Los musicales de Broadway hacen todo para lograr impactar lo más posible en vivo, dependiendo del talento musical y la coreografía de su elenco para impresionar a la audiencia. Sin embargo, de la misma manera que la actuación para teatro no es la misma que para cine, lo que es una buena trama para un musical no necesariamente se traduce efectivamente a la pantalla grande.
Añádele a ese obstáculo la ausencia de la emoción genuina que causa ver alguien cantando frente a uno y es fácil entender por qué las adaptaciones al cine de obras de Broadway tienden a ser inexpresivas.
Este es el principal problema que aqueja Jersey Boys, la adaptación cinematográfica del musical del mismo nombre. El arco dramático es de rutina y las canciones no la salvan.
Ambas la obra y la película cuentan la biografía del grupo musical Frankie Valli and the Four Seasons, una historia que de por sí es bastante interesante.
Tres de los miembros originales crecieron juntos en un barrio de Nueva Jersey con conexiones a la cultura de inmigrantes italianos de sus padres y la influencia de la mafia local; dos de los integrantes, entre ellos Tommy DeVito (Vincent Piazza), el genérico chico malo del grupo, llegaron a estar encarcelados por delitos menores.
Sin embargo, el destino de la clase media estadounidense que les esperaba cambió por completo durante la década del sesenta gracias al imposible falsetto de Frankie Valli (John Lloyd Young) y las canciones de Bob Gaudio (Erich Bergen), combinación que llevó el cuarteto a una exitosa carrera musical.
Desafortunadamente Clint Eastwood, el director, hace un pésimo trabajo montando el desenlace dramático entre tantos clichés del género period piece. Por ejemplo, uno de los chicos le pide dinero prestado a un gansgter y otro no cumple con sus responsabilidades como padre de familia por estar de gira, y todo transcurre de la manera más aburrida posible. Es más, cuando muere el ser amado de uno de los chicos de manera inesperada, el personaje fallecido carece de caracterización por completo, de tal manera que su muerte no añade ni un pepino de emoción al proceso.
La película es casi completamente inerte si no fuera por las canciones, pero eso se debe a que el repertorio de los Four Seasons es divertido a pesar de la producción cinematográfica sosa que lo encapsula. El protagonista, Lloyd Young, es el actor y cantante que estrenó el personaje de Frankie Valli en Broadway y se ganó una retahíla de premios gracias a su interpretación en tarima, sin embargo, frente a la cámara es un cero a la izquierda.
Christopher Walken hace del mafioso Gyp Decarlo y parece ser el único pasándola cabrón en todas sus escenas, esto porque básicamente encarna el mismo personaje que lleva haciendo hace una década: Christopher Walken en pijamas.
“Remember when’ is the lowest form of conversation”, dijo una vez uno de los italiano-americanos más famosos de Nueva Jersey, el personaje Tony Soprano. Él se refería a la nostalgia y cómo recordar tiempos pasados usualmente nos remite a versiones herméticas y vacías de lo que sí pasó. Jersey Boys puede rascar esa piquiña que da cuando añoramos el pasado, ya sea el tuyo o no, pero sin nada nuevo que decir sobre los viejos tiempos ni sobre lo que en ellos transcurrió.