David Fincher es un reconocido, talentoso y brillante director. En su filmografía encontramos películas consideradas joyas del séptimo arte de las últimas dos décadas: Seven, Fight Club, Panic Room, The Social Network. Ahora estrena su más reciente película, una nueva adaptación cinematográfica del primer libro de la trilogía sueca conocida como The Millenium Trilogy: The Girl with the Dragon Tattoo.
El film ha generado algo de descontento entre los fanáticos de las adaptaciones cinematográficas de los tres libros que se hicieron en Suecia en 2009, ya que encontraban innecesario hacer un “remake” de dichos filmes, pero David Fincher no está haciendo un “remake” de las películas suecas, ha hecho su versión para la gran pantalla del libro original. Personalmente no he visto todavía las suecas, así que me dedicaré a criticar el largometraje de Fincher por sí mismo y no en comparación con las anteriores.
Empecemos por lo bueno. Fincher reúne en esta película muchos de los elementos que ya había logrado masterizar en su filmografía. Las mórbidas escenas de crímenes y violencia de Seven, la atmósfera tensa de un caso de asesinato en serie ya visto en Zodiac, la tensión de tener al peligro cerca en Panic Room y Alien 3, la frialdad de un mundo de clase alta sumamente infeliz de The Social Network, todos estos elementos los vuelve a traer en pantalla magistralmente orquestados para esta enrevesada e intensa película.
La trama es más o menos compleja, pero nos cuenta la historia de un periodista que intenta resolver el misterio de la desaparición de una niña, parte de una muy peculiar y adinerada familia.
En medio de la investigación, termina uniendo fuerzas con una extraña chica, sumamente inteligente y hábil para conseguir información y pistas.
Fincher logra magníficamente hacernos sentir emociones desagradables como ansiedad, tensión, repugnancia, rabia, frustración, pero lo expone de manera tan preciosa, desde el punto de vista estético que uno no puede dejar de mirar. En el film hay escenas de violación, tortura, imágenes de cuerpos mutilados, entre otras. Después de todo, el título original de la novela es “Hombres que odian a las mujeres”, ya que lo que se esconde tras toda la trama, es una historia de violencia contra el género femenino.
La música de este film merece una mención especial. Fincher ha vuelto a buscar la ayuda de su amigo Trent Reznor, quien nuevamente en conjunto con Atticus Ross, compusieron e interpretaron la banda sonora, como lo hiciera para The Social Network. El resultado ha sido, una vez más, un conjunto de temas musicales espectaculares y que dibujan perfectamente la atmósfera que se buscaba lograr.
De igual modo, el desempeño de los actores en el film es bastante bueno, sobre todo la participación de Rooney Mara, quien de ser la dulce chica de quien Mark Zuckemberg estaba enamorado en The Social Network, se transformó físicamente (y psicológicamente) para convertirse en Lisbeth Salander, la extraña e inteligentísima chica del tatuaje de dragón. Además, sufre escenas sumamente fuertes durante el film, así como otras de sexo bastante apasionadas. Incluso, en varias escenas se muestras totalmente desnuda.
Ahora bien, no todo es color de rosa en el nuevo largometraje de David Fincher.
Posiblemente, el hecho de que el director aprovechara todo lo maravilloso que aprendió de sus películas anteriores para realizar esta producción, le permitió ensamblar un film sólido y repleto de tensión y misterio de principio a fin. Esta acción también le ha costado el mantenerse en un lugar seguro. Fincher no arriesga ni hace nada innovador dentro de su filmografía y los vídeos musicales que ha hecho en su carrera.
Ciertamente las escenas de sexo son bastante más explícitas que aquello a lo que normalmente nos tiene acostumbrado, al igual que la maravillosa tensión lograda en una escena de violación en un momento del film, pero de resto no hace más que hacer lo que ya sabe que le dará un buen resultado. No es que esto esté mal, la película efectivamente es excelente, pero uno esperaría un poco más del innovador director de Fight Club.
El otro fallo quizás sería el hecho de que a mitad de película, el ritmo comienza a decaer, tornándose un poco tediosa. Afortunadamente la historia toma un giro y la tensión se recupera por lo que la audiencia logra llegar al final, ansiosa de saber como termina.
Como mencione antes, no he visto todavía las primeras versiones de esta trilogía, pero sin duda alguna, la adaptación de Fincher me ha dejado con ganas de apreciarlas e incluso de leerme la novela de Stieg Larsson. También me ha dejado con ansias de que el director continúe la trilogía, pero los rumores no son muy optimistas en cuanto a este tema. Ya veremos que nos depara el futuro y si es posible que en un par de años, veamos The Girl who Played with Fire y The Girl who Kicked the Hornet Nest, por un Fincher quizás más arriesgado.