Luego de un séptimo y decisivo partido que fácilmente debe estar considerado entre los mejores juegos en la historia del deporte, los Cachorros de Chicago rompieron de una vez y por todas con la ‘maldición de la cabra’ y se alzaron por primera vez en 108 años con el gallardete que los acredita como campeones de la Serie Mundial.
Para hacerlo, los del norte de Chicago tuvieron que remontar una desventaja de 3-1 en la serie frente a los Indios de Cleveland, franquicia que asume ahora el cuestionable honor de ostentar la sequía más larga de títulos de Serie Mundial, al no coronarse desde 1948.
Ciertamente, ningún fanático del béisbol podrá quejarse de lo vivido en la pasada semana y media: la serie cumplió con todas las expectativas y mucho más. En Puerto Rico en particular, tres caras jóvenes que representan lo mejor de la pelota boricua, tales como Javier Báez, Francisco Lindor y Roberto ‘Bebo’ Pérez, dieron mucho de qué hablar y dejaron claro que, en esta isla, hay béisbol para rato.
Los boricuas en la serie
Al igual que lo hicieron en el resto de la postemporada, los boricuas estuvieron en el centro de la acción en la Serie Mundial.
En términos ofensivos, el bayamonés Javier Báez tuvo más bajas que altas en la serie, aunque defensivamente demostró que es uno de los mejores y más versátiles defensores del béisbol. Curiosamente fue en el séptimo juego en el que cometió dos poco característicos errores defensivos, que finalmente pudo aportar con el madero, al echar de la lomita a Corey Kluber con un batazo de cuatro esquinas. Báez culminó la serie con cinco hits en 30 turnos (para promedio de .167), con un cuadrangular y 13 ponches. Sin embargo, el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional dejó claro durante la postemporada que formará parte vital del núcleo de los Cachorros durante los próximos años.
Báez completó la postemporada con promedio de bateo de .265, dos vuelacercas, ocho carreras impulsadas, y se agenció dos robos de base. Además, con su cuadrangular de anoche, Báez se convirtió en el segundo hijo de Borinquen en conectar un cuadrangular durante un séptimo juego de Serie Mundial, tras Roberto Clemente (1971).
En el caso de Francisco Lindor, la derrota en la Serie Mundial no debe empañar lo que fue una gran postemporada. Entre las tres series, promedió .310 en 58 oportunidades al bate, con dos cuadrangulares y 6 impulsadas, que acompañaron su magistral labor defensiva en el campo corto. Cerró la Serie Mundial bateando .296 (8 en 27) con dos carreras empujadas y dos anotadas. No cabe duda de que será una de las principales figuras del béisbol en la próxima década.
Mientras, el receptor Roberto ‘Bebo’ Pérez, quien se quedó con la posición a mitad de temporada tras la lesión del brasileño Yan Gomes, lideró a los Indios en la Serie Mundial con cinco carreras impulsadas. Igualmente, reafirmó que sus cualidades defensivas no tienen nada que envidiarle a las de la mayoría de los receptores titulares, tanto en la potencia de su brazo como en su capacidad para recibir los lanzamientos. Será interesante ver qué dirección toma la carrera del pelotero de 27 años, y no sería de extrañar que algún otro club con el camino despejado en su posición llame a los Indios a indagar sobre la disponibilidad de Pérez.
El final de dos maldiciones
Aunque la figura del presidente de operaciones y del gerente general de un equipo de grandes ligas no tiende a ser muy importante a la hora de adjudicar créditos y reconocer gestas históricas, cuando hablamos de los Cachorros de Chicago o de los Medias Rojas de Boston es imposible pasar por alto mencionar a Theo Epstein, el ahora verdugo de las maldiciones en el béisbol.
Y es que tras la victoria de anoche, Epstein pasó a ser el único que puede decir que se puso los zapatos de gerente general en las dos organizaciones con la racha de temporadas sin campeonatos más largas en el béisbol, y que –dicho sea de paso– acabó con los mitos más sufridos y comentados entre la fanaticada de las Mayores.
El ahora presidente de operaciones de los Cachorros guió a los Medias Rojas en los campeonatos del 2004 y 2007, luego de 86 años de sequía y puso punto final a la llamada ‘maldición del Bambino’ alusiva al traspaso del legendario Babe Ruth a los Yankees de Nueva York, luego de que este lograra tres campeonatos con Boston.
Así las cosas, Epstein llegó a Chicago para la campaña del 2011 y rápidamente aplicó la misma dosis de morfina beisbolera. El resultado final: transformar la franquicia más perdedora en la historia del béisbol y ajustar las piezas necesarias para llevarla a su primer campeonato en 108 años, en menos de un lustro de trabajo intensivo.
De esta forma y con una inyección de talento joven, Epstein acabó con la ‘maldición de la cabra’, una mítica historia alusiva al momento en que un tabernero declaró que los Cachorros no ganarían una Serie Mundial más, luego que le negaran la entrada al Wrigley Field acompañado de su cabra.
Duelo de dirigentes
El enfrentamiento entre Joe Maddon y Terry Francona presentaba a dos de los más respetados mentores del béisbol.
Francona entró a la serie invicto en los ocho partidos de Serie Mundial que había dirigido cuando encabezaba a los Medias Rojas de Boston. A lo largo de esta postemporada demostró su habilidad para maximizar el aporte de sus dominantes relevistas, si bien estos fallaron en el partido decisivo, costándole a Francona su tercer campeonato. Tras las lesiones de los lanzadores abridores Carlos Carrasco y Danny Salazar, siempre quedará la especulación de qué podría haber hecho Francona con una rotación intacta.
Mientras, Maddon, para muchos el mejor dirigente de las Grandes Ligas, enfrentó duras críticas en la parte final de la Serie Mundial por su manejo del bullpen, particularmente por su uso de Aroldis Chapman. Sin embargo, lo cierto es que la remontada de sus Cachorros le otorga a Maddon lo único que le faltaba en su resumé. Y mejor aún, en una franquicia que a todas luces deberá ser contendor por buen tiempo.
Futuro prometedor
Si bien la novena de los Cachorros ha demostrado ser dominante por las pasadas dos temporadas, de cara al futuro son una apuesta segura. A continuación presentamos varios de los jugadores más prometedores de la franquicia.
Kris Bryant, 24 años – Ganador del Premio Hank Aaron 2016. Candidato a Jugador Más Valioso 2016 en la Liga Nacional. En apenas dos temporadas en las Grandes Ligas, Bryant ha acumulado 65 cuadrangulares, 201 carreras impulsadas y un promedio de bateo de .284.
Kyle Hendricks, 26 años – Candidato al Cy Young 2016 en la Liga Nacional. En tres temporadas en las mayores tiene record de 31 juegos ganados y 17 perdidos y acumula efectividad de 2.92. Esta campaña fue el lanzador con la efectividad más baja de todas las Grandes Ligas entre los abridores (2.13).
Kyle Schwarber, 23 años – Luego de debutar en el 2015 sacudiendo 16 jonrones e impulsando 43 carreras, Schwarber no las tuvo todas consigo al inicio de la temporada 2016. La principal figura juvenil de los Cachorros apenas participó en dos juegos este año debido a una lesión en dos ligamentos que lo mantuvo fuera hasta la Serie Mundial. En cuatro juegos enfrentándose a Cleveland como bateador designado conectó 7 imparables en 17 turnos.
Addison Russell, 22 años – Candidato a ganar Guante de Oro como campo corto. Russell finalizó la temporada regular con un total de 21 vuelacercas y 95 carreras impulsadas.
Anthony Rizzo, 27 años – Principal rival de Bryant al premio de Jugador Más Valioso. El inicialista ha sido el jugador franquicia desde la llegada de Theo Epstein. En las últimas tres temporadas ha conectado 95 jonrones e impulsado 288 carreras.