En la vida de cada persona hay una historia que contar. Es el caso de dos chicas que narraron a Diálogo experiencias especiales siendo parejas de hombres dedicados al narcotráfico. Cada una de las entrevistadas cuenta su historia particular, situaciones diferentes pero con aspectos semejantes.
Llamemos a la primera Carmen quien tenía 17 años cuando conoció al hombre que, relató, “me brindó los mejores momentos de mi vida”. El encuentro se dio en una noche de diversión, el comienzo de un año de relación con quien se convertiría en uno de los narcotraficantes más buscados de su pueblo.
Durante esa noche, contó, él le estuvo pagando “tragos y más tragos”, hecho que la llevo a preguntarse “¿y quién es este que me paga tanto?”. En ese momento, a él no lo estaban buscando, “ni los de la calle, ni los federales”, por lo que por un año mantuvieron una relación como cualquier otro noviazgo, totalmente normal.
Carmen no recuerda el momento exacto en que supo quién era la persona con la que estaba saliendo. Recuerda que lo supo porque escuchó su apodo. Nunca se lo preguntó directamente, pero cuando se enteró nada le importó, al contrario, le atrajo más.
“Cuando me enteré de a qué se dedicaba me atrajo más. Era mayor que yo, me gustaba físicamente. También por interés…tenía bote, me daba mil pesos semanales. La gente hablaba de él, las mujeres lo buscaban… Cuando vi que me estaba buscando me interesé más. Me atrajo lo económico y el poder que sabía tenía. En vez de sentir miedo me sentí protegida. Sabía que cualquier cosa que me pasara él me iba a resolver”, explicó la joven sin reparo.
Carmen reconoce que en la relación hubo empatía, “mucho cariño”, por la cantidad de horas que pasaban juntos. Sin embargo, a pesar de que este hombre la trataba “como a una reina”, nada se cuajó. Ella tenía ojos y corazón puestos en otra persona. De no haber sido así, “quizá me hubiese enamorado de él”, comentó.
Durante el año que mantuvo una relación con él descubrió a un hombre totalmente distinto al que describían los demás. Según Carmen, “era un hombre bueno y muy inteligente”. Bueno porque ayudaba a quienes lo necesitaban y les compraba regalos a todos los niños del residencial. En muchas ocasiones, recuerda, encontró a su pareja llorando por no poder compartir con sus hijos, pues prefería no verlos “para no ponerlos en peligro”. También recuerda las conversaciones que mantenían en pareja, “él demostraba conocer a la perfección el mercado de la droga y la política de Puerto Rico”, indicó.
El dinero fue lo que definió a esta relación. “No faltaron los lujos”. Según Carmen, cuando salían a entretenerse recibían tratos VIP. “Era como en las películas”, aseguró.
“Te puedo decir que los mejores momentos de mi vida los disfruté en esa etapa”, afirmó la joven a la vez que reconoce que su pareja era muy estricto. En algunas ocasiones presenció regaños fuertes a los hombres que trabajaban para él. Una vez le preguntó directamente a su enamorado si había matado a alguien. Contestó que no, “pero su sonrisa lo delató”. Fue entonces cuando comenzó el desencanto. En ese momento sintió asco de que la tocase con las manos que habían terminado con la vida de alguien.
Tras un año de intensos momentos, la relación terminó. Carmen decidió ponerle fin al romance una noche en que lo sorprendió mintiendo. No se volvieron a ver durante un año aproximadamente. Ya para entonces a él lo estaban buscando. Un día él la llamó, quería verla. Accedió. Pero para llegar al lugar en el que estaba Carmen tuvo que encontrarse con un amigo que la conduciría hasta donde él.
“Cuando me monté en la guagua me taparon los ojos y eso sí me dio miedo. Cuando lo vi era otra persona. Llevaba mucho tiempo sin salir, sin tener contacto con otras personas. Él me apretaba, como cuando las personas están faltas de cariño. Su forma de hablar, de expresarse, él (demostraba que) estaba como lleno de odio, como aborrecío”, recordó Carmen.
“… me pegué por lo económico”
A diferencia de Carmen, María siempre supo a lo que se dedicaba su enamorado.
“Al principio, cuando lo conocí, la razón por la que me pegué de él fue lo económico. Pero, después con el tiempo me enamoré y ahí fue que tuvimos al nene”, mencionó la joven.
Durante los dos años que duró su relación, María no temió por su vida porque a pesar de que su pareja se dedicaba al negocio de las drogas, aseguró, él era una persona muy tranquila.
“Nunca andaba armado, ni tenía problemas con nadie”, señaló. Según ella, lo respetaban porque con las personas que trabajaba y socializaba eran personas respetadas en la calle, porque estaba dispuesto a todo. “Ellos (los amigos y socios de su pareja) estaban a la disposición de nosotros si nos pasaba algo”, indicó.
La relación terminó porque María no era feliz. A pesar de que lo tenía todo, siempre estaba sola. Su pareja pasaba la mayor parte del tiempo “en la calle”.
“(Yo) digo que jamás y nunca vuelvo a estar con alguien que trabaje en la calle. Es horrible porque tú no estás feliz nunca. Siempre que él sale a la calle tú estás pensando ¿estará con otra? Tú vives con ese estrés todo el tiempo”, puntualizó la joven.
Casualmente ambas jóvenes mantienen una relación estable y formal con un militar. Ambas tuvieron una vida llena de lujos, sin embargo, prefieren la estabilidad que les brinda una pareja que se desempeña en un trabajo legal. En cuanto a sus exparejas uno de ellos está detenido y el otro goza de su libertad.
Se utilizaron los seudónimos Carmen y María para proteger la identidad de las jóvenes.