgraduado, del fascinante mundo de la Arqueología.
Por último, el viaje para formar parte de la reunión anual de la SAA fue posible por el apoyo económico ofrecido por el Consejo General de Estudiantes (CGE), el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) y el Decanato de Estudios Graduados e Investigación (DEGI).