“No me hagas preguntas muy difíciles, es lo único que te voy a pedir. Todavía estamos con los sentimientos a flor de piel, por las decisiones que hemos tenido que tomar”, expresó a Diálogo Joel Franqui, uno de los propietarios de La Chiwinha.
Este año, Karla Durán y Joel Franqui celebraron 10 años de un espacio eco-amigable en pos del consumo consciente, la economía solidaria y el comercio justo. Pero, tras el paso del huracán María por la Isla —cuyos vientos devastadores empeoraron la situación económica y humanitaria del país— la también pareja tuvo que ingeniárselas para continuar hacia adelante con su proyecto.
“Continuar la tienda como la conocemos durante los próximos meses no va a ser viable. La visión es tomarnos un tiempo. Cerrar el ciclo actual de La Chiwinha como la conocemos para transformarla”, sostuvo Franqui, al contarle a Diálogo ya habían comenzado las gestiones para facilitar el comercio en línea a través de la modificación de su página web actual.
“Siempre habíamos querido tener una tienda virtual que apoyara la tienda física, pero —por ahora— parte de la transformación es que nos vayamos únicamente virtual hasta tener los recursos que requiere la continuación de este proyecto [en su espacio físico]”, añadió.
Una metamorfosis necesaria
Aunque el concepto comercial de La Chiwinha ha propiciado desde sus inicios la convergencia cultural entre Puerto Rico y demás países latinoamericanos, su primera etapa de transformación consiste en fortalecer el apoyo hacia los productores locales. De este modo —y a través de su futura página web— todo cliente que esté fuera de Puerto Rico y quiera apoyar directamente a sus artesanos y agricultores, podrá hacerlo a través del espacio virtual.
“Lo que necesitamos es que nuestros productores locales se sostengan y se mantengan porque necesitamos una economía estable —en general— para el país y —en específico— para cada uno de los productores”, agregó Franqui, quien, como parte del proyecto, ha estado solicitando donaciones a amigos, familiares y personas conocidas que viven en Estados Unidos. Esta ha sido una de las alternativas que en las pasadas semanas sirvió como sustento para comprar productos de la tienda y donarlos a distintas comunidades de Río Piedras.
“Por ahora continuaremos recibiendo compras y donaciones a través de paypal bajo lachiwinha@gmail.com”, añadió.
Hacia la utopía imaginada
Al igual que los propietarios, a Jordi Medina de León también le ha tocado muy de cerca este periodo de transformación. A pesar de que el joven graduado de la Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras, recién cumplía sus dos meses de trabajo en esta eco-tienda solidaria, desde que conoció La Chiwinha, comenzó a visitar el local de manera rutinaria.
Jordi, como tantas y tantos en el país, tendrá que buscar otra fuente de ingreso tras el cierre de su espacio de trabajo. No obstante, para este joven su situación no se sitúa en lo negativo, sino en una oportunidad para empezar de nuevo.
“Estos procesos de transformación son buenos porque crean un espacio para respirar y pensar. Es un tipo de meditación. El dejar de hacer lo que estabas haciendo para buscar dentro de ti lo que puedes hacer en un futuro”, añadió el joven, al reconocer que lo más que le duele de toda esta situación es el no poder regresar al espacio físico de La Chiwinha.
Hoy, el espacio que se desarrolló con esfuerzo y amor en la calle González de Santa Rita, cerca del casco urbano de Río Piedras, se transformará en un espacio virtual, en la utopía de recuperar lo que alguna vez fue.