En sociedades democráticas donde el sufragio define el curso de los procesos de un Estado, la opinión pública es crucial. La simpatía y las promesas de campaña ganan votos. La cruz bajo la insignia de un partido político o bajo la cara-sonriente- de los candidatos es estampada por unos electores, que dirigidos, algunas veces, por la idea de cómo se están manejando los asuntos en su País, deciden. La opinión pública, que se puede entender en palabras sencillas como la concepción generalizada que consiguen tener los ciudadanos sobre un asunto, tiene fuerza a la hora de ejercer el derecho al voto. Pero los políticos tienen que saber cómo piensa la gente que votará, que los respaldará. Y para eso entra la matemática, la encuesta. Los funcionarios gubernamentales deben contar con que la opinión pública está de su lado para garantizar el apoyo a sus medidas. Para legitimar que su obra es avalada por la masa popular. Y claro, los que tienen ambiciones a largo plazo, para ser reelegidos. Algunos teóricos en comunicación aluden a los términos “mediocracia” o “sondeocracia” para sostener que en nuestras sociedades contemporáneas el debate político lo definen los medios de comunicación y los sondeos de popularidad. Las mediciones que se hacen en las encuestas, se utilizan como estrategia del “marketing” político para gestionar su visibilidad y apretar la opinión pública, según Mario Roche, profesor de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico (UPR). De este modo, la gestión de los políticos está estrechamente relacionada con la proyección pública en los medios. A fin de cuentas, ¿qué importancia tiene saber el nivel de popularidad de un político? La imagen que proyecte el político, ya sea positiva o negativa, redundarán en la forma en que será percibido por los ciudadanos. “Un líder político debe velar por la representación de su imagen a través de una buena comunicación con el pueblo. Debe apelar al deseo y las inquietudes de las masas para que así su imagen se perciba de forma positiva”, explicó el catedrático en comunicación. “Ejercer el poder supone una presencia pública coherente. No hacerlo coloca al mandatario en una situación de fragilidad continua ante el acecho de indiscreciones, arrebatos, tiros por la culata, filtraciones o escándalos”, afirmó Roche. Reciente encuesta de la OGP Tan cerca como este jueves 8 de octubre se hizo público que la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP) realizó un estudio para consultarle a los puertorriqueños su nivel de aceptación sobre la gestión pública del Gobierno. Encuesta que un día antes de hacerse pública fue negada por el propio gobernador, Luis Fortuño, a preguntas de la periodista Yennifer Álvarez de El Vocero, quien le cuestionó sobre el uso de cerca de 300 mil dólares para sufragar una encuesta sobre su imagen, luego de que ese diario conociera de la existencia del estudio. La empresa Gaither International, realizó una encuesta entre 4,348 puertorriqueños con el fin de medir la popularidad de varios políticos y agencias gubernamentales. Según ha sido revelado en la prensa local el estudio costó 96 mil dólares y tomó las impresiones de un grupo focal, además se realizó una encuesta de 21 días a 200 personas. El estudio reflejó que sólo un 30 por ciento de los encuestados respaldan a Fortuño; para el momento en que se hizo el análisis (en el mes de agosto) aún no se habían despedido los 16,970 empleados públicos. El contralor de Puerto Rico, Manuel Díaz Saldaña, ha asegurado que levantará una investigación en la próxima auditoría a OGP para averiguar si el dinero utilizado para llevar a cabo la encuesta fue tomado de los fondos del Partido Nuevo Progresista (PNP) o si realmente fueron fondos públicos. Según Saldaña, es ilegal cualquier sondeo que se realice para indagar las preferencias político-partidistas de los puertorriqueños. Sí se puede medir la administración gubernamental en relación con su eficiencia pero no resaltar la imagen de los políticos, indicó el contralor. Entre tanto, Fortuño afirmó que los sondeos de opinión son válidos si tienen como objetivo medir la efectividad de su gestión gubernamental y crear una idea sobre cómo la población percibe los servicios que recibe. Además indicó que su administración se proponía consultar al Pueblo “con maneras científicamente válidas, para estar seguros que se está haciendo obviamente lo que el pueblo necesitaba en términos de servicios”. Por otro lado, luego de darse a conocer los resultados, el Gobernador ha bromeado al respecto de su porcentaje de popularidad (30%). Sobre esta actitud, el profesor de la UPR entiende que “es una manera de banalizar, suavizar la imagen propia y de su Gobierno”. Entre algunos de los políticos incluidos en el censo estaban: el presidente Barack Obama, el alcalde de Bayamón, Ramón Luis Rivera, y el de Caguas, William Miranda Marín, el comisionado residente, Pedro Pierluisi, el senador popular Alejandro García Padilla y la primera dama, Lucé Vela. El Presidente de Estados Unidos, obtuvo el resultado más alto de popularidad, con el apoyo de un 90 por ciento de los encuestados. Como se puede analizar en los resultados de la encuesta realizada por Gaither International (incluidos al final de esta nota), la imagen que proyecte el político, puede tener grandes repercusiones en la opinión ciudadana, afirmó Roche. La imagen que el líder político pueda reflejar de sí mismo, va a tener gran influencia en las masas. Si la imagen no es la correcta, se “debilita la confianza en el Gobierno y puede alentar la sospecha y el cinismo que mucha gente siente hacia los políticos y las instituciones”, puntualizó. Encuesta de OGP