En tiempos convulsos, como los que se viven en Puerto Rico actualmente con la crisis económica y social que enfrenta el país, tres líderes de diversas denominaciones cristianas coincidieron en que la fe es una herramienta indispensable para sobrellevar dichas dificultades.
“La fe es una fuerza, una energía que le da a la persona la convicción que existe un ser superior trascendente y que, por lo tanto, las cosas del momento están por debajo de esa trascendencia”, explicó Feliciano Rodríguez, sacerdote de la Diócesis de Caguas.
El sacerdote, sin perder de perspectiva de que existen creencias distintas a las del cristianismo, sostuvo que si una persona se agarra de esa convicción le da la fuerza o energía suficiente para proyectarse más allá de las circunstancias del momento presente.
Una de las características de la fe cristiana, mencionó el sacerdote, es que es bastante abierta, auténtica y no fundamentalista. Por tal razón, le permite asociarse con gente de cualquier credo, siempre y cuando se busque el bien común. “A eso es que apostamos para que le permita a este pueblo levantarse nuevamente”, dijo.
En una dimensión institucional, el rol de la Iglesia ante la situación actual del país es darles esperanzas a los puertorriqueños en medio de la crisis, indicó el pastor José Rodríguez, quien preside la Unión de los Adventistas del Séptimo Día en Puerto Rico.
La Iglesia, según el pastor, no debe limitarse a ser espectadora, sino que debe estar activa y trabajar, desde sus posibilidades, para ayudar en esta época convulsa que se enfrenta. “No solamente es predicar el sermón, sino vivirlo en la realidad”, expresó el líder adventista.
Por ejemplo, contó que recientemente la Iglesia del Adventista, junto a varias instituciones, comenzó un movimiento de restauración de casas en Loíza. De igual forma, ofrecen talleres y clínicas médicas a los residentes de dicho pueblo.
“Siempre hay momentos de crisis, pero nosotros tenemos que tener esa esperanza de que juntos lo podemos lograr y también como familia nos unamos y podamos desarrollar y alcanzar lo que nos proponemos”, dijo el pastor.
Por su parte, el doctor en teología, Luis Rivera Pagán, argumentó que la situación que enfrenta el pueblo puertorriqueño es muy similar a la que vivió el pueblo que se describe en La Biblia. Según el teólogo, en las escrituras no se presenta una nación grande y poderosa, sino un país pequeño que pasa de un poder colonial al otro.
Este pueblo se caracterizó por la pobreza, opresión e inseguridad de la vida. Es por esto que Jesús enfatizó en la necesidad de solidaridad con los más necesitados, los pobres y los hambrientos, indicó Rivera Pagán.
“Lo que se describe ahí en La Biblia es un mensaje de fe y esperanza para un pueblo en crisis. Una crisis por su dependencia colonial y por la decadencia social y económica profunda que enfrentaban. Y eso es una visión más o menos exacta de lo que se vive en Puerto Rico”, agregó el también profesor emérito del Seminario Teológico de Princeton.
Por tal razón, el teólogo entiende que ese mensaje que transmitió Jesús en su época es crucial para los puertorriqueños actualmente. “En Puerto Rico se necesitan muchas propuestas de desarrollo social y económico, cierto; pero también se necesita una inmensa fe y esperanza para poder superar la crisis que vivimos”, puntualizó.
Por su parte, el sacerdote Rodríguez, quien dirige el Instituto Superior Nacional de la Pontificia Universidad Católica, se remontó a la crisis de 1930, de la cual tiene conocimiento porque su padre la vivió y le contó de primera mano la experiencia.
Señaló que la esperanza fue crucial para los puertorriqueños que vivieron la Gran Depresión, pues la fe les dio la convicción de que podrían sobrevivir y superar aquella etapa. Así mismo se debe confiar hoy día, mencionó.
“Frente a cualquier crisis, como la que vivimos hoy en Puerto Rico, nosotros necesitamos más que nunca una experiencia sólida de fe, de poder mirar las cosas sin circunscribirnos a lo que es una crisis del momento que sabemos que es pasajera”, aseguró.