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Dos grandes banderas, la cubana y la puertorriqueña, parecían hacer la guardia de honor a este imprescindible intelectual caribeño. (Facebook)
Performance, música, canciones y poesía predominaron en la ceremonia de despedida del director de Ediciones Callejón, Elizardo Martínez, el pasado domingo en la sede del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en el Viejo San Juan.
Dos grandes banderas, la cubana y la puertorriqueña, parecían hacer la guardia de honor a este imprescindible intelectual, cuyos restos contenidos en una pequeña urna gris reposaban sobre una mesa con un mantel blanco. Azucenas, rosas blancas, amarillas y anaranjadas flanqueaban el sencillo cofre. También una de sus distintivas boinas.
En el altar, que además sirvió de tarima a distintas personalidades de la cultura puertorriqueña que le rindieron tributo, también había velas, caracoles y dos figuras de un barco y un pelícano, en alusión a su afición por el océano que le valió el apodo de “Lobo de Mar”.
En una carpa blanca contigua se encontraban su esposa Maritza Pérez, sus hijas Yara e Ita, sus nietos y sus dos hermanos que se fundían en fuertes y extensos abrazos con los presentes durante la actividad conmemorativa que inició a las 2:00 p.m.
Diversas personalidades de la academia, la literatura, el teatro, la danza y la música puertorriqueña también se dieron cita allí para celebrar la vida de Elizardo. Luis Rafael Sánchez, Edgardo Rodríguez Juliá, Magaly García Ramis (su vecina y entrañable amiga), Lowell Fiet, Silvia Álvarez Curbelo, Emilio Pantojas, Antonio Gaztambide, Lilliana Cotto, Teresa Hernández, Magaly Carrasquillo, Pedro Adorno, Henry Hutchinson y Silverio Pérez fueron algunos de los gestores del quehacer cultural boricua que dijeron presente para honrar su memoria.
Igualmente se encontraban estrechos colaboradores de Elizardo en la gesta de producir y difundir libros, entre estos Neeltje Van Marissing, Sonya Canetti y Alfredo Torres.
Entre los presentes también habían muchos jóvenes. Algunos de ellos se paraban reverentes frente al altar donde reposaba el Guajiro, como cariñosamente también se le llamaba, y dejaban caer sus lágrimas en silencio.
De fondo se escuchaba música clásica, salsa y jazz, algunas de la preferidas de este amante de la buena música en su diversidad de géneros y manifestaciones.
A partir de las 4:00 p.m. hubo distintos actos artísticos. Teresa Hernández comenzó presentando un poema de Ángela María Dávila, seguido de un breve performance en el que representó el dolor de la partida de quien también fue su gran amigo. Luego, García Ramis leyó un emotivo mensaje que envío el artista Antonio Martorell, quien no pudo llegar ese día. Más tarde hubo varias presentaciones musicales donde Silverio Pérez interpretó algunas canciones de Serrat. También Henry Hutchinson le brindó su talento.
También se proyectó un vídeo de fotos de las distintas etapas de Elizardo. Incluyó imágenes desde su niñez y adolescencia en Cuba hasta su desarrollo y madurez en Puerto Rico. En la primera etapa estaba rodeado por su familia de sangre, en la segunda parte, aparecía acompañado de su familia del corazón: sus allegados y amigos.
A la salida de la salita de proyección había unos cuadernos de cartón en formato de libros rústicos, creados por un grupo de jóvenes a los que Elizardo impactó con su carisma, para que los presentes expresaran su sentir. Al final conformaron una pequeña colección artística, de dibujos, poemas y genuinas expresiones de despedida, agradecimiento y amor hacia una persona que fue capaz de impactar con su gracia y don de gente tantas vidas.
Una de las inscripciones allí expresadas parecía resumir lo que todos querían decirle: “porque poca gente podía hacernos sentir importantes, especiales y únicos como tú”.
Durante toda la tarde siguieron entrando y saliendo muchas personas a rendirle tributo a este querido productor de libros.
La actividad cerró a las 7:00 p.m. con un emotivo mensaje de su hija Yara.
Fue una ceremonia atípica, pues dentro del dolor y la tristeza expresada también se hacía una pausa para la risa y las expresiones de amor y cariño sincero… como si solo se hubiese tratado de un gran junte para hacerle una agradable visita a un querido amigo.
¡Descansa en paz Eli!