Las múltiples imágenes de mujeres en protesta en las calles egipcias pudieron verse como una esperanza. Incluso, se pensó que la caída de Hosni Mubarak sería un paso liberador para ellas. Sin embargo, son pocos los cambios que se esperan en cuanto a la seguridad y los derechos de las féminas en ese país.
En días recientes se publicó en varios medios de comunicación internacionales una noticia que opacó el júbilo de lo que pudo haber representado un logro y un suceso sin precedentes en Egipto.
Y es que, luego del derrocamiento del otrora ex líder egipcio, el comité que redactará la nueva carta magna de dicho país no vislumbra contar entre sus re componentes con representantes del sexo femenino. Es decir, los esfuerzos por derrocar un régimen dictatorial podrían ser infructuosos ya que, uno de los sectores que luchó y marchó en la famosa revuelta no tendrá representatividad. Aún más, no existiría una garantía segura de que la constitución cobije a las mujeres de manera justa o que se mejoren sus derechos y condiciones de vida.
El tema de la seguridad ciudadana toma gran pertinencia en cada país ya que, precisamente es la seguridad de cada persona una condición necesaria para el desarrollo humano saludable de una sociedad. No obstante, históricamente uno de los sectores menos protegidos en el mundo han sido las mujeres.
Precisamente, durante mucho tiempo la figura femenina han sido víctimas de discriminación y violencia por el simple hecho de ser mujeres. Aunque es cierto, que muchas barreras propiciadas por el sexismo han sido superadas, aun queda mucho por hacer en materia de instaurar en cada individuo y colectivamente una perspectiva de género que germine.
Igualdad de género, precursor de una seguridad ciudadana equitativa
La igualdad de género propone que los valores, necesidades y aspiraciones de los hombres y mujeres sean considerados de igual manera. Al mismo tiempo, este concepto promueve que los hombres y las mujeres no sean juzgados por el valor de su sexo biológico, y que por ende tengan acceso a las mismas oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad.
La filósofa americana Martha Nussbaun, autora del libro “Enfoque de las capacidades para las mujeres” esbozó la teoría de que la mujer se ve incapacitada de elegir, socializar y ejercer sus capacidades por el hecho de ser mujer lo que redunda en un problema de justicia social. Según Nusbaum, la alternativa para lograr la equidad de sexos se asienta en el transformar la esfera material e institucional, a través de políticas económicas y sociales, y de instituciones democráticas que elaboren condiciones optimas para el desarrollo del potencial de las mujeres.
Por otro lado, la equidad entre géneros no es un problema que atine exclusivamente a feministas o a las mujeres. En cambio, esta búsqueda de igualdad debe ser tomada en cuenta como un mal que afecta a cada uno de los componentes de la sociedad. En diversos países se ha establecido el enfoque “Género en el Desarrollo” (GED), que tiene como objetivo definir un modelo que retracte las condiciones actuales que aluden a desiguales de poder por medio de dos métodos: el acceso de las mujeres a los recursos y la autonomía y el poder.
Esta técnica también fue adoptada a partir de 1995 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en pro de la igualdad de género a través del mundo. Y es que, en efecto, estos métodos ayudan a reconocer a las mujeres como productoras, reproductoras y parte de la comunidad, además de lograr el objetivo de un desarrollo humano sostenible mediante la igualdad de género en los accesos al control de los recursos y el poder.
Por esta razón, una transformación, en este caso de gobierno como actualmente ocurre en Egipto, no podría resultar de beneficio para todos si carece de esta igualdad de género en la convivencia social.