El título de la traducción es Talking to Ourselves. Estaba a cinco pesos en un booth de libros en un congreso académico. En los congresos académicos uno escucha cosas como “esos son los mejores guisos: pagos y abiertos a toda la comunidad”. Uno sonríe y finge entender y/o estar de acuerdo, porque las interacciones entre académicos suelen ser en extremo incómodas. Prefiero hablar solo.
Es una muy mala traducción, pero buena. No sólo implica un interlocutor, sino que el uso del plural le da un sentido de complicidad que está ausente en la versión en español. O sea, en el original. Pues el hombre que firma la novela la escribió en español. Las demás son “las versiones”. O sea, en cada una supone pasar lo mismo no importa el idioma. Aunque los títulos sean distintos.
Una búsqueda de ‘listening to ourselves’ en Amazon produce dos resultados exactos, con los siguientes subtítulos: A Multilingual Anthology of African Philosophy y The Key to Everything that Matters. Cito de la descripción del segundo: “This book simplifies and demystifies the discovery of truth.” No obstante, los mejores libros son los de complicaciones y mitos. Me lo repito mientras escribo, pero eso también es una ficción.
Por aquí otra: cada vez que escribo siento que quien escribe no es más que una versión de mí que escribe con la intención de recuperar el original, que se la pasa hablando, perdido en alguna parte, con la esperanza de que alguien lo escuche. Pero todas mis versiones hablan demasiado alto como para darse cuenta.
Lo cierto es que en los congresos académicos nadie presta atención a lo que otros dicen en paneles y plenarias. Todo el mundo está pensando en lo que van a decir cuando llegue su turno. No son más que ocasiones para que los académicos hablen a solas, reunidos en un mismo sitio, acerca de asuntos relacionados a la vida en comunidad. Muchas veces son en hoteles y no todo el mundo puede pagar para participar. Además hay guardias apostados en todas las entradas. Eso nos hace cómplices de alguna verdad sobre el mundo, pero nadie habló de eso en el congreso. O si lo hicieron, nadie escuchó.
El título original es Hablar solos. No sé qué pasa en la novela, pero la versión en inglés es mejor. Me refiero al sentido de complicidad y a la certeza de que alguien, en alguna parte, nos escucha. O que hay una parte de nosotros y nosotras que se dedica a escucharnos todo el tiempo que esperamos por hablar en público. De seguro hay congresos donde hablan solo de eso. Los académicos sonríen, fingiendo entender. Es en extremo incómodo. Pero se consiguen libros a descuento.