El erotismo, la sexualidad y la sensualidad estuvieron entre los temas que discutieron los cinco panelistas invitados, todos escritores de novelas eróticas, durante la jornada de ayer del Festival de la Palabra.
Allí, también se discutió sobre el rol de la moral, los límites y el pudor de los lectores y de los propios autores.
La cubana Anna Lidia Vega Serova, el haitiano Dany Laferriére, la puertorriqueña Karen Sevilla y el mexicano Eloy Urroz, acompañados por el moderador Emilio Del Carril, discutieron durante la tarde de ayer, sábado, los distintos elementos de la literatura erótica.
“[La sexualidad, el erotismo y la sensualidad] forman parte de un todo. Estos elementos están en la misma olla. Yo tenía un tío que una vez me dijo que el erotismo era desear a una muchacha, la sexualidad hacerle el amor y la sensualidad era para que la muchacha no se sintiera mal si me quedaba dormido”, dijo Laferriére de manera jocosa, haciendo que el resto del público se uniera en risas.
Los autores compartieron sus definiciones y coincidieron que los conceptos tienden a confundirse y que no se podría ofrecer un significado particular a cada uno.
Por su parte, Sevilla desarrolló el tema del espacio de la intimidad, la vulnerabilidad y el deseo dentro de las novelas eróticas, así como las relaciones humanas que se desarrollan en los textos. De su lado, Del Carril habló sobre la moral y el papel moralizante que ha transcurrido a través de los tiempos en la novela erótica.
“Toda persona tiene un límite. Mis escritos son bastante eróticos, pero me avergüenzo cuando hay niños o mujeres mayores. Sé que el lector es el que decide hasta qué punto quiere leer”, explicó la escritora cubana, quien se ha desempeñado en la poesía, la pintura y ha escrito múltiples ensayos.
De forma graciosa, Del Carril compartió los sentimientos de Vega y comentó que cuando escribió su primera novela erótica, su madre le preguntó sobre el texto y el escritor le mintió, diciéndole que nunca la había escrito. Asimismo, Sevilla narró su experiencia de cuando su madre empezó a hablarle sobre su novela erótica y que se sintió “con ganas de tirarme por la ventana”.
En contraste, Laferriére refutó a los panelistas.
“No tienen razón, porque son los ancianos y los niños los más que están interesados en el sexo. Las personas mayores les fascina el tema y los niños tienen curiosidad”, argumentó.
Laferriére también discutió que el pudor de los autores con sus madres no debe existir. Comentó en múltiples ocasiones que “las madres aman el sexo” y que los escritores se engañaban así mismos de los gustos en la literatura de sus madres.
El novelista también indicó que las descripciones gráficas no son “tan necesarias” en una novela erótica y utilizó como ejemplo su novela, “¿Cómo hacerle el amor a un negro sin fatigarse?”, que solo contiene una página y media de descripciones sexuales.
“Hablan de la novela como si fuera el diablo en persona. Y yo digo que no, siempre es el lector el diablo. Cuando uno lee, es leído. Cuando uno lee un libro, el libro también te lee”, aseguró Laferriére.
El imaginario de Hollywood
“Las películas de Hollywood han marcado una forma de la sexualidad. Es común ver mujeres topless. Los directores se las ingenian para tapar al hombre y creo que también vemos eso en la literatura. Es la mujer la que siente más”, ilustró Del Carril.
Del mismo modo, Urroz detalló que, aunque anteriormente ha escrito desde el punto de vista masculino, decidió escribir un cuento erótico desde la perspectiva femenina en la novela “Un siglo tras de mí”.
“Traté de ser lo más cercano a la verosimilitud. No creo que exista eso de llegar a describir la realidad, pero sí la verosimilitud”, agregó.
En cambio, Sevilla afirmó que prefería escribir desde la perspectiva masculina porque se le hacía más fácil. La autora de “El mal de los azares”, aseguró que trataba de llegar a la esencia de los personajes y salir de los sentimentalismos que son personificados en las películas “mainstream” [cultura popular].
“Cuando era niño e iba para el cine con mis amigos, siempre esperábamos ver el beso de Hollywood. Cuando estaba en la mitad de la película y todavía no se habían besado, mi amigo me preguntaba y yo le decía que había que esperar una hora más”, indicó Laferriére.
“Para tener el beso de Hollywood hay que irse, volver, pelear, llorar y después de todas estas fases, entonces hay un beso”, explicó.
Al finalizar el debate, se abrió una sección a las preguntas del público y una persona de la audiencia le preguntó a Laferriére si se podía cambiar el término erotismo a humano, debido a la conexión que existe entre las relaciones humanas y el sexo. El autor sonrió y contestó, “si lo llamábamos humano, ninguno de ustedes estuviera aquí”.
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