TEGUCIGALPA- El Gobierno interino de Honduras mantiene una postura desafiante pese a la creciente presión internacional y las protestas callejeras –ocurridas mayormente en la capital- que exigen la restitución del derrocado presidente Manuel Zelaya, quien anunció que retornará al país centroamericano esta misma semana. Estados Unidos, la Unión Europea y países latinoamericanos han cerrado filas en torno a Zelaya -un cercano aliado del presidente venezolano, Hugo Chávez- luego de que fuera depuesto el domingo y partiera exiliado a Costa Rica. El golpe militar en Honduras es el primero en Centroamérica desde la Guerra Fría y ha sido condenado mundialmente. Para potencias como Estados Unidos, si no es revertido, sentaría un “terrible precedente”. La capital hondureña permaneció en tensa calma por la noche –respetándose el toque de queda- luego de una tarde violenta, donde policías y militares repelieran con golpes y gases lacrimógenos a cientos de manifestantes que pedían el regreso inmediato de Zelaya, dejando decenas de heridos y detenidos.
“Voy para Tegucigalpa el jueves, llega el presidente electo por el pueblo”, dijo Zelaya en Nicaragua, donde recibió el respaldo incondicional del bloque de países izquierdistas ALBA que lidera Chávez. Los miembros del grupo retiraron a sus embajadores en el país cafetalero como señal de protesta. Zelaya dijo que retornará acompañado por el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, luego de dar el martes un discurso en Naciones Unidas para reforzar su reclamo de ser el “presidente legítimo” de Honduras.
Mientras, el presidente interino nombrado por el Congreso, Roberto Micheletti, ignoró el cerco internacional y nombró el lunes un gobierno de transición, con el que planea conducir al empobrecido país hasta las elecciones de noviembre. Su recién nombrado canciller Enrique Ortez dijo que Zelaya no podrá entrar tranquilamente al país en tanto reclame ser el mandatario legítimo. “Tiene que pedir un permiso para entrar. (Su regreso) Podría ser legal si él no se considera presidente”, afirmó Ortez a periodistas. El mandatario, cuyo respaldo popular había caído a niveles del 30 por ciento en medio de la crisis económica, fue depuesto cuando promovía una consulta no vinculante sobre la reelección presidencial a la que se oponían la justicia, los militares y sectores empresariales, políticos y de la Iglesia Católica. “El presidente Zelaya estaba llevando el país hacia el ‘chavismo’, estaba siguiendo ese modelo que no es aceptado por los hondureños”, dijo Micheletti en una entrevista con Reuters en el palacio de Gobierno, donde se ha instalado pese a que las manifestaciones se concentran en esa zona. El presidente Barack Obama reiteró que Estados Unidos sólo reconocerá a Zelaya como presidente y Chávez aseguró que dejará de mandar petróleo a la nación de 7 millones de habitantes mientras gobiernen “los usurpadores”. Magnate maderero de tendencia liberal, el giro de Zelaya hacia la izquierda y su creciente alianza con Chávez irritaron a las elites conservadoras y a buena parte de la población del país más pobre de América detrás de Haití y la vecina Nicaragua.