La intoxicación, el secuestro y la violenta violación en grupo de una niña de 16 años en Río de Janeiro, en Brasil, es un llamado a cambiar el rumbo de la violencia en contra de las mujeres y niñas en Brasil y en todos los países del mundo.
Su silencio se rompió cuando los hombres ostentosamente publicaron imágenes de la violación, profundizando aún más su abuso al mostrar el cuerpo de la mujer al mundo, con la expectativa y confianza de recibir la aprobación de sus amigos, e impunidad.
Este es el momento para que Brasil pueda romper esta confianza desde su núcleo y así reafirmar el poder de la ley y el respeto de los derechos humanos.
Es el momento para la cero tolerancia de la violencia contra las mujeres y niñas.
La expectativa casual de los hombres de no recibir algún castigo refleja la cultura de impunidad que conocen la mayoría de los violadores en todo el mundo. Su confianza da a conocer un clima de abuso normalizado, una cultura de violencia cotidiana en contra de las mujeres y niñas, así como un claro fracaso de los sistemas de justicia.
Se estima que solo se reporta un 35 por ciento de todos los casos de violación en Brasil. Y, a pesar de ello, la policía brasileña registra un caso de violación cada 11 minutos, todos los días.
La adolescente brasileña no recibió ninguna atención médica hasta después de que su ataque se hizo público. El miedo, la vergüenza, o la desesperanza contribuyen a la falta de reportes de violencia sexual.
Muy pocas mujeres y niñas reciben la ayuda que necesitan —y al que tienen derecho— para tanto curarse como para protegerse de embarazos, así como del VIH u otras infecciones de transmisión sexual.
Un simple hecho ilustra esto: además de los terriblemente altos índices de violencia sexual que sufren a diario las mujeres y las niñas en Brasil y en toda la región, 56 por ciento de todos los embarazos en América Latina y el Caribe no son planeados o deseados.
Las mujeres y las niñas necesitan tener acceso a la gama completa de servicios y derechos reproductivos en todo momento. Se ha incrementado la atención a la falta crítica del acceso a estos servicios en Brasil y en otras partes dada la propagación inesperada del virus del Zika.
Los riesgos son mayores para las más vulnerables, quienes no se pueden proteger adecuadamente contra infecciones ni contra embarazos no deseados —especialmente en el contexto de violación.
Nunca ha habido un momento más urgente para actuar en contra de la violencia sexual y en favor de las mujeres y niñas para que puedan acceder a los servicios de salud que necesitan fácil y confidencialmente.
Se necesita movilizar tanto a los sistemas legales como a los de salud para poder hacer frente a los casos ya existentes así como tomar acciones para construir servicios integrales para sobrevivientes.
Este asunto sirve para concientizar sobre la discriminación e intimidación diaria que viven las mujeres y niñas, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo.
La violencia contra las mujeres y las niñas afecta profundamente a nuestras sociedades, nuestras economías, nuestra política y nuestro potencial global a largo plazo. También restringe vidas, limita opciones y viola derechos humanos.
En todas sus formas, desde la brutalidad física contra defensoras de los derechos de las mujeres como Berta Cáceres, quién fue asesinada en el occidente de Honduras en marzo, hasta la difamación de las figuras políticas femeninas, la violencia se vive diariamente en formas visibles e invisibles, y nos disminuye a todas y todos. Es a la vez la razón por la cual aumentar la representación de las mujeres en posiciones de liderazgo es tan importante, y también el por qué es difícil de lograr.
La intensidad de las protestas en Brasil, muy presente en las redes sociales, refleja la profunda ira contra los abusos no reconocidos o no declarados que han suprimido o extinguido la vida de muchas mujeres.
Durante muchos años la lucha de los movimientos de mujeres solamente, ahora se ve entre los gobiernos quiénes comparten su visión de un mundo sin violencia antes del 2030. La joven en las noticias comentó: “No me duele el útero, pero el alma porque hay gente cruel que se sale con la suya”.
La tolerancia cero necesita todo el peso de las leyes ya existentes para localizar, procesar y castigar a los culpables. Desde los más altos niveles de gobierno, a través de la policía, abogadas y abogados y tribunales, todas y todos tienen que actuar con responsabilidad renovada y con rendición de cuentas por lo que le está sucediendo a las mujeres y niñas y para comprender sus costos y consecuencias reales.
Más importante, esta es una situación a considerar para cada hombre y niño y para decidirse a tomar una posición para cambiar y evolucionar positivamente la cultura del “machismo”. Esto no puede esperar un día más.