
Ciudad de México, México- En tiempos donde el ritmo de vida es acelerado, la información, la comida y todo tipo de servicios compiten en rapidez. Sin embargo, existen aspectos que no llevan tanta prisa, y en esa categoría entra la planificación del embarazo. Al menos eso ocurre en un número creciente de parejas que deciden por darle espera a la cigüeña; una tendencia que en fechas recientes representa un importante porcentaje de las citas en clínicas de especializadas en fertilidad. De hecho, se ha acuñado el término maternidad tardía para ese fenómeno, que se refiere a las dificultades de concebir un embarazo a causa, principalmente, de la edad madura en las mujeres, asegura Oliver Lara Kferman, coordinador médico del Instituto de Fertilidad y Genética INGENES, en México, “Es sabido que a partir de los 35 años de edad la calidad de óvulos de las mujeres comienza a disminuir, pero después de los 38 esa pérdida de calidad se acentúa y en consecuencia se dificulta más lograr un embarazo de la manera natural; es decir, a través del coito, en cuyo caso se requiere de intervención médica”, señaló el especialista en reproducción humana. Asimismo, apuntó que es necesario diferenciar los términos de maternidad tardía e infertilidad, pues porque se refiere al último se trata de la incapacidad de tener un embarazo después de intentarlo por un año a través de la actividad sexual sin el uso de método anticonceptivo. En ese caso, se ha determinado que del total de casos, 40 por ciento es debido a algún problema en el organismo femenino, una cifra similar por dificultades en la producción de espermatozoides, y 20 por ciento la combinación de ambos. En el caso de la maternidad tardía, las opciones de tratamiento a las que se puede someter la pareja corresponden a su estado de salud, y ello se determina mediante estudios como el ultrasonido de útero o la histerosalpingografía (chequeo de permeabilidad en trompas) en la mujer, y revisión de volumen y calidad de semen en el hombre. Una vez identificadas las posibles causas de la falta de concepción, es necesario que el especialista evalúe los diferentes tratamientos a probar por la pareja. Entre ellos figura el coito programable o inseminacion intrauterina (baja complejidad) y la fecundación in Vitro (alta complejidad). El primero consiste en indicar a la pareja el momento propicio de practicar las relaciones sexuales; por su parte la inseminación corresponde a poner el semen en el útero para lograr la fecundación. En tanto, “la fecundación in Vitro es una técnica en la que se estimula la producción de óvulos por medio de medicamentos, una vez maduros se extraen del organismo femenino y son seleccionados los mejores a fin de fecundarlos o inyectarlos con el espermatozoide elegido con anticipación e implantarlos en el útero de la mujer ya en estado de embriones. Finalmente, 11 días después se hace una prueba de embarazo para corroborar el resultado de la intervención”, apuntó Lara Kferman. Se estima que a tasa de éxito de esa técnica alcanza al 50 por ciento de las parejas que la emplean, y las posibilidades de embarazo son mayores mientras más joven sea la mujer. Kferman, señaló que el uso de cualquier técnica por parte de la pareja para lograr el embarazo debe ser tratado en forma integral por varios especialistas, pues recordó que involucra un desgaste físico, económico y, sobre todo, emocional, por lo que recomendó a las personas interesadas en esta ayuda acudir a clínicas especializadas. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.conciencianews.com/index.cfm?p=articulos&id=500