Parecería absurdo pensar que estudiar el comportamiento de los monos nos pudiera ayudar a entender el modo en que se conducen los seres humanos ante los asuntos económicos. Para Edmundo Kraiselburd, director del Caribbean Primate Research Center (CPRC), algunas de las investigaciones que allí se realizan “podrían tener repercusiones para la economía mundial”. Mientras sostiene en su mano la edición del pasado mes de noviembre de la revista Discover, el Dr. Kraiselburd, especialista en virología, explica las conclusiones a las que ha llegado la Dra. Laurie Santos tras una serie de investigaciones realizadas en Cayo Santiago, uno de las cuatro facilidades con que cuenta el CPRC, que a su vez es parte de la Unidad de Medicina Comparada del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Uno de los experimentos realizados por Santos, investigadora de la Universidad de Yale, consistía de un juego en el cual dos científicos ofrecían a los monos manzanas o cubitos de gelatina a cambio de algunas de las fichas que los monos tenían en una especie de cartera. Los monos mostraron una tendencia a negociar con aquel comerciante-científico que les ofrecía más que el otro, aunque no consistentemente. En el primer caso, existía la posibilidad de ganar más, pero tambíen la posibilidad de no ganar nada. Igual sucede con los seres humanos que invierten en la bolsa de valores, según el Dr. Kraiselburd . “Cuando ven que el valor de las acciones va bajando no retirar el dinero con miras a la posibilidad de que en algún momento vuelva a subir (el valor de las acciones) arriesgándose a perderlo todo”, indicó el director del CPRC respecto a la investigación de Santos. Y es que el campo científico de la sociobiología, ciencia que estudia las bases biológicas de las conductas sociales, vio sus inicios en Cayo Santiago. En esa pequeña isla de 38 acres al este de Humacao fueron introducidos en 1938 unos 400 monos Rhesus (Macaca mulatta) provenientes de la India. Desde entonces, Puerto Rico entró en el mapa como un centro de investigación de primates de primer orden. Esta colonia de macacos Rhesus pasó rápidamente a convertirse en una de las más estudiadas del mundo.
Allí, se llevan a cabo investigaciones multidisciplinarias. Dado que los monos Rhesus comparten con los seres humanos un 93 por ciento de su secuencia genética, “son muy parecidos a nosotros”, afirmó el Dr. Kraiselburd. Por tanto, no sólo sirven para adelantar el campo de la medicina, sino para ayudarnos a entender la condición evolutiva de algunos de nuestros comportamientos. “El campo científico de la sociobiología vio sus inicios en Cayo Santiago con el Dr. Edward O. Wilson”, señaló Kraiselburd. Tras la visita de Wilson en 1956 al Cayo ubicado a menos de una milla de la Isla Grande, son muchos los científicos de alrededor del mundo que han visitado esta colonia de monos. “Mientras que nosotros estamos allí, y nos creemos que los estamos estudiando, son ellos los que nos están estudiando a nosotros”, dijo el Doctor. Además, contó que en Cayo Santiago los científicos tienen que “entrar en una especie de jaula gigantesca para poder comer porque sino los monos nos llevan la comida”. La Dra. Santos también estudia ese aspecto de la percepción de la mirada. En sus estudios ha concluido que esos monos son capaces de saber cuando la persona está o no mirando. Son capaces de percibir donde está posada la mirada y la atención de otros animales en su entorno. Las investigaciones del primatólogo británico Stuart Stemple respecto a las dinámicas sociales y comunicativas que se dan entre las madres Rhesus y sus crías también son interesantes en este sentido. Cuando un mono bebé quiere llamar la atención de su madre, posiblemente porque tenga hambre, es muy probable que comience a dar un berrinche y a emitir unos gritos muy agudos. Esto podría alterar a los animales que se encuentren cerca y poner a la madre y su cría en una situación riesgosa. “La manera en que las madres responden a ese llanto depende de quién está cerca en ese momento”, explicó Stuart Semple a la BBC el pasado mes de marzo. Aunque al principio no quisieran sucumbir ante la rabieta de sus cachorros, las madres cedían ante la presencia de animales más grandes y fuertes que pudieran constituir una amenza, indicó. Cuando Semple le contaba a algunos padres de niños pequeños acerca de las observaciones del estudio, ellos “lo entienden inmediatamente”, puesto que admiten haber sentido alguna presión cuando sus hijos demuestran este tipo de conducta en público. Sin embargo, aunque se nos presente tan evidente la similitud entre el comportamiento humano y el que puedan exhibir algunos primates no-humanos como el macaco Rhesus, lo cierto es que el campo de la sociobiología ha sido uno de los grandes debates del siglo pasado y comienzos del presente.
La evolución, desde Charles Darwin, es comúnmente entendida como el resultado de adaptaciones físicas que, por medio de la selección natural, le permiten a una especie determinada la supervivencia. Sin embargo, asumir el comportamiento y los rasgos de la conducta como otro mecanismo para sobrevivir ha producido algunos debates por tratarse, en ocasiones, de asuntos que comprometen las creencias religiosas de algunos sectores sociales. “Ciertamente el comportamiento humano está condicionado a factores sociales y culturales, pero también hay un factor genético importante”, indicó el Dr. Kraiselburd. Sin embargo, incluso los juicios morales son objeto de estudio en Cayo Santiago. El Dr. Marc Hauser de la Universidad de Harvard, profesor con quien la Dra. Santos visitó por primera vez Cayo Santiago en 1993 como estudiante, explora las fuentes evolutivas, neurobiológicas y de desarrollo, presentes en nuestros juicios morales. Para el Dr. Kraiselburd incluso nuestras creencias en lo mítico, para explicar fenómenos naturales y sobrenaturales, son algo que ha estado presente en todas las sociedades. Por lo que “podría ser también el resultado de la evolución”.
El Cribbean Primate Research Center, que funciona bajo el subsidio de la National Center for Research Resources (NCRR) y National Institutes of Health mediante una propuesta que se presenta cada cinco años, es de los centros de investigación que más dinero al año genera a la UPR, según el Dr. Kraiselburd. A partir de dicha propuesta, que maneja alrededor de 2 millones de dólares al año, -que se distribuyen entre las investigaciones y el aparato asministrativo-, el CPRC apoya los trabajos de investigadores de diferentes universidades. Sin embargo, son pocos los estudiantes puertorriqueños que participan de los ofrecimientos del CPRC. Por tal motivo, el Dr. Kraiselburd hace “un llamado a los estudiantes de todas las universidades a que aprovechen estos recursos”. Entre otras cosas, los estudiantes investigadores se pueden beneficiar de becas e internados que ofrecen los distintos centros de investicgación que están bajo el Centro de Investigación de Primates. El Doctor espera que a raíz del reciente nombramiento de la Dra. Adaris-Mas Rivera como científica residente de Cayo Santiago vaya en aumento la participación de investigadores locales. “Es la primera vez que un puertorriqueño dirige el Cayo”, comentó. Pero lo que más entusiasmado tiene al Dr. Kraiselburd, al momento, es el trabajo que ha venido realizando junto a un grupo de investigadores en el Recinto de Ciencias Médicas de la UPR para desarrollar un modelo de estudio de la apoplejía, o derrame cerebral. Como es sabido, se trata de un trastorno mortal pero “si logramos ésto podríamos llegar a revertirlo”. Con todo y lo interesante que resulta el estudio, del cual aún el Dr. Kraiselburd no pudo revelar más detalles, basta mirar los significativos adelantos que se han alcanzado en el CPRC- por ejemplo, en el desarrollo de una posible vacuna contra el VIH/SIDA- para darse cuenta de que el futuro de la salud de nuestra especie es estimulante y alentador.