VIEJO SAN JUAN- Eran pocos, pero estaban allí. Había silencio, caras pintadas, ropas negras y llovizna. Después llegó una calavera con ruedas, que la Policía de inmediato detuvo porque “no podía estar en la plazoleta de un monumento histórico” (el Capitolio, por si acaso). Ellos, soñolientos algunos quizás por pasarse estudiando – o fumando – la noche entera, se mantendrían allí todo el día. Pintarían, cantarían estribillos, lucharían, soñarían… Eran pocos, pero estaban allí y cuando me fui pensé que la lluvia, aunque los mojaría, no podría callarlos. Esta tarde hay “vistas” en la Legislatura sobre los recortes al presupuesto de la Escuela de Artes Plásticas, y ellos, aunque tal vez sigan siendo pocos, estarán allí. Quizá la lluvia atente y trate de diluir los trazos de su pintura, esa acuarela de belleza que son las ganas y la necesidad de resistir. Quizás los llamen locos, comunistas… artistas. Quizá, alguno o alguna de ellas, se reconozca en aquellos versos que cantó el Rey Maelo de la pluma de su amigo Tite en la canción La Perla, “juventud que tiene ala rota… tu juventud sueña un mañana, ay, vamos a darle una esperanza”.
Hoy, seguro que habrá silencio, música y lluvia allá en la calle Calma de Villa Palmeras, mientras la familia del Sonero Mayor, Ismael Rivera, recuerda que se cumplen 22 años de su muerte. Hoy, seguro que en muchas esquinas de Latinoamérica sonará La Perla, El Nazareno o Maquinolandera, mientras sus fieles “maeleros” lo recuerdan. Acá en su Isla, seremos pocos, pero estaremos ahí.