Entrevista a Encina Villanueva, especialista en género de la ONGD InteRed y autora del libro “Los pinceles de Artemisia”, dirigido a profesionales de la educación, cooperantes y trabajadores de la Administración Pública.
Acaba de ver la luz Los pinceles de Artemisia, un título que es un homenaje a la pintora del barroco italiano que representaba a mujeres independientes y que rompieron convencionalismos. La publicación explica la importancia de la historia del feminismo y el movimiento de mujeres para lograr una sociedad no sexista y dedica una gran parte de sus páginas a contar propuestas y experiencias exitosas para la formación en equidad de género. El libro, que se podrá descargar en breve y de forma gratuita a través de la web de InteRed, va dirigido a profesionales de la educación, personal técnico de ONG y administraciones públicas.
P. ¿Qué aporta la nueva publicación a todas las propuestas que ya existen?
R. Por un lado una visión muy particular, la nuestra. La de las personas que hemos desarrollado el trabajo que aquí se sistematiza y la de la organización que nos agrupa y da soporte. Eso, por sí mismo, ya lo hace diferente. Por otro lado, y recogiendo especialmente los impactos que va generando el libro, la cercanía de un material escrito en primera persona (contamos nuestra experiencia y nuestras reflexiones, sin más complicaciones) y la apertura de un planteamiento calificado por mucha gente de “acogedor”, de integrador de diversidades. Quizás el que sea una propuesta concreta, con estrategias y actividades ya validadas, pueda ser algo también característico y un aporte de este material.
P. ¿La formación es un pilar para la equidad de género?
R. Consideramos que así es. Generar espacios de formación que permitan profundizar en estas cuestiones, hacer un análisis más crítico de la realidad, revisar la propia identidad sexual o comprobar si acciones de nuestro día a día pueden estar reproduciendo un sistema injusto, es fundamental si creemos en una transformación social que tiene su raíz en lo personal. El famoso slogan feminista “Lo personal es político” lo dice todo en este sentido. Si logramos que la formación en equidad de género toque lo profundo, ya que trata temas tangibles y muy cercanos, lograremos muchas transformaciones. En esta línea una metodología claramente vivencial va a ser fundamental. De lo contrario, hay mucho peligro de quedarse sólo en el discurso.
P. ¿Cree que queda mucho para lograr una sociedad no sexista y un cambio de patrones machistas?
R. Como sociedad en su conjunto sí, queda muchísimo, y no hay que ir muy lejos para comprobarlo. Como experiencias particulares, que también son parte de la sociedad, siento que muchas personas se han liberado en gran parte de los condicionamientos de género, percibo que en muchos contextos las mujeres han ganado en poder y autonomía y veo como algunos hombres desarrollan modelos alternativos de masculinidad. Hay cambios. A veces simbólicos, a veces más tangibles, pero todos ellos son buenos.
P. Las ONGD en general, e InteRed en particular, ¿en qué medida contribuyen a la equidad de género?
R. Creo que tienen un papel importante. Muchas ONGD han sido pioneras en la incorporación del enfoque de género en las políticas de desarrollo, un mundo donde no siempre se ha visibilizado a las mujeres o no se las ha contemplado como sujetas de derechos. InteRed lleva muchos años en esto. En un principio desde sus proyectos de cooperación internacional en los que trabaja por el derecho a una educación de calidad y para toda la vida, especialmente para las mujeres en los contextos en los que éstas lo tienen más complicado, y actualmente y ya desde hace varios años, en Educación para el Desarrollo. Desde esta área reflexionamos, investigamos y generamos propuestas de sensibilización y formación para contribuir a la promoción de una ciudadanía no sexista, tanto en España como en el resto de países en los que trabajamos. Quizás esa sea nuestra principal contribución.
P. ¿Cuál cree que es el objetivo más importante que, a su juicio, todavía no se ha conseguido respecto a los derechos de las mujeres?
R. Sería un poco pretencioso establecer un orden de prioridades. Depende de muchas cosas. De todas formas, algo que me parece fundamental y que aún está lejos de conseguirse es que el trabajo de cuidados, que aún siguen llevando a cabo principalmente las mujeres, sea verdaderamente visible, reconocido y colocado donde se merece. La generación de la vida y su sostenibilidad, su cuidado, no puede estar más que en el centro de nuestras preocupaciones e intereses, desbancando al mercado que, a día de hoy, es en torno al cual gira todo en nuestras sociedades.
P. ¿Cuáles son las principales denuncias en relación a los derechos de las mujeres?
R. Son muchas y distintas en función del contexto. Además de todo lo relacionado con los cuidados, se sigue hablando, y mucho, de la participación política, de los derechos sexuales y reproductivos, de la situación de las mujeres en lugares de conflicto, de las distintas violencias que se ejercen sobre las mujeres, de la trata de éstas o de la precariedad laboral, especialmente sangrante en el ámbito del trabajo doméstico. Son muchos los frentes abiertos y muchas también las propuestas y apuestas para trabajar en ellos. El movimiento por los derechos humanos de las mujeres sigue activo y alerta. Aunque no siempre lo parezca, está realmente vivo, renovándose y adaptándose a un mundo que cambia por minutos.
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