Por Ángel L. Durán, Ph.D.
En décadas recientes, la sociedad de la información ha tomado parte importante en el desarrollo tecnológico de los países, impactando directamente los asuntos económicos, educativos y otro sinnúmero de manifestaciones sociales. Según diversos académicos que han estudiado el tema, así como entidades internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial, dicho escenario está definiendo las dinámicas mundiales actuales.
No obstante, a pesar de las oportunidades de progreso y avances que representa la sociedad de la información, también hay que destacar que esta nueva realidad se perfila como una que es capaz de aumentar la exclusión de grupos menos privilegiados en los distintos países.
A esos efectos, es importante comenzar a plantearse qué representa la sociedad de la información y por qué solo aquellos ciudadanos que tomen parte activa en el uso de tecnología podrán obtener mayores ventajas en comparación con los que no participen. Es necesario empezar a buscar alternativas para integrar a aquellos ciudadanos que aún tienen dificultad en utilizar la tecnología en su día a día.
Los avances de la sociedad de la información
El concepto de la sociedad de la información es uno que comenzó a utilizarse en la década de 1970, siendo posteriormente adoptado por líderes, economistas y generadores de políticas públicas alrededor del mundo. Entre sus precursores están Daniel Belly Fritz Machlup; este último fue un economista que se destacó por ser pionero en exponer el conocimiento como una fuente importante de la economía.
Desde entonces, se identifica a países como los Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Alemania y otras naciones industrializadas como aquellas que ejemplifican la sociedad de la información. No obstante, a pesar de que existe un debate sobre quién fue el creador del concepto y cuál es su definición, lo importante es tomar conciencia de las implicaciones que tiene dicho modelo para las naciones.
Pero, ¿por qué es importante participar en la sociedad de la información y hacer uso de las tecnologías? Una de las razones es que la sociedad de la información se caracteriza porque la tecnología ocupa un rol central, según destaca Manuel Castells, un académico español autor de múltiples libros sobre este tema. Las nuevas tecnologías son aquellos equipos y servicios con características digitales tales como el Internet, los periódicos digitales, los libros electrónicos, la radio digital, teléfonos inteligentes, las tabletas, entre otras tantas cosas.
Otra razón es que la información se ha tornado en algo que tiene valor. Por ejemplo, las marcas comerciales, los productos digitales, el dinero electrónico, entre otros, son formas intangibles de información que adquieren valor en esta nueva dinámica económica. En ese sentido, las economías del mundo son cada día más interdependientes de la información y la tecnología para encaminar sus respectivas agendas de desarrollo.
A pesar de que la sociedad de la información es capaz de generar grandes cambios y avances, también distintos estudiosos del tema han planteado los problemas que surgen a raíz de este modelo. Por ejemplo, en la década de 1970, los profesores de la Universidad de Minnesota, Phillip J. Tichenor, George Donohue y Clarice N. Olien, expusieron el concepto de knowledge gap para denominar el distanciamiento social que genera la información cuando se lleva a través de la tecnología.
Los académicos mencionan que las tecnologías acentúan las desigualdades en la sociedad, al concentrar la información en aquellos que tienen mayor acceso a recursos sociales, económicos y tecnológicos. También, se hace saber que la tecnología puede ser una ruta potencial de exclusión social, ya que su ausencia incrementa aún más las desventajas que ya tienen ciertos sectores en la sociedad.
Enfrentando la marginalidad digital
Tales planteamientos no son muy distintos a los que se menciona es la brecha digital, la cual es capaz de disminuir sustancialmente las oportunidades de participación de las personas en todos los campos sociales relevantes. Este término, el de la brecha digital, precisamente surgió para describir las desigualdades del acceso a la tecnología basadas en el ingreso económico, la raza, la etnicidad, el género, la edad y el área geográfica. Lo importante de su significado es que da a conocer que existe un fenómeno relacionado a la tecnología que tiene el potencial de excluir a las personas de poder desarrollarse en la sociedad de la información.
Teniendo eso en mente es que emerge el término de marginalidad digital, el cual surge para explicar que, en gran medida, la existencia de la brecha digital es provocada por diversos factores vinculados a la relación que tienen las personas con la tecnología y, a su vez, es un tipo de falta de integración que impide que algunos sectores puedan hacer uso de los mecanismos tecnológicos.
Es decir, la marginalidad digital provoca o ayuda a que exista la brecha digital a través de las dificultades que enfrentan las personas con el acceso, la literacidad tecnológica, los contenidos, el idioma, el nivel educativo, los factores económicos, entre otros.
Cuando se indaga sobre qué específicamente provoca la brecha digital, hay que coincidir en que, mayormente, todo se reduce a razones socioeconómicas, demográficas o a las limitaciones de infraestructura que pueda tener un país. Ante tal realidad ya no se puede ver la falta de participación de grupos en la sociedad de la información solo como un problema de tecnología, sino como un asunto de marginalidad. Por lo tanto, si se quiere fortalecer la participación de los ciudadanos en el uso de las tecnologías, es necesario atender de forma proactiva los aspectos relacionados a la marginalidad digital.
Por ejemplo, al examinar los elementos de la brecha digital que más se distinguen en Puerto Rico, se encuentra la siguiente composición; aquellos individuos que no cuentan con un diploma de escuela superior; los residentes de áreas rurales del país; las personas mayores de 65 años; los grupos de escasos recursos; y las personas con impedimentos.
Dichos problemas que enfrentan algunos de estos grupos para participar de la sociedad de la información en Puerto Rico pueden deberse a la ausencia de una política clara sobre el problema de la brecha digital y la marginalidad. Aunque se han creado distintas leyes y proyectos para fomentar el uso de la tecnología, el País ha carecido de una discusión amplia de lo que representa la sociedad de la información.
Esta realidad posiblemente haya incidido en que Puerto Rico no ha logrado generar políticas públicas precisas a largo plazo sobre cómo sacar ventajas de la tecnología y la sociedad de la información. Lo cierto es que muchas de las iniciativas creadas para atender problemas como la brecha digital han respondido a una visión particular y, en la mayoría de los casos, fueron proyectos de corta duración.
Las tecnologías deben ser vistas como una parte integral de la sociedad de la información, ya que está modificando la interacción que tienen los ciudadanos con las empresas, los gobiernos, el trabajo, la educación y los demás componentes sociales. También, es pertinente acentuar que para que un país pueda obtener todos los beneficios que se le adjudican a la tecnología, y logre ser competitivo en un mundo dominado por la sociedad de la información, hay que tomar acciones concretas y proactivas donde todos los ciudadanos participen. Es decir, cuando está presente la desigualdad en el uso de las tecnologías, existe el potencial de crear nuevas formas de marginación, las cuales generalmente impactan a los grupos más vulnerables.
El autor es profesor de Relaciones Públicas en la Universidad Metropolitana en Cupey. Puede seguirlo en su cuenta de Twitter: @angelduranpr.