Si la abeja desapareciera de la superficie del globo,
al hombre solo le quedarían cuatro años de vida:
sin abejas, no hay polinización,
ni hierba, ni animales, ni hombres”.
(Albert Einstein)
La recuperación tras el embate del huracán María, abarca, más allá de la restauración de los servicios esenciales de luz, agua, accesos viales y comunicaciones, el ocuparse de la flora y fauna puertorriqueñas. La pérdida de los principales cultivos de la isla impone el reto de restaurar con premura el sustento alimentario de la población. En el proceso de reemplazar nuevas semillas por los frutos afectados por los vientos y las inundaciones, las abejas ocupan un rol significativo en la polinización de las frutas y verduras que se consumen.
A raíz del paso del ciclón, se ha observado un aumento en la presencia de estos insectos en áreas donde no se acostumbra a verles, lo que ha provocado curiosidad entre la población. Su proximidad se debe a que andan en busca de alimentos tras la destrucción provocada por el temporal.
Así lo explicó el profesor Manrique Planell Ramos, del Servicio de Extensión Agrícola (SEA) de Arecibo, adscrito al Colegio de Ciencias Agrícolas del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) al describir el fenómeno.
“Estamos viendo las abejas revueltas, pues en el ciclo de un año, hay unas épocas de mucha floración, de mucho alimento. Sin embargo, a partir del mes de octubre y hasta enero, ocurre lo contrario. Esto se acrecienta con la llegada de ciclones que destruyen la flora y alteran el periodo en que estas polinizan”, detalló Planell Ramos.
De acuerdo con el profesor, la producción de plantas en un clima tropical como el puertorriqueño, sucumbe ante el embate de los fuertes vientos y la abundante lluvia que caracteriza los ciclones.
“Por eso vemos a las abejas en nuestro entorno, detrás de los desechos de café y refrescos. Ellas suelen alimentarse de frutos como el plátano y guineo, que son azucarados y también buscan proteína”, agregó el experto, quien desde el 1987 está vinculado al manejo de estos himenópteros.
El ser humano juega un rol importante en el restablecimiento de las reinas, las obreras y los zánganos, los integrantes de las colmenas desde donde viven estos seres y fabrican sus panales de miel, cera y jalea. De hecho, los estimados preliminares del Departamento de Agricultura revelan que María afectó, aproximadamente el 80 por ciento de las colmenas.
“Debido a los fuertes vientos se han perdido muchas de las cajas donde estas habitaban. Otras, se ahogaron y cayeron, terminando con los nidos y como consecuencia, muchas abejas morirán”, sostuvo. Para asistirlas en su alimentación, Planell recomienda preparar un jarabe, hecho por dos partes de azúcar y una de agua, que debe colocarse distante de la vivienda o establos de animales.
Asimismo, para facilitarles la proteína que requieren y que obtienen del polen, puede elaborarse con un sustituto a base de harina de soya, azúcar blanca, levadura de cerveza y miel. Esas tortas de polen se colocan sobre una hoja de cera a la que se le hace una hendidura en uno de sus extremos y se ubica en la colmena. Agregó que pueden conseguirse envases o alimentadores especiales que permiten que no se pierda el líquido, ni que la abeja se ahogue al acercarse.
“Las abejas no son agresivas. Si se acercan, deben mantenerse caminando y tener presente que, en este momento, están enfocadas en buscar su alimento. Si están cerca de la casa o en zafacones, es mejor retirarlos y taparlos, pues andan tras los residuos de comida”, concluyó el agente agrícola.
La repoblación de estos animales es necesaria para la seguridad alimentaria y la recuperación de los cultivos de café, hortalizas y frutas, entre otros. De hecho, el esfuerzo cuenta con la Ley 156 del 2014 que busca proteger los polinizadores y brindar nuevas oportunidades para la industria agrícola en la isla.
Para obtener más información, puede contactar al SEA, en el RUM, al teléfono (787) 652-0065. Una vez se reestablezcan las comunicaciones, se reanudarán los cursos programados sobre este tema.