Cartagena, Colombia – Para una puertorriqueña no resulta extraño el encuentro con la ciudad de Cartagena en Colombia, al menos esa ha sido mi impresión al llegar a su casco amurallado para participar del evento “Hay Festival”. Su arquitectura hispánica, el calor de su gente caribeña y hasta la presión de un desarrollo de viviendas de alto costo en los alrededores nos llevan a sentirnos como si estuviésemos en el Viejo San Juan de Puerto Rico. Lo que sí dista mucho de esta ciudad colombiana y su hermana mayor en Puerto Rico –al menos por estos días- es el protagonismo de la actividad cultural. En Cartagena se respira un entusiasmo por la producción cultural que contagia a visitantes y locales. Acaban de culminar su “Cartagena Music Fest” con todo un itinerario de música clásica de nivel internacional y ya sus calles están llenas de enamorados de la literatura y el periodismo convocados por el “Hay Festival”.
Se trata de una “fiesta literaria”, según lo describe el periódico El Tiempo, que reúne por cuarto año consecutivo a importantes figuras internacionales del quehacer literario en toda una programación de conversatorios y foros en diversos espacios icónicos de la ciudad. Este año los organizadores destacan la presencia del escritor hindú Salman Rushdie, pero también tienen importantes conversatorios con escritores de la talla de Carlos Monsiváis, Luis Sepúlveda, Laura Restrepo, Eduardo Lago, Junot Díaz, Alan Pauls, Gerlad Martin, Juan Manuel de Prada, Brian Nissen y Fernando Vallejo, entre muchos otros. En total hay representación de 14 países. La escritora puertorriqueña Mayra Santos Febres participará del conversatorio “El deseo de la escritura o la escritura del deseo”. Todos estos nombres no se traducen en un evento para una élite, pues en las calles de Cartagena es común encontrar por estos días a vendedores ambulantes leyendo literatura y a personas en las plazas disfrutando de la lectura. Al mismo tiempo, todos los eventos son transmitidos en pantallas gigantes a las afueras de las salas y las personas se aglutinan para disfrutar de los conversatorios.
Se trata de diálogos en ambientes relajados donde los escritores, más que todo, comparten anécdotas de cómo comenzaron a escribir, sus influencias en el proceso de creación, su relación con los editores y con sus homólogos. Por ejemplo, el escritor chileno Luis Sepúlveda relataba que comenzó a escribir incidentalmente novelas cortas y “picantes” sobre una maestra en el Instituto Nacional de Chile por encargo de otro estudiante para sacar dinero de ellas, además porque una chica en la que estuvo muy interesado le dijo que no le gustaba el fútbol, sino la poesía. A preguntas del público confesó que el libro que más trabajo le costó escribir fue “La gaviota y el gato que le enseñó a volar” dirigida a niños, pues su intención era escribir un libro para pequeñas personas y no para “pequeños imbéciles” como dice se hace mucho en la literatura infantil. Otro de los autores que se confesó con su público fue el argentino Alan Pauls, quien abundó sobre los argumentos centrales en sus novelas, la inspiración para crear sus personajes y escenas, además de los autores que influenciaron su obra. “Me interesa mucho el fenómeno de la intimidad. La intimidad es un teatro en el que se producen fenómenos de desnudez muy brutales”, expuso Pauls durante su conversatorio con la crítica literaria Margarita Valencia. Mientras que el escritor mexicano Carlos Monsiváis elaboró una comparación entre los retos que enfrentan México y los de Colombia.
En el caminar hacia los distintos conversatorios, una se encuentra decenas de esculturas en plazas y aceras, incluyendo la famosa mujer gorda de Fernando Botero titulada “Figura reclinada 92” ubicada en la Plaza Santo Domingo. También puede toparse con exhibiciones fotográficas en plazas, como en vestíbulos de las edificaciones en el centro histórico de Cartagena. A esto se suman, los artistas que realizan “performance” en las aceras, músicos que tocan en las plazas y grupos que bailan ritmos típicos de esta costa norte en Colombia. Toda la fiesta literaria no se limita al “Hay Festival”, pues de forma paralela se realiza el “Hay Festivalito” que consiste de talleres literarios y conversatorios de escritores famosos para niños y adolescentes en las comunidades de El Pozón, Membrillal, La Boquilla, Las Palmeras y Boston. También se anuncian ganadores del “Concurso Nacional de Cuentos” para jóvenes colombianos. Mientras que en otras instalaciones fuera de las oficiales, se lleva a cabo toda una programación cultural conocida como “Off Hay Festival”. Todas estas actividades no se agotan en temas exclusivos de literatura, pues hay muchos contenidos sobre periodismo, política, cine y música. Además hay una serie de presentaciones musicales muy particulares. La primera presentación fue del grupo británico “Asian Dub Foundation”. En una plaza llena a capacidad, los integrantes de la agrupación realizaron su primera presentación en Colombia. Su música es una fusión de reggae, punk, rap y melodías tradicionales de la India. Utilizan instrumentos africanos, tambores, bajo y música electrónica. Los integrantes se dirigían al público con expresiones en español y los invitaban a cantar y bailar sus canciones de denuncias sociales y políticas. Manifestaron expresiones contra la ofensiva militar en Gaza, el imperialismo estadounidense, y sobre la crisis económica global. Una vez concluidas las actividades programadas, jóvenes y adultos caminan por una ciudad que en las noches se convierte peatonal para acudir a cafés y restaurantes donde todavía la cultura es protagonista. Ese es el caso de “Galería Libro Café”, un espacio ubicado en plena muralla de construcción española, donde jóvenes acuden a comer arepas y chorizo con algún jugo, cerveza o trago mientras escuchan música salsa, vallenato o pop-rock latino. El nombre responde a que en el lugar suelen realizarse exhibiciones de arte y en ocasiones se ubican libros para que los comensales puedan leer. En fin que aunque pueda sentirme en un escenario físico similar al Viejo San Juan, lo cierto es que los administradores de nuestra ciudad fortificada deberían tomar nota de cómo inyectarle vida a través de las artes.